¡Perú necesita una revolución moral!
¡Perú necesita una revolución moral!
Modesto aporte a la sugerencia que hace hoy, 3-10-2007, el director de La Primera, César Lévano, acerca de la necesidad de una revolución, entre otras, moral.
Leamos lo escrito tiempo atrás.
Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
17-11-2000 (Liberación)*
¡Perú necesita una revolución moral!
El intríngulis borrascoso del Perú de nuestros días es, qué duda cabe, moral y no político. No hay país que pueda impulsar una velocidad de crucero en su devenir como colectivo social si carece de líderes y ejemplos. Hoy tenemos un jefe de Estado ilegítimo, prófugo y delincuente. Socio de hampones como Vladimiro Montesinos y en connivencia con rufianes de saco y corbata, uniforme y traje, en las Fuerzas Armadas, en el Congreso, en las municipalidades, en la administración pública. Organismo purulento, la administración fujimorista arrasó con todos los límites posibles de una irrefrenable carrera suicida hacia los fondos más tenebrosos. Desde el palaciego impostado por la engañifa y fraude hasta el más humilde funcionario, todos han hecho del robo un credo, un catecismo, una repugnante forma de vida.
Leamos lo escrito tiempo atrás.
Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
17-11-2000 (Liberación)*
¡Perú necesita una revolución moral!
El intríngulis borrascoso del Perú de nuestros días es, qué duda cabe, moral y no político. No hay país que pueda impulsar una velocidad de crucero en su devenir como colectivo social si carece de líderes y ejemplos. Hoy tenemos un jefe de Estado ilegítimo, prófugo y delincuente. Socio de hampones como Vladimiro Montesinos y en connivencia con rufianes de saco y corbata, uniforme y traje, en las Fuerzas Armadas, en el Congreso, en las municipalidades, en la administración pública. Organismo purulento, la administración fujimorista arrasó con todos los límites posibles de una irrefrenable carrera suicida hacia los fondos más tenebrosos. Desde el palaciego impostado por la engañifa y fraude hasta el más humilde funcionario, todos han hecho del robo un credo, un catecismo, una repugnante forma de vida.