Hipocresía: madre y maestra
por Herbert Mujica Rojas
Una tara congénita acompaña al peruano: su infinita capacidad de disimular la estafa, premiar al delincuente y llamar blanco a lo negro, perfumado a lo pestilente. Cuando, pocas horas atrás, se notició al país de la "devolución" de Chile de una parte de lo robado en 1881, en libros, que sólo a bárbaros puede parecer botín de guerra, casi la unanimidad de infelices que fungen de periodistas, diplomáticos, gobernantes y demás etcéteras, se inhibieron de llamar a las cosas por su nombre: ¡eso fue un asunto de simple, vulgar y degradante latrocinio, nada más!