Solo el 11 % de las páginas web están activas y únicamente llegan a la mitad de la población. Los expertos apuntan a la seguridad, la veracidad o la privacidad como retos de las webs tras más de tres décadas de existencia.
 
Internet sin páginas web era un espacio de uso reducido, para académicos o investigadores, pero no el lugar global que es ahora. Es por ello que, el nacimiento de las tres w,  gracias a Tim Berners-Lee el 12 de marzo de 1989, es un momento histórico. Para el profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) César Córcoles, la web es «el medio para compartir información más usado en la historia de la humanidad», y para Josep Navarro, docente colaborador en estos mismos estudios, se trata de una «biblioteca universal» cuyo descubrimiento se puede comparar al del fuego. Se creó, apunta, «el fuego moderno».
 
 

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Desde aquel momento han pasado 32 años y, según Netcraft, en enero de este año había constancia de 1.200 millones de páginas, mientras que, para Internet Live Stats, existen 1.800 millones, aunque solo 200 están activas, es decir, el 11 %. ¿Qué pasa con todos esos sitios sin actualizar? Los expertos aseguran que tienen «poco interés o poca calidad». Navarro señala que muchas páginas ya están siendo «eliminadas» por los buscadores, ya que no las tienen en cuenta a la hora de indexarlas y por ello es muy difícil encontrarlas. Cuando no se genera nueva información o los creadores pierden interés en el tema, estas páginas se convierten en «basura», pero algunas, advierte Córcoles, «siguen siendo informativas y útiles». «Que haya una gran cantidad de páginas abandonadas pero que sigan siendo accesibles es, de hecho, un gran patrimonio», remarca, aunque el docente colaborador también alerta de que tanto la electricidad que consumen como los ordenadores donde se alojan generan una «huella medioambiental importante».
 
Así las cosas, ¿qué futuro les espera a las tres w? A la inactividad de muchas de las páginas, se suma que, en la actualidad, no son las únicas herramientas que se utilizan para conectarse con otros o consultar documentos en internet. Las redes sociales, por ejemplo, tienen un uso similar. Sin embargo, los expertos no creen que estas supongan una amenaza para la web. «Seguirá siendo el medio más importante para la comunicación de las personas durante décadas», apuesta Córcoles, mientras que Navarro afirma que sobrevivirá «mucho tiempo» porque, dice, «la información que se busca va mucho más allá de lo que ofrecen las redes sociales».
 
Acceso a internet: ¿un derecho universal?
Cuando Berners-Lee creó la primera web, que, al verse en las pantallas de fósforo verde de entonces, aparecían las letras en ese color sobre fondo negro, promulgó que su objetivo era la «recuperación de información» para «dar acceso global a un gran universo de documentos». Y es él mismo el que se muestra preocupado con esta previsión, porque tres décadas después de aquel momento, y sin menospreciar su propio invento, las páginas web solo llegan a la mitad de la población mundial, según los datos de la International Telecommunications Union.
 
El profesor de la UOC César Córcoles considera que el acceso a la web está «bastante mal distribuido; sin embargo, sin ser universal, sí podemos decir que la web ha dado acceso a ese universo de documentos a prácticamente cuatro mil millones de personas; un logro colosal», remarca, sin perder de vista que ahora lo que falta es «dar acceso a la otra mitad».
 
En esa tarea está embarcado Berners-Lee a través de la Web Foundation, de la que es cofundador. El creador de las tres w cree que poder entrar en una página web debe ser uno de los «derechos humanos». Y es que llegar a ellas puede darnos, asegura Navarro, «inmediatez» y «libertad». El docente pone como ejemplo la reserva de un viaje presencialmente en una oficina, con su horario de apertura y el tiempo que tarde en realizarse la gestión, o, desde casa, «con muchas más fuentes» a las que acudir en la web para informarse o contratar servicios. «Más rápido, más ameno y a nuestro ritmo», resume.
 
Avances y retos
Para llegar a las páginas que se fueron creando desde los años noventa, los navegadores fueron clave, explican los expertos. «Han sido la piedra angular de la explosión del uso de WWW, sobre todo a partir del año 2000», asegura Navarro. Internet Explorer, Firefox y, más recientemente, Chrome, y la competencia entre ellos, señala Córcoles, han sido los responsables de que haya sido más fácil encontrar la información que los usuarios buscamos en internet.
 
En 32 años también han cambiado otras cosas, como la velocidad, la capacidad y los dispositivos que utilizamos. Los móviles, tabletas u ordenadores actuales son, advierte Córcoles, «millones de veces más potentes que los que teníamos en 1989». Y también la agilidad con la que navegamos, ya que, en nuestras manos, a través de los teléfonos, añade, «tenemos más ancho de banda que el que tenía Berners-Lee en un centro de investigación tan avanzado como el CERN», donde se gestó la primera web. Los dispositivos móviles han aumentado el consumo de webs porque «permiten su uso en cualquier momento y lugar», añade Navarro.
 
También han surgido nuevas preocupaciones sobre el uso de las webs, como la seguridad. «Cuando cada vez más partes de nuestra vida circulan por la web, debemos proteger esos datos», propone Córcoles, apostando por que nuestras comunicaciones sean «seguras» y «privadas». Navarro añade que la información que consultamos en las páginas debería ser «veraz» y «de calidad» para evitar que algunos puedan «manipular y sesgar la opinión de los ciudadanos». Para los expertos está claro que las tres w tienen mucho futuro por delante, tanto que Córcoles recuerda que hace tres décadas su creador no se imaginaba lo que haríamos hoy con ellas. Así, los cambios que habrá en 2053, 32 años desde el día de hoy, dice, «son igual de imposibles de anticipar».