Por JD Heyes
Una doctora del Ejército de los Estados Unidos que también es especialista en medicina aeroespacial ha hecho un llamado sin precedentes a los jefes del Pentágono, pidiéndoles que retengan en tierra a todos los pilotos de todos los servicios que hayan recibido la vacuna contra la COVID-19.
En una declaración jurada, la Teniente Coronel Theresa Long expone su razonamiento, con citas y estudios, afirmando que lo está haciendo bajo los auspicios de la Ley de Protección de Denunciantes Militares.
Long luego pasa a exponer sus credenciales: Obtuvo “una licenciatura de la Universidad de Texas Austin, completó [su] título de médico en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en la Escuela de Medicina de Houston en 2008” luego “se desempeñó como Cirujana de Campo durante diez años y completó una residencia en Medicina Aeroespacial y Ocupacional en la Escuela de Medicina de Aviación del Ejército de los Estados Unidos” en Fort Rucker, Alabama. Long escribió que “ha sido entrenada por el Centro de Disposición para el Combate en Ft. Rucker como Oficial de Seguridad Aérea” y ha tenido capacitación adicional en el “Manejo Médico de Víctimas Químicas y Biológicas” en Fort Detrick. También “está certificada en Medicina Aeroespacial de Vuelo y con opción en Medicina Ocupacional.”
El documento del Ejército señaló que antes de la pandemia de COVID-19, ella se sometió a “entrenamiento militar especializado de médicos de Enfermedades Infecciosas del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea sobre amenazas emergentes de enfermedades infecciosas”, y “recientemente se ha desempeñado como asesora médica y científica de una Brigada de entrenamiento de Aviación que busca identificar estrategias de mitigación de riesgos y análisis bioestadísticos de infecciones por SARS - Cov-2 (“Covid 19”) en soldados vacunados y no vacunados.”
Además, ha diagnosticado y tratado casos de COVID-19, por lo que, también, está calificada para ofrecer una opinión.
“He observado eventos adversos después de la administración de vacunas EUA1 y [por otro lado] he hecho seguimiento del éxito de los militares que tuvieron acceso a varias terapias para la COVID-19 fuera del ejército. La mayoría de los militares dentro de la población del Departamento de Defensa son jóvenes y están en buenas condiciones físicas”, manifestó en su declaración jurada.
“Los aviadores militares son un subconjunto de la población militar que debe cumplir con los estándares médicos más estrictos para estar en aptitud de volar. La población de estudiantes pilotos que atiendo son principalmente de entre 20 y 30 años, varones y en excelente condición física. El riesgo de enfermedad grave o muerte en esta población por SARs-CoV-2 es mínimo, con una tasa de supervivencia del 99,997%”, continuó.
Después de reunir todos los datos y observar cómo el virus afecta — y, lo que es más importante— o no afecta la disposición para entrar en actividad militar, Long dijo que desde entonces se ha formado una opinión profesional que está obligada a informar a sus superiores. El problema, dijo, es que nadie quiere oír hablar de eso.
“Lo he hecho con resultados mixtos en cuanto a aceptación, rechazo y amenazas de castigo por compartirlo”, escribió.
La doctora continuó citando las normas de la Doctrina de Entrenamiento del Ejército, las cuales establecen que las “decisiones de riesgo” dependen de los comandantes, quienes pueden aceptarlas o rechazarlas, y que ellos también deben actuar a partir de las decisiones o pasarlas más arriba en la cadena de mando. De cualquier manera, dejó claro que está cumpliendo con sus responsabilidades al informar lo que ha encontrado y las conclusiones a las que ha llegado.
“El CDC2 y la FDA3 son organismos civiles que no tienen la misión de Defensa Nacional que sí tiene el DOD4. La orientación y las recomendaciones hechas por estas instituciones civiles deben filtrarse a través de la perspectiva estratégica de la defensa nacional y los riesgos potenciales que las recomendaciones pueden tener en la salud de toda la fuerza de combate”, declaró Long, y agregó:
La mayoría de los jóvenes nuevos aviadores del Ejército están entre 20 y 25 años. Sabemos que hay un riesgo de miocarditis con cada dosis de la vacuna de ARNm. Además, ahora sabemos que la vacunación no necesariamente previene la infección o la transmisión del SARs-CoV-2. Por tanto, los individuos completamente vacunados con vacunas de ARNm tienen al menos dos factores independientes de riesgo de miocarditis después de la vacunación. Dosis adicionales de refuerzo aumentan el riesgo. Sin más datos disponibles, es imposible realizar un análisis de riesgo-beneficio sobre el uso del ARNm como medida contra el SARs-CoV-2. El uso de vacunas de ARNm en nuestra fuerza de combate representa un riesgo de magnitud indeterminada en una población en la que menos de 20 miembros del personal en servicio activo, de un total de 1,4 millones, murieron a causa del SARs-CoV-2 subyacente.
El problema, dijo, es que pocos de los jóvenes aviadores sabrían si tienen miocarditis, lo que podría afectarlos negativamente, incluso con muerte súbita, mientras vuelan.
Su opinión:
“Personalmente estuve cerca de las mujeres soldado más aptas físicamente que he visto en más de 20 años en el Ejército, a quienes vi evolucionar desde el nivel de entrenamiento atlético de aspirante a la Escuela de Comandos, hasta llegar al punto de encontrarse físicamente debilitadas con problemas cardíacos, tumor cerebral pituitario recién diagnosticado y disfunción tiroidea, a las pocas semanas de vacunarse. Varios médicos militares han compartido conmigo su experiencia de primera mano con un aumento significativo en el número de mujeres soldado jóvenes con migrañas, irregularidades menstruales, cáncer, sospecha de miocarditis e informes de síntomas cardíacos subsiguientes a la vacunación. Numerosos soldados y civiles del Departamento de Defensa me han contado cómo estuvieron enfermos, postrados en cama, debilitados e incapaces de trabajar durante días o semanas después de la vacunación. También he revisado recientemente los registros médicos de tres miembros de la tripulación de vuelo, todos los cuales presentaban problemas de salud sistémicos significativos y agresivos. Hoy recibí noticias de una muerte y dos casos de UCI en Fort Hood; el fallecido era un piloto del Ejército que podría haber estado volando en ese momento. Los tres eventos de embolia pulmonar ocurrieron dentro de las 48 horas de su vacunación. No puedo atribuir este resultado a otra cosa que no sean las vacunas contra la COVID-19 como la fuente de estos eventos. Cada una de estas personas estaba en la mejor condición física antes de la inoculación y cada una sufrió el evento dentro de los dos días posteriores a la vacunación.”
“La politización del SARs-CoV-2, los tratamientos y las estrategias de vacunación han comprometido completamente los mecanismos de seguridad de larga data, el diálogo abierto y honesto, y la confianza de nuestros miembros del servicio en su sistema de salud y en sus proveedores de atención médica”, agregó.
Ahora, la pregunta es: ¿el ministro [de Defensa] Lloyd Austin va a escucharla? Dudoso.
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1 Emergency use authorizations ‘Autorizaciones de uso por emergencia’. [Nota de Con nuestro Perú]
2 Centers for Disease Control and Prevention ‘Centros para el Control y Prevención de Enfermedades’. [Nota de Con nuestro Perú]
3 Federal Drug Administration ‘Administración Federal de Medicamentos’. Organismo encargado de autorizar, previo análisis, el uso de medicamentos. [Nota de Con nuestro Perú]
4 Department of Defense ‘Ministerio de Defensa’. [Nota de Con nuestro Perú]
Traducción de Con nuestro Perú de “Army physician and aerospace medicine specialist calls on Pentagon to order all pilots who have received COVID-19 vaccine to be grounded” de Natural News 29-09-2021
Nota.- En el Perú, de las vacunas que se están empleando, la única que no es ARNm, es Sinopharm, la cual no produce los efectos que se señalan porque se elabora con técnicas tradicionales probadas.
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