Pequeños grandes consumidores

Por Regina de la Portilla Guevara*


El hambre no es el único problema de malnutrición del mundo. Aunque en la actualidad hay más de 1.000 millones de personas que no reciben suficientes alimentos, casi el doble padece sobrepeso. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1900 millones de personas muestran una acumulación excesiva de grasa que puede resultar perjudicial para la salud. Si seguimos por este camino, para 2020 la OMS calcula que habrá 2.300 millones de personas con sobrepeso.


En los últimos veinte años, la obesidad infantil se ha triplicado, y se han superado los 177 millones de niños con sobrepeso. Este problema nutricional genera un alto factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas, como son las cardiovasculares, la diabetes y algunos cánceres. Padecimientos típicos de personas en la mayoría de edad ahora se trasladan a la primaria. La esperanza de vida de niños con sobrepeso se reduce de forma notable. “Podemos estar hablando de la primera generación que viva menos que sus padres”, advierte el Dr. Everett, antiguo Ministro de Salud de Estados Unidos.

El sedentarismo de los niños frente a la televisión o las computadoras es uno de los factores determinantes de la obesidad y el sobrepeso. Sin embargo, los últimos estudios muestran que aún peor son las nuevas dietas carentes de nutrientes, pero altas en grasas y calorías.

Los menores son los grandes consumidores de las empresas de comida basura. Compañías como Kellogg’s, McDonalds y Coca Cola lanzan grandes campañas y productos especiales para niños. Desde cereales de colores, empaques divertidos, juguetes sorpresa, hasta juegos virtuales y patrocinios de eventos, incluso deportivos. Crean un auténtico mundo para niños. Según la ONG Consumers International, las compañías de comida basura gastan 500 dólares en anunciar sus productos por cada dólar que invierte la OMS en mejorar la nutrición a nivel mundial.

Dirigir el marketing a los menores no es gratuito. Según la Dra. Nestlé, experta en nutrición,  se debe en primer lugar a la posibilidad de crear consumidores leales. “Si toman Coca Cola desde los cinco años, no tomarán Pepsi cuando sean mayores”. En segundo lugar, los niños tienen gran poder de convencimiento sobre sus padres, el conocido “Pester Power” (algo así como el Poder de dar la lata).

Las grandes multinacionales de comida basura funcionan como las antiguas empresas tabacaleras en el pasado. Las campañas de marketing masivas ocultan lo nocivo que en realidad son los productos. Los estudios de lo adictivo y perjudicial que resultan las grandes cantidades de azúcares, grasas saturadas, aditivos, etc., de los alimentos procesados son negados, desprestigiados y opacados. Se manipula la información para que la gente no crea que las enfermedades crónicas, así como la muerte prematura, sean provocadas por el consumo de comida basura, como se suponía que tampoco las causaba el fumar cigarrillos.

Ahora las empresas de tabaco tienen que pagar altos impuestos, poner advertencias en sus productos y han visto muy obstaculizado su campo de mercado, lo que ha provocado la creación de grandes campañas en países donde no hay regulación de estos productos, como en el continente africano. Las compañías de alimentación basura hacen lo mismo. En Estados Unidos y Europa anuncian que dejarán de realizar campañas agresivas para niños y reducir los productos hipercalóricos y mantenerse al margen de las escuelas. Mientras, anuncian en India que una ración de cereales “Fruit Loops” tiene más valor nutricional que los chapatis, comida típica y mucho más saludable del lugar. Lejos de colocar el verdadero valor nutricional del producto como están obligados a hacer en Nueva York, exageran sobre las características nutricionales de sus productos porque no existe regulación alguna en estos países.

Un problema de obesidad que sólo existía dentro de las fronteras de los países “ricos” ha cruzado a los Estados empobrecidos y emergentes, de la mano de la “comida rápida”. Así, México ha desbancado a Estados Unidos del primer lugar en obesidad infantil en el mundo, e India tiene el mayor número de menores con diabetes provocada por el sobrepeso.

Si se establecen regulaciones en los países ricos donde surgió la “comida basura” para prevenir la obesidad, lo justo sería ampliarlas a nivel internacional, para proteger no sólo a algunos, sino a todos los niños.

*Periodista
www.solidarios.org.es