Coreanos refuerzan controles a la carne de res de EE. UU.

Cholos, ¡a comer toro viejo!
Mientras en el Perú el gobierno coquetea con el mal de las vacas locas

La reciente revelación del caso de una víctima canadiense del mal Creutzfeldt-Jakob, más conocido como la enfermedad de las vacas locas, recuerda que este mal no ha sido erradicado en el mundo, el riesgo persiste.


Como se recordará, este mal afecta al cerebro y a todo el sistema nervioso, al que causa una degeneración progresiva que culmina en la muerte. El agente no es una bacteria ni un microbio, sino un prion, que es una proteína que no desaparece con la cocción de la carne, de allí que la única forma que se encontró para combatir el problema fue la incineración del ganado enfermo y del sospechoso de haber contraído el mal, aunque la sospecha fuese mínima.

Lo que hace Corea

El público coreano, mediante nutridas y violentas protestas, obligó al gobierno —que decidió reanudar este mes la importación de carne estadounidense, desde su prohibición en el 2003— a imponer estrictas medidas de seguridad en la carne importada, particularmente de Estados Unidos, importante proveedor de ese país asiático.

La Organización Mundial de la Salud ha declarado a la carne de Estados Unidos libre de ese mal; no obstante, los coreanos desconfían y han dispuesto una estricta cuarentena para el ganado norteamericano que se importe.

Por otro lado, han rechazado la importación de ganado de más de 36 meses de edad, así como de vísceras, donde puede estar presente el prion. Según los estándares internacionales, este ganado (vacuno u ovino) de más edad tiene más riesgo de presentar el síndrome de Creutzfeldt-Jakob, así como las vísceras.

Lo que hace el Perú

Los obtusos —y posiblemente corruptos— negociadores comerciales peruanos, en lugar de velar por la salud de los peruanos, precisamente coquetean con el mal de las vacas locas, pues con el TLC firmado con Estados Unidos han permitido que ese país nos venda toros viejos, es decir, ganado con más de 36 meses de edad, así como vísceras.

El TLC con EE. UU. no implica una libre elección en esta materia. Es decir, libertad comercial sería que esa oferta sea aceptada por el Perú, para que nuestro país compre lo que Estados Unidos ofrece cuando el Perú quiera (previos los estrictos controles sanitarios que se necesiten) y en la cantidad que el Perú desee. Sin embargp, el Perú ha aceptado adquirir en forma obligatoria una cantidad de esas reses y vísceras que internacionalmente se considera con riesgo. Mal hacen llamando a ese tratado "de libre comercio" pues cláusulas como esa lo convierten en tratado de imposición o de pérdida de la libertad.

Aquí hay otro punto cuestionable, pues no es tarea del gobierno importar alimentos directamente, sino que es función de las empresas privadas. Sorprendentemente, el Perú —cuyos gobiernos se precian de mantenerse al margen de actividades empresariales— se ha obligado a comprar esos desechos alimenticios en su calidad de gobierno. ¿Crearán una burocracia importadora y distribuidora?

Al parecer, los estadounidenses encontraron un país-basurero, que reciba los desechos que Estados Unidos considere peligrosos: bayby beef para ellos, toro viejo y vísceras para los peruanos. ¿A quiénes harán comer estas carnes? ¿Serán parte de la “caridad” para alimentar a los pobladores altoandinos, para provocar su degeneración y futura extinción, por ser simples "perros del hortelano?"
 

Tal vez no, otra posibilidad es que se revenda esa carne a los supermercados, ahora en su mayoría en manos de chilenos. Conociendo las malas prácticas chilenas en el Perú, que incluyen la publicidad engañosa, es totalmente posible que vendan esas carnes como si fuesen argentinas o peruanas. Esté atento amigo consumidor.