Tabaco y Transgénicos (con 'T' de trampa)

Por Fernando Alvarado de la Fuente (*)

El jueves 10 de julio, el diario El Comercio, en su sección A, página 5 'Opinión', publicó uno al costado del otro, los artículos de Ernesto Bustamante y Jorge Caillaux, en posición diametralmente opuesta, sobre la promoción de transgénicos en el Perú.


En la esquina pro transgénica, Ernesto Bustamante alegaba con inocencia “no se sabe si causen daño”, “hasta hoy no se ha demostrado ningún daño a la salud, ambiente o biodiversidad”.

Con ello pareciera alegar 'somos inocentes hasta que se pruebe lo contrario'. Por lo que, bien, démonos la tarea de indagar qué tan inocente es el nacimiento de los OGM y qué tan intachables los progenitores como para tan apasionados alegatos a favor.

Afortunadamente, existen decenas de registros históricos. En esta primera entrega tomaremos uno sólo, que se remonta a los años 40 y 50, cuando se aseguraba que el tabaco NO era dañino a la salud.

J. Sauret Valet, del Departamento de Neumología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, en su artículo “Las batallas históricas perdidas en la lucha contra el tabaquismo” nos ilustra cómo hasta los años 50 no se tomaban medidas contra el tabaco porque “para hacer patentes a los consumidores y a las autoridades responsables de las políticas sanitarias de los peligrosos efectos tóxicos del tabaco, era preciso conseguir argumentos científicos irrefutables”.

El mérito de la demostración epidemiológica del incremento en el riesgo de padecer cáncer de pulmón que tienen los fumadores, corresponde a los estudios realizados entre 1939 y 1943 por los alemanes F. H. Muller, E. Schaires y E. Schoniger. En los años 50 se reconfirman y se difunden ampliamente gracias a los estudios de los británicos R. Doll y B. Hill.

No fue sino hasta 1962 que se comienzan a tomar medidas a nivel gubernamental (dos decadas perdidas). Ese año el gobierno de Estados Unidos eligió un grupo de diez científicos para que analizaran las pruebas que se disponían. Sus conclusiones quedaron incluidas en el informe general sobre sanidad de 1964, donde se afirmaba que “fumar es un riesgo para la salud de suficiente importancia como para justificar la necesidad de acciones apropiadas para remediarlo”.

La primera medida que se tomó fue incluir en 1964 una advertencia en las cajetillas. Esta advertencia se reforzó en 1969 hasta quedar así “Las Autoridades Sanitarias advierten que el tabaco perjudica seriamente la salud”. Desde 1971 se prohibió todo tipo de publicidad de cigarrillos en radio y televisión. En las décadas de 1970 y 1980 varias ciudades y estados aprobaron leyes que exigían espacios reservados para no fumadores en los lugares públicos y en el trabajo.

En febrero de 1990 una ley federal prohibió fumar en todos los vuelos nacionales cuya duración fuera inferior a seis horas. En Europa la situación ha sido similar incluyendo en las cajetillas la advertencia de que fumar es perjudicial para la salud, prohibiendo fumar en vuelos y lugares públicos, y, regulando la publicidad.

Recientemente, en mayo de 2003, la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó el primer tratado mundial contra el tabaco, que tiene como objetivo reducir la mortalidad y las enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco en todo el mundo.

Las evidencias ya se conocían de mucho antes...
Pero las evidencias del daño del tabaco venia de mucho antes.

En 1911, Manuel Serrano Piqueras en su tesis doctoral 'El tabaco y el organismo' comprueba el grave daño del tabaco. En 1857, el cirujano de Edimburgo, John Lizars, describió la elevada incidencia de cáncer a la lengua en fumadores.
Pero ya en años como 1634, Francisco de Leyva y Aguilar alertó sobre 12 efectos perjudiciales del uso del tabaco (incluida la de escupir sangre). En 1628, Pedro López de León encontro en autopsias a cadáveres de fumadores 'vísceras negras como el hollín'.

Hasta la década de 1940 el fumar se consideraba algo inofensivo, pero las investigaciones clínicas y de laboratorio han demostrado desde entonces que el consumo de tabaco representa un riesgo para la salud. El humo del tabaco contiene más de 4 mil sustancias, algunas de las cuales son tóxicas y al menos 60 se sabe o se sospecha que son carcinógenas. La nicotina, el principio activo del tabaco, es tóxica y altamente adictiva. En los países industrializados, el tabaquismo se ha convertido en la primera causa de mortalidad evitable.

Haciendo tiempo para seguir teniendo ganancias

Los directivos de las tabacaleras se reunieron en un hotel de Nueva York en 1953 y diseñaron una estrategia para engañar al público ocultando el daño y la adicción producidas por la nicotina.

La conspiración se inició en la gran sala del Hotel Plaza, cerca del Parque Central en Nueva York, el 15 de diciembre de 1953. Según explica el corresponsal de la BBC en EEUU, Stephen Evans, no hay duda de que dicha reunión entre los directivos de las principales tabacaleras se llevó a cabo y que allí se discutió el estado de la industria, incluyendo la investigación científica de los efectos del cigarrillo sobre la salud.

Lo que las autoridades demostraron es que en esa ocasión se llegó a un acuerdo para presentar una estrategia unificada que negara los efectos dañinos del tabaco, lo cual evidencia que se cometió un fraude. Y además, la parte acusadora consideró que en ese momento, se contaba con suficiente información que demostraba que el tabaco era adictivo y dañino.

A pesar de la evidencia científica, las tabacaleras elaboraron un esquema 'para preservar e incrementar las ganancias de la industria maximizando el número de fumadores'. Si bien la actitud de las tabacaleras ha cambiado en los últimos años y ahora admiten que el cigarrillo es nocivo para la salud, las mismas compañías sostienen que los argumentos brindados en el pasado que señalaban que el fumar no era perjudicial, fueron presentados en buena fe.

El proceso civil contra las tabacaleras por una suma de US$280 mil millones se realizó del 21 de setiembre de 2004 al 18 de agosto 2006, en un tribunal federal de Washington, y entre las empresas acusadas se encuentran Altria Group y su unidad Philip Morris USA, Lorillard Tobacco de Loews, Carolina Group, Liggett Group de Vector Group, R.J. Reynolds Tobacco de Reynolds American y British American Tobacco, una filial de British American Tobacco Investments.

Las tabacaleras fueron consideradas culpables de todos los cargos. La Juez de distrito estadounidense Gladys Kessler dijo que las compañías habían violado la ley, pero que no podían ser obligadas a financiar una multimillonaria campaña antitabaco, como había pedido el gobierno.

'Fumar cigarrillos causa enfermedades, sufrimiento y la muerte. Pese a que internamente reconocían este hecho, los acusados públicamente han negado, distorsionado y minimizado durante décadas el peligro de fumar', dijo en su fallo de 1.653 páginas. Kessler dijo que las compañías habían retenido investigaciones, destruido documentos y manipulado niveles de nicotina para perpetuar la adicción.

Lo real es que el poder de las grandes tabacaleras demoraron las decisiones políticas y sanitarias contra el tabaco. Suman varios los estudios e investigaciones que financiaron a doctores mercenarios para inducir la opinión pública y autoridades a decir que 'no se sabe si causen daño”. Es así que la verdad tomó muchos años para imponerse.

El sentido común nos indica que los esfuerzos de las empresas tabacaleras fue de ganar tiempo con el argumento de la inocencia e inocuidad del tabaco para seguir manteniendo ganancias.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaco es la primera causa evitable de enfermedad, invalidez y muerte prematura en el mundo. Fumar mata cinco millones al año. Está directamente relacionado con la aparición de 29 enfermedades (de las cuales 10 son diferentes tipos de cáncer) y es causa de un número significativo de las muertes por cáncer de pulmón y de más del 50% de las enfermedades cardiovasculares.

¿Ya encontró similitud en el debate con los transgénicos? Estudios independientes demuestran claras evidencias de peligro para la salud humana, el ambiente y la biodiversidad. Los estudios patrocinados por Monsanto, principal productora de transgénicos, “argumentan' y pretenden demostrar que no hacen daño alguno.

La FDA (Food and Drug Administration, Administración de Alimentos y Fármacos, por sus siglas en inglés) es la agencia gubernamental de los Estados Unidos responsable de la regulación de los transgénicos, y siendo una entidad estatal, le pide a la propia Monsanto que elabore los estudios sobre sus hijos -los transgénicos-. Es decir Monsanto es juez y parte.

Según los antecedentes históricos ¿Considera que será neutral en sus apreciaciones? ¿A quién debiéramos creerle? ¿la historia nos sirve de algo?

(*) Presidente Centro IDEAS
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.