¿Cómo las compañías biotecnológicas controlan la investigación sobre cultivos GMO?

Por Meredith Nilo

Recientemente escribí acerca del decaimiento de la fe que los norteamericanos parecen tener acerca de la ciencia, escogiendo entre ignorar o desconocer la investigación reciente sobre el calentamiento climático. ¿Por qué ha perdido la ciencia su lugar en los corazones y mentes de América? ¿Han sido los medios un culpable? ¿Descartó la administración de Bush más de unos de los informes científicos? Pero ahora, un artículo reciente me deja preguntándome si la ciencia no sólo ha tomado un asiento trasero a los pensamientos norteamericanos, sino también un asiento trasero a la influencia de la industria.


En el New York Times del jueves, Andrew Pollack reportó sobre cómo los científicos a lo largo y ancho del país no han podido realizar pruebas e investigación sobre los cultivos biotecnológicos, debido a la mano fuerte de las compañías biotecnológicas. Pollack fue probablemente puesto sobre aviso sobre esto después de que un grupo de 26 entomólogos de maíz de 16 estados diferentes anónimamente presentaron una declaración al EPA en un registro sobre la evaluación de riesgos de la resistencia de insectos con un maíz biotecnológico de Pioneer Hi-Bred. En su declaración los científicos anotaron que escogían quedarse en el anonimato porque "virtualmente todos nosotros requerimos de algún nivel de cooperación de la industria para realizar nuestra investigación".

Quedándose en el anonimato permitió a los científicos a expresar completamente su verdadera preocupación por la investigación biotecnológica agrícola controlada por la industria mediante sus acuerdos de tecnología y gerencia, que tienen que ser firmado para la compra de semillas genéticamente modificadas. Tales acuerdos son los mismos que los agricultores deben firmar antes de comprar semillas, que les impiden de replantar las semillas o arriesgarse a la acción legal. Esta coalición de científicos notó que tales acuerdos "prohíbe explícitamente la investigación" y "prohíbe a los científicos estatales de proseguir su mandato a favor del bienestar público, a menos que la investigación sea aprobada por la industria". Los efectos fueron indicados claramente -- "investigación verdaderamente independiente no puede ser realizada legalmente acerca de muchas preguntas críticas con respecto a la tecnología". Más aún, la comunidad científica de investigación no siempre ha sido de esta manera. Antes, las patentes fueron otorgadas para formas de vida, el Acta de Protección de Variedades de Plantas que pasó el Congreso en 1970 permitía a los agricultores a guardar y replantar las semillas protegidas y otorgaba a los científicos el derecho de investigar variedades protegidas.

El problema está en el control que las compañías biotecnológicas tienen sobre las semillas por sus derechos patentados. Efectivamente, la protección patentada permite a una compañía para determinar quién puede comprar su producto y para qué propósito. El artículo de Pollack destaca este problema y detalla cómo las compañías biotecnológicas pueden negar permiso a las solicitudes de semilla e incluso revisar las conclusiones científicas antes de ser publicados. En una situación donde la financiación científica al sector público ha menguado, las universidades y científicos que buscan fondos han dependido cada vez más de la financiación privada para su investigación. El efecto de esta influencia es ahora ampliamente conocido. Elson J. Shields, un profesor de entomología en Cornell, dijo "Las personas tienen miedo de ser puesto en la lista negra".

El artículo en The Times refleja un problema más grande en progreso. En 2002, Nature publicó un artículo acerca de un profesor de la Universidad Estatal de Ohio que realizaba investigación en girasoles biotecnológicos. Después de que su investigación inicial indicara que la semilla permitiría que los girasoles silvestres proliferen como malezas, Pioneer Hi-Bred y Dow AgroSciences se negaron a otorgar permiso para utilizar la semilla para seguir los estudios. Algo semejante sucedió a William Meredith, un genetista de USDA, a finales de los 1990 cuando Monsanto trataba de introducir su algodón biotecnológico al mercado. Se le negó a Meredith el acceso a las semillas, desde que para obtenerlos tendría que haber firmado un acuerdo con Monsanto aceptando no probarlos.

Para comprender completamente cuan alarmante es la situación, hay que considerar cómo los cultivos y alimentos biotecnológicos avanzan del laboratorio a los platos en los Estados Unidos. El USDA no realiza sus propias pruebas con las variedades de cultivos cuando remueven restricciones y regulaciones y los aprueban para sembrarlos en los Estados Unidos. En vez de eso, depende de los estudios de la industria y del acceso a sus datos sobre seguridad ambiental y la salud humana.

¿Pero si la industria está evitando una investigación verdadera por la comunidad científica, cuánto deberíamos confiar en los resultados de los estudios de la industria biotecnológica? Un estudio publicado en 2003 en Nutrition and Health examinó los estudios de animales alimentados con productos de ingeniería genética. De los 10 estudios identificados, cinco que se llevaron a cabo con la colaboración de la industria encontró no efectos adversos para la salud. Pero de los otros cinco estudios independientes, todos encontraron efectos adversos después de alimentar animales de laboratorio por sólo 10 a 14 días.

Esta última declaración de una variedad de científicos que trabajan en la investigación biotecnológica debe alzar otra bandera roja acerca de la industria biotecnológica. Cuando Upton Sinclair famosamente dijo hace un siglo, "es difícil de conseguir a un hombre que comprenda algo, cuando su salario depende de que no debe comprenderlo". Siempre que nuestras universidades y los científicos estatales continúen siendo altamente financiados por intereses de la industria, nosotros seguiremos viendo estudios inadecuados acerca de los efectos ambientales y en la salud humana de los cultivos biotecnológicos. Y mientras que el gobierno de EEUU continúa dependiendo de la industria como fuente de los datos, los potenciales efectos secundarios de los cultivos biotecnológicos permanecerán silenciosos.

Traducido por Zosimo Huaman, Ph.D.
http://gristmill.grist.org/story/2009/2/20/12417/4918
How biotech companies control research on GMO crops
Posted by Meredith Niles (Guest Contributor) at 10:15 AM on 22 Feb 2009