: ¡Infamia contra escolares al descubierto!

 

 

Estimada Rocío del Carmen, sin ánimo de prolongar en demasía el debate, me permito hacer algunos comentarios adicionales:

 
 


No podría estar más de acuerdo con rechazar de plano cualquier intento de usurpación de nuestro territorio. En eso nuestra diplomacia tiene la misión de actuar con firmeza. Como también respaldo toda iniciativa en contra de lobbies (sean chilenos, peruanos o de cualquier país) que intenten avasallar nuestro (aunque sea avasallable) poder judicial. Pero a mi parecer, poco ayuda a esta tarea la reiteración continua de un lamentable suceso histórico pasado, más aún cuando dicha reiteración se tiñe de xenofobia y deja entrever por añadidura -aunque no fuese el objetivo primario-, la posibilidad de un nuevo conflicto revanchista.

La Unión Europea no fue fruto únicamente de la devolución tras la SGM, de Alsacia y Lorena a Francia (territorios que no siempre fueron franceses, dicho sea de paso, sino que estuvieron en disputa desde tiempos medievales). Implicó además que Alemania renunciara definitivamente a la Prusia Oriental a favor de Polonia; que Polonia y Finlandia renunciaran a los territorios invadidos por la Unión Soviética; que Italia se olvidara de Trieste; que la República Checa recordara a Lídice sin guardar rencor a Alemania; que Inglaterra, Alemania, España y Rusia no recordaran con odio a Francia por las guerras napoleónicas; que España dejara de ver con recelo a Francia, a Dinamarca y a Suecia por la guerra de los 30 años; etc, etc, etc. ¿Hubieran podido todas esas naciones formar una alianza sólida como la actual si hubiesen continuado inculcando "patrióticamente" odios históricos y anhelos de venganza en la mente de sus jóvenes? Lo dudo mucho. Y no creo que los europeos ignoren su historia.

 

Si la tesis de la intervención de Inglaterra en la guerra Perú-Chile es un invento chileno, pues no sería yo el único en haber caído en la trampa. También Jorge Basadre, pues en su Historia de la República del Perú, aunque enfatiza que "las batallas de la invasión y la ocupación del Perú las hicieron chilenos", también menciona claramente que "el capitalismo inglés ayudó y sostuvo a Chile en la guerra contra el Perú", pues para los ingleses "una victoria de Chile podía ser

 

beneficiosa a la larga porque esta República era la más eficiente y enérgica en el Pacífico sudamericano". No en vano eran ingleses los dueños de muchas de las salitreras que fueron el pretexto para la guerra, y no en vano los británicos prácticamente dominaban el comercio exterior chileno en los años previos a la guerra. Por supuesto que para todo ello fue necesaria una campaña de concientización en la población chilena, "amenazada" ahora por la alianza peruano-boliviana, como otrora lo había estado por la Confederación peruano-boliviana.

 

Para terminar, quiero de todos modos dejar en claro que no me motiva ninguna admiración ilimitada hacia todo lo proveniente de nuestro vecino del sur, tan característica de ciertos políticos e "intelectuales" de la década anterior, que en el clímax de sus sueños chilenófilos, llegaron a clamar por un "Pinochet peruano" y terminaron sirviendo a un "Chinochet" peruano-japonés de repugnante recordación. Simplemente creo que ambos extremos -la xenofobia y el servilismo- son nocivos.

 

Y en cuanto a los paradigmas, desde el colegio me he preguntado por qué los heroes siempre tenían que ser militares y los santos, religiosos.

 


Saludos y gracias nuevamente por la atención,

 

Santiago Stucchi Portocarrero

 

 

 

 
 
 

Querido Doctor Santiago Stucchi Portocarrero:

 
 
 
 

Respecto de las reflexiones que Ud. hace llegar en su atenta comunicación, aquí algunas ideas que también expresan coincidencias.

 

1) En cuanto a la Unión Europea y la unidad que alcanzaron, efectivamente, no todo fue Alsacia y Lorena, pero está claro que los agresores e iniciadores de la Guerra no fueron premiados con retención de territorios como lo ha sido Chile; antes bien, sabemos que los jefes políticos y militares alemanes fueron ahorcados por haber iniciado la guerra premeditadamente (el gran mérito del fiscal estadounidense Jackson fue poner al descubierto la conspiración fascista de larga data que condujo a la guerra). Además, en Europa finalmente se impuso una convergencia de intereses ("la comunidad del acero y el carbón") que les hizo comprender lo positivo de la unión. En América Latina, en cambio, todos tenemos buenas razones para desconfiar de los vecinos y sería suicida creer incondicionalmente en las buenas intenciones de cada país (¡respetamos a los países que desconfían de nosotros, sus razones tendrán!). Además, Alemania condena el nazismo, Chile llama héroes, homenajea y tiene monumentos para sus homicidas, no podemos negar la realidad de esa educación que recibe su pueblo.

 

 

Lo único correcto y seguro es desarrollar buenas relaciones políticas y económicas con vecinos no peligrosos como Brasil y Colombia, y también, en la medida de lo posible, con Ecuador y Bolivia, pese a su inestabilidad política, mayor que la nuestra. Fuera de ellos tenemos para intercambio los EE. UU., Canadá, la Unión Europea, Venezuela, Argentina, América Central, China, Japón, Australia, entre otros, que son países que no nos han agredido ni robado territorio. Ante este panorama positivo de amplias oportunidades, ¿por qué afanarnos en profundizar relaciones económicas precisamente con el país que sigue usurpando nuestra heredad nacional y copando sectores estratégicos de nuestra economía (almacenaje portuario, transporte marítimo, aviación comercial, etc., etc.)? Lo interesante, constructivo y realista de este enfoque es que nos deshacemos de Chile y vivimos nuestra vida, olvidándonos del ratero y asesino (¡ojos que no ven, corazón que no siente!). Que Chile siga comerciando con Asia, Europa y EE. UU., que se desarrolle, que le haga provecho, no deseamos nada de su bienestar; pero que se vayan de acá, que sus aviones aterricen en Quito o Panamá, no tenemos por qué dejarles utilizar nuestros cielos y nuestras pistas de aterrizaje. Si hay indicios de xenofobia contra Chile es, en primer lugar, por la criminal guerra de 1879-1883 que emprendieron contra nosotros y cuyos efectos persisten (siguen ocupando militarmente nuestra tierra y quieren más); y en segundo lugar, por su predominante y desagradable presencia en la economía del país, sólo grata a los políticos, diplomáticos y periodistas corruptos que servilmente les abrieron las puertas del Perú para que tengan la actual posición dominante. Por ningún lado se plantea aquí la idea de hacer guerra a Chile o invadirlo; de lo que se trata es de vivir al margen de ellos por ser vecinos peligrosos y nefastos, sacarlos de nuestra vida y tener sólo un mínimo de relaciones económicas con ellos. Este planteamiento no es belicista; no hay nada de belicista en desear hacer nuestra vida manteniéndonos a segura distancia de los inveterados asesinos y ladrones chilenos.

 

 
 

2) La intervención de Inglaterra no es un invento chileno, sí ocurrió; pero el invento realizado y creación delincuencial de los chilenos fue invadir Perú y Bolivia. Es innegable que Inglaterra tuvo intereses que estaban del lado de Chile y que ayudaron al agresor, pero lo más importante siempre ha sido la intención chilena de robar territorios, meta nacional, objetivo explícito y declarado del estado chileno. La intervención inglesa no se dio en el aire: aprovechó para sus fines el ya existente ímpetu homicida de los chilenos. Si cargamos la tinta para ver en Inglaterra la mano negra detrás de la agresión contra el Perú, se corre el peligro de convertirnos en encubruidores del enemigo chileno al tender a considerarlo simplemente títere de Inglaterra o loco o idiota inimputable y, por tanto, inocente, a quien por su locura o labilidad mental no se puede responsabilizar de nada. Y si de influencias de terceros hablamos, no podemos ocultar que los EE. UU. aparentaron tener una posición neutral antes de la firma del tratado de 1929, pero en los hechos avalaron los asesinatos y la represión que contra la población peruana de Tacna y Arica cometían los chilenos para frustrar el plebiscito previsto en el incumplido tratado de Ancón. Además, no olvidemos que los EE. UU. expresan preocupación cuando cualquier país de América Latina adquiere armas, pero calla cuando Chile lo hace. ¿Cómo en América del Sur podemos ser solidarios con Chile (represión cometida por el antiperuano Pinochet), si además de haber invadido a Bolivia y Perú traicionó a Argentina durante la guerra de Las Malvinas dando facilidades al ejército británico para tareas de observación y espionaje? ¿Y qué hay de la venta chilena de armas a Ecuador durante el conflicto del Alto Cenepa en 1995? ¿Qué decimos a los familiares de los soldados peruanos asesinados por las fraternales balas chilenas? ¿A ellos también les diremos que Chile no quiso hacerlo y que los incitadores fueron los ingleses o estadounidenses? ¿Podemos buscar la amistad con los felones asesinos chilenos sin deterioro de nuestra decencia como personas o como país? ¡Guerra con Chile no, pero amistad tampoco! ¡Dignidad sí! ¡Xenofobia no, defensa de los intereses nacionales sí!

 

 
 
 

3) En cuanto a la campaña de concientización antiperuana que durante décadas realizaron los chilenos como preparación para la guerra, en verdad actuaban movidos por una clara envidia frente a las posibilidades de progreso del Perú o de Bolivia, países ricos en recursos naturales y a la vez pletóricos de corruptos caudillos vendepatrias; nada más que por eso, puesto que los chilenos sabían mejor que nadie que Bolivia y Perú, países desorganizados, con una evidente fragilidad militar y gobernados por gente corrupta y obtusa (como ocurre hasta hoy), no eran ninguna amenaza militar contra Chile. Jamás el gobierno chileno acusó a Bolivia o Perú de querer invadir territorio chileno porque nadie ni su misma población lo hubiese creído; lo que hizo fue meterse poco a poco en el litoral boliviano, explotar el salitre y esperar un pretexto (impuesto a las exportaciones de salitre) que coincidiera con el momento de mayor debilidad militar de peruanos y bolivianos para atacarlos, cosa que sucedió.

 

 
 

4) En cuanto a admirar a los chilenos o no, sí hay que admirar varias cosas: a) roban territorios y luego son considerados país honorable (¿cuál es el secreto?); b) tienen objetivos claros (robar territorios y retenerlos) y los cumplen; c) invierten dinero exitosamente para coimear políticos, diplomáticos y periodistas en Perú y Bolivia; d) tienen disciplina (aunque sea delincuencial y dirigida a usurpar, robar y asesinar, pero disciplina al fin); e) han logrado transmutar el delito internacional de usurpar territorios en política de estado aceptable y reconocida (¡vale!).

 

 

Por último, recordar las tragedias de las guerras no es malo, lo malo es no aprender las lecciones, lo malo es decir que el homicida no reviste peligro, vestir al homicida con pellejo de oveja; si notamos que se está comprando vestido de oveja coimando a diestra y siniestra, bien hacemos en analizar el falso vestido y al verdadero homicida.

 

 

Bueno no sólo militares son los héroes, también tenemos a Olaya, pescador, al niño de Canta (menos conocido) y tantos héroes anónimos. Lamentablemente los más recordados son los de más alto rango. Y en cuanto a santos, también hay no religiosos desde el inicio del cristianismo, pero en el Perú no los tenemos.

 


Saludos y gracias a usted, nos ayuda a reflexionar.