Perú y Chile: ¿Podremos lograr el desarrollo?

 Al encontrar su página no puedo sino quedar anonadado por la cantidad de epítetos en contra de este país ubicado al sur de nuestra bella y contradictoria Sud América. Según vuestras palabras, el sueño bolivariano es una quimera imposible y ridícula. Yo creo lo mismo tal cual están las cosas hoy. Quizás hace 200 años habría sido posible, hoy ya no. Somos como un árbol viejo que ha crecido torcido y ya no tiene vuelta. Lo que si debemos hacer con mucha fuerza es integrarnos. Pero, ¿como? Sólo queda la confianza mutua. Desde pequeño, nunca, pero nunca he sabido que Chile tenga intenciones de querer generar una guerra contra Perú, menos invadirlo para obtener sus grandes recursos naturales. Obviamente, soy un ciudadano de a pie y desconozco los secretos que puedan existir a nivel de autoridades, pero sinceramente, me resulta extremadamente difícil pensar en que algún presidente chileno medianamente responsable quiera involucrarse hoy día, en nuestros tiempos, en una guerra.

 

    Me sorprende hasta quedar helado el que usen siquiera esa palabra. Acá estamos en otra, queremos crecer, desarrollarnos, comerciar, etc. Tenemos muchos problemas como la pobreza, la educación, salud, energía, es decir, los mismos que tienen Uds., tal vez en menor escala, pero existen y son problemas graves para nosotros. Hoy la energía es un problema que aparece como un tema muy grave. Nuestro desarrollo está en juego. Estamos apostando por energías renovables y cada día son más los inversionistas que se atreven acá, con la finalidad de no depender de otros. En fin. Creemos que podemos lograr esa menor dependencia.
    Tengo primos peruanos, su madre se fue para allá cuando era joven y se casó con peruano. Que yo sepa nunca la han acusado de espía y nunca nos ha contado secretos, ni siquiera cuando estuvo acá con sus hijos a quienes quiero como a cualquier primo de acá. Los peruanos me caen bien. No mezclo las cosas. Quiero conocer vuestro país. Estoy seguro que existen más cosas que nos unen respecto de aquellas que nos separan. Sr. Director me gustaría que Ud. tuviera una actitud diferente.
 No odie a su vecino, perdemos mucho tiempo en eso. Mientras tanto, el desarrollo se nos va a pasar a los dos. Es mejor remar juntos. En el  camino podemos arreglar la carga, pero avancemos, con confianza.
    Chile  confía en Perú, de lo contrario no se justificarían las inversiones  existentes allá. Igualmente y para terminar, valoro su información respecto de la otra cara de la moneda en la guerra del 79. Nunca he creído que el vencedor escribe la historia; es bueno saber la "otra  historia" y aprender de ambas, los dos contendientes. Un abrazo.
  Esteban Sobarzo
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.


Apreciado Esteban:

Nos alegra que entre nuestros numerosos lectores chilenos haya también personas educadas y que intentan razonar. En cuanto a tus inquietudes u observaciones, trataremos de absolverlas en orden:

1) Los epítetos son solamente un reflejo del sentir de los peruanos. Al ciudadano de ningún país del mundo le gusta batir palmas al vecino que se ha apoderado de su territorio (Arica y Tarapacá, en nuestro caso); eso aquí, en la China y en la Cochinchina. Más atención que a los adjetivos deberías prestar a la comprobación de si es cierto o falso lo que escribimos.

2) Efectivamente, Esteban, el sueño bolivariano es irrealizable y a buena hora (¿quién confía en Hugo Chávez, aunque tenga todo el oro del mundo?). Por diferentes razones cada país de nuestra región desconfía del vecino y eso está muy bien, para que nada lo agarre de sorpresa, como sucedió al Perú en 1879. ¿Para qué buscar integraciones? Chile dio un ejemplo correcto cuando se retiró del Pacto Andino (¡y le fue bien!). El desafío de cada país sudamericano es superar el subdesarrollo con el mínimo posible de alianzas o integraciones, las cuales deben hacerse sólo con vecinos afines con los que no haya habido una historia de guerras, invasiones o robos territoriales. Por último, si no se supera el subdesarrollo, todo seguirá igual y no nos afectará, nada se pierde. En el Perú, al menos, sabemos que seremos pobres muchos años más y seguir siéndolo no nos afectará gran cosa. Los políticos de nuestros países que hablan de eliminación de la pobreza son simplemente rateros y farsantes. Ésa es la realidad (¿o tú confías en los políticos, ah?).

3) Dices que desde niño nunca has sabido que Chile tenga intención de invadir el Perú y que es bueno conocer “la otra historia”. ¿En la escuela no te enseñaron que en la guerra de 1879-1883 tu país robó los territorios de Bolivia y del Perú aprovechando que ambos países agredidos estábamos en la bancarrota económica y en el caos político? ¿Las invasiones chilenas al Perú de 1837 y 1879 no son para ti indicador suficiente de agresividad? ¿Y qué hay del triángulo de suelo tacneño (37 000 m2) que hoy Chile controla desconociendo el punto Concordia, que el tratado de 1929 ubica claramente en la orilla del mar? ¿Esa usurpación que ocurre en este momento no significa nada, no es una provocación, no indica la intención chilena de robar más territorios? Tu caso es el de una persona bienintencionada que ha sufrido el engaño del sistema educativo y de la prensa de Chile, por eso expresas tanta sorpresa ante la realidad reinante. Imagínate, he leído a un analista chileno que se queja de que haya una mala relación entre Chile y sus vecinos (¡como si Chile nunca hubiera robado territorios!)… ¿se pasó de sinvergüenza o de ingenuo?

4) Nosotros no fomentamos el odio. Hay un dicho común en todo el mundo hispanoparlante: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. En aplicación de ese pensamiento, los peruanos deseamos que Chile retire su embajada, que se vayan las empresas chilenas, etc. No viéndolos estaremos más tranquilos, ya no habría rumores de paz o de guerra, simplemente nos ignoraríamos; y estoy seguro de que los chilenos se sentirían felices de no tener relaciones diplomáticas con un país como el Perú, que de parte de los chilenos recibió muerte, robo y terrorismo en la guerra de 1879-1883.

5) Aunque el bienestar de Chile debe mucho al territorio que quitó al Perú y a Bolivia, los peruanos no sentimos envidia de Chile; si Uds. tienen menos pobres que nosotros, a buena hora; si son exitosos en su comercio internacional, ¡provecho! Pero dadas las circunstancias históricas que hemos vivido, lo más razonable es que cada país siga su rumbo, pacíficamente. Chile y el Perú no tenemos un destino y un futuro común, cada uno de nuestros países tiene intereses diferentes y opuestos, y es necesario que en ambos lados de la frontera tengamos conciencia de eso y difundamos la verdad. Lo que hasta ahora sí es inevitable, desgraciadamente, es que seamos vecinos (¡bien sabes que Chile y Perú somos vecinos recién después de que la fuerza armada chilena despojó de su litoral a Bolivia y en seguida atacó al Perú!).

6) Es muy bueno que no haya confianza entre el Perú y Chile; los peruanos no podemos confiar del país que usurpa Arica y Tarapacá; y los chilenos saben y entienden que todo despojado debe recuperar lo que le roban. Si tuvieran sangre en la cara y cordura, los chilenos no deberían invertir en el Perú; deben invertir en países lejanos. Invertir en el Perú es una provocación a los peruanos y los cínicos que ponen su plata acá siempre tendrán la incertidumbre de la expulsión de sus empresas, que son indeseables. El problema es que, durante el gobierno corrupto de Alberto Fujimori, cuando este individuo creó una ciénaga putrescente, empezaron a echar raíces en el Perú los capitalistas chilenos, cohechando a medio mundo y repartiendo coima a diestra y siniestra. Es una ilusión pensar que pueda terminar bien algo que empezó en el pantano de la inmoralidad generado en la dictadura vendepatria de Fujimori.

Algunos periodistas y políticos peruanos vendidos a Chile —sí, existen— dicen que las empresas chilenas dan trabajo, ocultando que en una economía libre siempre hay empresarios extranjeros que vienen a poner su plata y de todas maneras hay trabajo. Los inversionistas chilenos, que se colaron en la época de la corrupción, no son la salvación de nadie, y por el volumen del dinero que tienen acá son un problema para  la seguridad nacional. Pero tarde o temprano caen el árbol más frondoso y el edificio más alto.

7) Los sentimientos adversos del pueblo peruano hacia Chile como estado depredador y parasitario no afectan a los ciudadanos chilenos que viven acá, quienes son bien tratados, no son objeto de burla ni se les insulta como hacen en Chile con los peruanos (¡acá hemos visto los videos en que en calles y plazas de Chile se insulta y ofende al peruano por su apariencia física y por su pobreza!). Ten la seguridad, Esteban, que si visitas el Perú, comprobarás que nadie te va a molestar, que nadie se va a burlar de ti ni te va a ofender porque eres chileno; eso también pueden decírtelo tus paisanos que visitan el Perú; pero sí comprobarás que todos los peruanos tienen presente que Chile sigue usurpando Arica, Tarapacá e Iquique. Si eres curioso e inquisitivo, pregunta a los peruanos que veas si les gusta que Arica, Pisagua, Tarapacá e Iquique estén en manos chilenas.

8) Debemos partir del principio de que Chile no necesita del Perú ni el Perú necesita de Chile; cada uno debe seguir su propio camino. En lo que respecta al gas, por ejemplo, Chile, que posee grandes reservas de divisas internacionales, no debe adquirirlo de Bolivia ni del Perú, debe comprarlo de países a los cuales no haya invadido. Acá es un escándalo completo, sublevante, el hecho de que Chile ha sobornado a políticos, diplomáticos y periodistas para intentar lograr que el gas del Perú llegue a Chile… ¡no puede ser! Otro tanto sobre el espacio aéreo: la aviación civil peruana no necesita hacer vuelos a la Antártica, no necesitamos el espacio aéreo de Chile; por eso nos indigna ver que aviones chilenos utilicen el espacio aéreo peruano y aeropuertos peruanos, pudiendo pasar de frente hasta Quito o Panamá, sin sobrevolar espacio aéreo peruano. ¡Qué tal antojito de pasar por el Perú!

En conclusión, somos países separados por una luctuosa historia, y el mejor camino a la paz es que hagamos las cosas independientemente, quizá olvidando las sangrientas invasiones chilenas, para lo cual el paso inicial es que Chile retire su embajada en el Perú, y el Perú haga lo propio; y si es posible que se cierre la frontera a todo trato y comercio.