Sobre peruano asesinado en Chile

 Con tristeza he leído el artículo "Otro peruano asesinado a golpes en  Chile". Cuidado. Me parece muy poco conveniente e injusto publicar artículos como éste, no sólo para el pueblo chileno, sino también para los peruanos.


 Si bien pueden existir problemas de convivencia en algunos sectores, como los hay entre cualquier grupo de seres humanos, sean chilenos, japoneses o  africanos, la gran mayoría de los chilenos no somos asesinos ni odiamos a los peruanos. Por el contrario. Yo he conocido y querido a peruanos  maravillosos.

 Me parece que artículos de este tipo sólo generan más odio y así los seres humanos no surgen, no crecen, no avanzan, ni llegan a ser felices.

 Le recuerdo al autor de ese artículo un trozo de la conocida oración de San Francisco: "Señor, que donde haya odio, ponga yo amor"....

 Rezaré por él, por los peruanos residentes en Chile y por todos los chilenos, para que aprendamos a aceptar las diferencias y a convivir en  paz, como verdaderos hermanos en Dios.
 
soledad
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.


Apreciada Soledad:

La publicación del artículo sobre el peruano asesinado en Chile debe verse dentro de un contexto específico, cual es el de la animadversión al Perú y a los peruanos por parte de un importante sector de chilenos. La televisión local ha mostrado videos en los que en las plazas públicas cómicos callejeros chilenos divierten a la gente diciendo chistes o haciendo bromas en que los peruanos son denigrados y ofendidos. Es posible que esa conducta ligera predisponga a algunos chilenos a asumir conductas hostiles y violentas contra los peruanos. Son incontables los peruanos en Chile que se quejan de maltratos.

Por otro lado, en Chile hay asesinatos de peruanos como en el Perú asesinatos de chilenos, pero son casos en que no está por medio el odio por la nacionalidad. Por ejemplo, hace pocos años el empresario chileno Hochschild Plaut fue asesinado en Lima pero no porque fuese chileno sino porque acá hay bandas de secuestradores y asaltantes que no hacen ninguna distinción de nacionalidad; simplemente asaltan y matan; sabemos que en Chile pasa otro tanto, pero hay que saber percibir las diferencias.

A raíz de la guerra de 1879-1883 y de la usurpación de nuestros territorios de Arica, Tarapacá e Iquique, existe y existirá en el Perú un ánimo adverso hacia Chile como estado y país, eso es algo que no se puede ocultar o negar; pero tal estado de ánimo no se extiende a los individuos, a los chilenos. Acá los chilenos residentes no son ofendidos ni hostilizados, viven tranquilos. Nunca se va a ver en el Perú personas que estén fomentando el odio contra los ciudadanos chilenos.

Si por motivación de nacionalidad se producen asesinatos de extranjeros residentes en nuestros países, hay que darlos a conocer, hay que publicitarlos. Entendemos que Ud. es una persona que revela ciertos sentimientos humanitarios y religiosos, pero nada de eso viene al caso; dejemos de lado los temas religiosos. ¿Acaso no sabe que en Arica se ha construido una gran estatua de Jesucristo, llamada “Cristo de la Concordia”? ¿Quién no se da cuenta de que han puesto la estatua allí como para dar por oleada y sacramentada la apropiación del territorio peruano por parte de Chile, como para pasar un barniz religioso al despojo territorial? Además, la iglesia católica chilena tiene una herencia criminal, pues alentó y predicó la guerra contra el Perú y la destrucción de los peruanos. Solían decir que hay que castigar a los peruanos degenerados. Lo peor de todo es que los católicos chilenos de hoy no piden perdón por ese negro pasado. Claro está, tampoco la jerarquía católica chilena lo hace y mucho menos predicará el arrepentimiento con la debida reparación que corresponde: la devolución de los territorios robados. Así que si los chilenos católicos quieren hablar, primero prediquen eso, de lo contrario sus palabras serán nada más que superfluas y vacías, lejanas de lo que la Iglesia enseña, es decir, acompañar las palabras con las obras. ¿Cómo creer que el ladrón pide perdón a su vecino por lo que le robó, pero no le devuelve el producto de su latrocinio? Seamos francos, la Iglesia Católica enseña que hay que reparar el daño causado como parte del arrepentimiento.