Paro agrario, fertilizantes y petroquímica
Lacrimogenas en protestas

Humberto Campodónico


En agosto del 2007, al poco tiempo de asumir Ismael Benavides el Ministerio de Agricultura, este lanzó varios ataques contra el ministro saliente, Juan José "Chiquitín" Salazar, de los cuales luego se tuvo que disculpar. Uno de ellos fue cuestionar la autorización para otorgar una garantía de S/. 5 millones para la importación directa de úrea, coordinada entre Agrobanco y la Junta Nacional de Usuarios de Riego.


Como consecuencia, la importación no se realizó lo que, según los agricultores, es necesario porque las tres empresas importadoras (Corporación Misti, Molinos y Servicios Agrícolas) forman un oligopolio que tiene el 70% del mercado y cobra altos precios (ver www.cristaldemira.com, 10/8/07). A esto se agrega que el insumo para producir úrea, el gas natural, ha subido, sobre todo por el alza del petróleo y, también, por una mayor demanda de los países asiáticos.

Pero después del paro agrario, el ministro ha cambiado. Ahora ya no dice, como en agosto, que el dinero para la importación de úrea "se debía utilizar en préstamos para pequeños productores". Ahora dice que "los precios de los fertilizantes podrían bajar hasta 30% si la Junta de Usuarios importa estos insumos directamente del exterior, evitando a los intermediarios para evitar la cadena de comercialización interna que eleva los precios". (Andina, 23/2/08).

Ahora la importación estará financiada con 10% de recursos del Ministerio de Agricultura, 10% de los productores y 80% del Agrobanco. O sea que ahora Benavides piensa igual que "Chiquitín", pero con 6 meses de retraso, lo que contribuyó a exacerbar los ánimos de los agricultores.

Aquí hay varios problemas de fondo. El primero es que hay fallas del mercado porque existen cadenas oligopólicas, algo que sucede también en otros sectores. Por eso es que muchos precios no bajan, a pesar del dólar barato y la reducción de aranceles, como lo viene constatando el propio presidente García.

Un segundo problema es que se ha dejado al "libre mercado" la producción de úrea por parte de la industria petroquímica (que va a utilizar el gas natural de Camisea). En lugar de asignar esa tarea al consorcio formado por Petroperú y Petrobrás, se dejó que el consorcio Camisea venda el gas a una pequeña empresa de EEUU (apenas factura US$ 2,500 millones), cuyos planes de inversión avanzan lentamente.

Tercero, cuando esté constituida la petroquímica, la úrea se venderá en el mercado interno al precio de paridad de exportación, lo que quiere decir que solo nos ahorraremos el costo del flete. El problema es que la úrea costaba, incluyendo flete, US$ 120/tonelada en el 2001 y ahora bordea los US$ 400/tonelada. Si el precio del petróleo sigue subiendo, también subirá el del gas y la úrea.

Pero el gas para el Perú no tiene por qué subir porque el Lote 88 revirtió al Estado cuando la Shell lo dejó en 1998 después invertir US$ 400 millones. Es por eso que tenemos un precio mucho más bajo que el internacional para la electricidad y el consumo doméstico.

Lo mismo debe regir para la porción de úrea que se produzca para el mercado interno, mientras que, a la hora de exportar, sí se debe hacer a precios internacionales. Pero nada de esto dice la Ley 29163 (Ley de la Petroquímica) y el reglamento aún no se promulga. Si prima el concepto neoliberal, tendremos úrea cara y agricultores descontentos. Entonces, ¿para qué nos sirve el gas de Camisea que revirtió, gratis, al Perú?

El problema principal es que en la úrea, como en la petroquímica y en general en todos los sectores, no existe visión de largo plazo. Se enfrentan los problemas solo cuando suenan las alarmas. Y con visiones de corto plazo, como la importación directa que hoy abraza Benavides la que, siendo necesaria, no resuelve el problema de fondo. ¿Hasta cuándo?

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