Chile en grave crisis energética

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Por Humberto Campodónico

El gráfico de este artículo proviene del Portal Internet de la Comisión de Energía de Chile (www.cne.cl) e indica, en %, las restricciones a los compromisos contractuales de exportación de gas de Argentina a Chile desde mayo del 2004 hasta junio del 2008. El máximo contratado es 860 millones de pies cúbicos diarios (mmpcd) y se aprecia que, desde mediados del 2007, está afectado el 90% de lo contratado.

 


El problema para Chile es que, a fines de los 90, comenzó a cambiar su matriz energética para usar el gas argentino, construyéndose varios gasoductos trasandinos, siendo los más importantes los que van a Santiago, Concepción y dos gasoductos en el norte. Así, en el 2006 el consumo de energía primaria estaba compuesta por petróleo (40%), gas natural (24.5%), carbón (11.6%), hidroelectricidad (8.4%) y leña (16%). Diez años antes, el consumo de gas solo llegaba al 10% del total.

El menor volumen de gas argentino ha afectado sobremanera al sector eléctrico, cuya capacidad instalada con centrales térmicas de gas es de 35%, las hidroeléctricas tienen el 40% y el resto son a carbón, petróleo y energías renovables. Como las térmicas ya no pueden usar gas, recurren al diesel que, aparte de contaminar más, ha cuadruplicado su precio. Por ello, la electricidad es ahora más cara, para todos los sectores económicos, sobre todo el cuprífero, lo que ha incidido en el alza del precio internacional del cobre.

Esto le quita competitividad al país y ha motivado, por ejemplo, que la CMPC (del Grupo Matte, con negocios forestales, de celulosa y papel) haya anunciado que invertirá en el Perú. Hasta ahora el consumo doméstico de Santiago no ha sido afectado y Argentina ha anunciado que enviará a Chile al menos 70 mmpcd. El problema se ha agudizado porque Chile está atravesando la peor sequía en 50 años y las reservas de agua están 36% por debajo de sus niveles normales. Esto hace que entren a generar electricidad más centrales a diesel, más caras e ineficientes.

Para solucionar el problema, el gobierno impulsó la construcción de una planta de regasificación de Gas Natural Licuado (GNL) en Quintero, cerca a Valparaíso, que debe funcionar el próximo año. Pero este GNL que viene en barco se cotiza a precios internacionales ligados al precio del petróleo. Actualmente, ese precio es US$ 12 por mil pies cúbicos (mpc), que cuadruplica al que se pagaba a Argentina. En el Perú, el precio del gas de Camisea para electricidad es de US$ 2,50 por mpc, puesto en Lima.

La cereza de la torta es la huelga de 100,000 camioneros que comenzó esta semana, protestando por el alza del precio de los combustibles (recordemos, además, que Chile importa el 95% del petróleo que consume). Por ello, el gobierno decidió aumentar el Fondo de Estabilización en US$ 1,000 millones. Pero eso no fue suficiente y, ayer vienes, los camioneros lograron que el gobierno reduzca en 80% el impuesto selectivo al diesel, con lo que accedieron a levantar la huelga.

La lección de los problemas de Chile es que el gas de Camisea del Lote 88 y del Lote 56 es nuestro pasaporte a la independencia energética porque su precio no está indexado al del petróleo (Shell abandonó los campos y revirtieron, gratis, al Estado). La prioridad es el abastecimiento del mercado interno, lo que apenas alcanza para 50 años con el Lote 88 y 56, lo que nos dice que solo se debe exportar el gas de nuevos descubrimientos, como el de Repsol en el Lote 57 y el probable de Petrobrás en el Lote 58.

La integración energética regional, anhelo sudamericano, solo puede darse si, primero, se garantiza la seguridad nacional del abastecimiento. Lo que implica no exportar el gas de Camisea, para evitar así una crisis energética como la de Chile y la de Argentina.

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