Soberanía alimentaria para luchar contra la inflación

Por Humberto Campodónico


El Perú es uno de los pocos países importadores netos de alimentos de América Latina, en una situación internacional de fuerte alza de precios. Hasta el 2007, esta alza tuvo un impacto mediano en la inflación de Alimentos y Bebidas que mide el INEI para Lima Metropolitana: 6.1% en todo el 2007. Las cosas han cambiado desde entonces, pues de julio del 2007 a junio del 2008, la inflación de alimentos, dice el INEI, fue 9.82%.

Perú: Importaciones CIF enero-mayo (en US$ millones)

Según la Revista Agronoticias (con información del Ministerio de Agricultura), el valor de las importaciones alimentarias en el periodo enero-mayo del 2008, con respecto al mismo periodo del 2007, aumentó 51%, de US$ 849 a 1,284 millones (ver cuadro), cifra enorme. Este aumento se traslada a los consumidores y es causa directa de inflación.

Algunos productos tienen aumentos espectaculares (ver cuadro) como el trigo, arroz, aceite de soya, avena, extracto de lúpulo y maíz para siembra. Este aumento se debe, de un lado, al alza de precios ya mencionada y, de otro, al aumento de fletes por el alza del precio del petróleo. Todo esto a pesar de las sucesivas rebajas arancelarias del ministro Carranza, política fracasada que debe corregirse.

El problema de fondo es que el Perú no tiene una política de soberanía alimentaria. Para los neoliberales, eso no importa, pues si los alimentos no se producen localmente, hay que importarlos. Punto. Pero sucede que esta política, impulsada por el Banco Mundial, el FMI y el BID para los "países en desarrollo" también ha fracasado, a tal punto que ya comenzaron su autocrítica.

Sin embargo, EE. UU., Europa y Japón sí tienen una política de soberanía alimentaria, lograda con enormes subsidios a la agricultura. Durante decenas de años nos vendieron sus productos baratos subsidiados, lo que debilitó nuestro agro. Pero esa era ha terminado, pues han surgido nuevos actores y factores: el aumento de la población mundial, el crecimiento de China e India y la promoción de los biocombustibles (que sustituye cultivos de panllevar).

Por eso, hay que dar un giro de 180 grados en política agraria para lograr la soberanía alimentaria, dando lugar a la concertación entre productores y consumidores, con apoyo del Estado. Debe apoyarse la producción nacional de alimentos, lo que implica asistencia al agricultor, una activa política de reducción de sus costos (el ministro Benavides prometió la importación directa de fertilizantes, que había dejado lista el ex ministro Salazar, pero hasta ahora nada) y el combate a los oligopolios especuladores.

Sin embargo eso no basta, pues la producción puede aumentar, pero si el precio que rige en el mercado interno es el mismo que el internacional, entonces la inflación proseguirá. Un ejemplo claro y fácilmente comprensible se da con el petróleo: como los precios internos siguen a los internacionales, aún si se encontrara petróleo en el Perú, los precios internos serían los mismos que en el mercado internacional.

Lo que hay que hacer es quebrar esa lógica, pues se ha revelado inservible y ya es obsoleta. Hay múltiples iniciativas para lograrlo, pero se requiere voluntad política. El problema es que a la lógica de mercado no le interesa la soberanía alimentaria sino el uso de la tierra con fines comerciales, por ejemplo, para exportar más productos "gourmet" a EE. UU., aprovechando el TLC. Esa es la política del actual Ministerio de Agricultura, que tiene estancada a la producción agrícola. Por eso, el combate a la "inflación importada" de alimentos pasa por terminar con la actual "política" agraria.

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