Economía de EE. UU.: de burbuja en burbuja

Por Humberto Campodónico

La crisis de la economía norteamericana comenzó siendo una crisis financiera del mercado hipotecario que afectó al sector bancario y a los bancos de inversión, pero en los últimos meses se ha transformado en una crisis del sector productivo (General Motors y Ford están al borde de la quiebra). Así, ya no se duda de que hay una recesión en marcha y ahora las preguntas son: ¿cuánto y cuán profunda será la recesión? ¿Estamos frente a una crisis sistemática que se transmitirá al conjunto de la economía mundial?


Sin embargo, son pocos los que analizan las causas originarias de la crisis. Uno de ellos es el economista Robert Brenner, de la Universidad de California, que adopta un enfoque de largo plazo. Dice Brenner (*) que, desde 1973, el comportamiento de la mayoría de las variables económicas claves —como el crecimiento del PBI, la inversión, el empleo y los salarios— de los Estados Unidos, Japón y la Unión Europea ha sufrido un deterioro sistemático.

Para tratar de revertir el deterioro, en los 70 y 80 se aplicó la política keynesiana tradicional: estimular la economía con fuertes déficits fiscales. Pero el crecimiento no fue significativo. Por ello, en los 90 —en el gobierno de Clinton— se produce un cambio radical de política, la del equilibrio fiscal.

Tampoco esta política tuvo éxito. Dice Brenner: "Como no se recuperó la rentabilidad de las empresas, la política de equilibrio fiscal desembocó en un fuerte golpe a la demanda agregada, con el resultado siguiente: en la primera mitad de los 90, tanto EE. UU. como Japón enfrentaron recesiones devastadoras, las más fuertes desde la posguerra, y EE. UU. sufrió el llamado "crecimiento sin empleos".

Eso llevó a reemplazar los déficits fiscales con los déficits del sector privado y la inflación de activos, lo que llama "keynesianismo de alza de precios de activos" o simplemente bubblenomics. Esta economía de las burbujas permitió el aumento del crédito que sustentó la fuerte expansión de la inversión y el consumo: "la llamada nueva economía (economía Internet) fue la expresión directa de la histórica burbuja de los precios de los activos de 1995 al 2000".

Brenner dedica un largo capítulo a la "represión salarial" o política de deterioro de los sueldos. Sin embargo, a pesar de las burbujas y la represión salarial, no mejoró la rentabilidad (en la década del 90, dicha tasa fue apenas superior a la del 70) porque "su origen es la tendencia crónica a la generación de un exceso de capacidad productiva en el sector manufacturero y en el de la información y del conocimiento".

Esta sobrecapacidad hizo estallar la burbuja Internet en el 2001 y dio inicio a la recesión. El problema se agravó, dice Brenner, porque el Fed, liderado por Alan Greenspan, decidió enfrentar la recesión reduciendo la tasa de interés, que descendió a cero, en términos reales, por 3 años. Se creó una nueva burbuja que infló los precios de los activos, sobre todo los inmobiliarios. Así, del 2003 al 2007, hubo una explosión sin precedentes en los créditos hipotecarios, lo que gatilló el alza del precio de las casas y, también, de una mayor riqueza de los hogares, aunque ficticia.

La consecuencia de las "burbujas" es que el crecimiento del sector financiero prima ahora sobre el sector real. Peor aún, la desregulación financiera hizo crecer la burbuja a tamaños insospechados debido a las hipotecas basura (subprime), otorgadas a personas que no tenían respaldo económico para pagar sus deudas. El fondo del asunto es que las dos burbujas no han logrado revertir el debilitamiento generalizado del sector real de la economía de EE. UU.: la rentabilidad, la inversión total, las exportaciones e, incluso, el consumo privado. Ese es el quid de la cuestión.

Dice Brenner: "La actual crisis podría ser la más devastadora desde la Gran Depresión de los 30. La crisis nos hace ver que hay problemas profundos que no han sido resueltos por la economía real. La combinación, de un lado, de la debilidad de la acumulación de capital y, de otro, del desplome del sistema bancario, es lo que hace que la caída sea virtualmente inmanejable para las autoridades, al mismo tiempo que vuelve más seria la posibilidad del desastre". (Una crisis devastadora en marcha, enero del 2008).
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(*) Robert Brenner, The Economics of Global Turbulence, Nueva York, Verso Books, 2006.

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