Desregulación financiera e inicio de la crisis sistémica


Por Humberto Campodónico


En 1999, el presidente Bill Clinton firmó la derogatoria de la Ley Glass-Steagall de 1933. La ley tenía como objetivo poner una muralla entre las actividades y operaciones que pueden realizar los bancos "normales", diferenciándolas claramente de aquellas que pueden realizar los llamados "bancos de inversión".


Después del crack de la Bolsa de 1929, en 1933 se produjo una enorme crisis bancaria, que llevó a la quiebra al sector. La mayoría de analistas dijo que esta había sido causada porque los bancos habían sobrepasado su rol tradicional de intermediarios financieros: recibir depósitos para prestarlos a quien los necesite. Cierto: los bancos habían incursionado en los mercados de capitales: estaban en la Bolsa, emitían bonos y financiaban fusiones y adquisiciones de empresas, entre otras actividades.

Por tanto, la Ley Glass-Steagall (GS) se dio para evitar que, en el futuro, los bancos realicen actividades especulativas. Además, con esa Ley se estableció el Seguro Federal de Depósitos (FDIC, en inglés) para proteger los ahorros de los accionistas de los bancos "normales". Se aprecia claramente que la ley quiere regular el sector, para evitar los comportamientos irracionales que caracterizan a la banca de inversión.

La Ley GS (así como otras que regulaban el sector) tuvo 50 años de vida más o menos tranquila. Pero a mediados de los 80, el avance de la globalización hizo que la Inglaterra de Margaret Thatcher comenzara la desregulación financiera, el llamado "big bang". En EEUU, bajo el gobierno de Ronald Reagan, los nuevos directores del Fed (Banco Central) comenzaron a "reinterpretar" la Ley GS.

En 1990, Alan Greenspan, Jefe de la Fed (que venía de J.P. Morgan) permitió que… J.P. Morgan —nada menos— se convirtiera en el primer banco que, nuevamente, pudo emitir papeles financieros. En 1996, el mismo Greenspan emitió un dispositivo que permitía que empresas subsidiarias de los bancos puedan participar en negocios de inversión hasta en un 25%.

La fresa de la torta fue la fusión en 1998, antes de que se derogue la Ley GS, entre una compañía de seguros (Travelers), uno de los más grandes bancos de inversión (Salomon Smith Barney) y el principal banco "normal" (Citibank). El "lobby" de las fusionadas fue tan grande que, un año después, el Congreso derogó la Ley GS, lo que fue firmado por el presidente Clinton.

Caída la muralla, comenzó la "consolidación", eufemismo para "concentración oligopólica de enormes proporciones". Y volvieron al mercado de divisas y el de capitales, emitían bonos, invertían en el mercado de materias primas, en las Bolsas de Valores, financiaban fusiones y adquisiciones, etc, etc.

La fresa de esta nueva torta fue la creación de los "vehículos de inversión estructurados" que les permitió vender los préstamos basura como si fueran AAA, con la bendición de las calificadoras de riesgo como Moody´s y Fitch (que nos dan el grado de inversión). Desde el Fed, Alan Greenspan alentó la burbuja especulativa, bajando la tasa de interés a 1%.

El resto es conocido. La burbuja estalló a mediados del año pasado, dando inicio a una crisis financiera que se ha convertido en crisis sistémica. Ahora, Greenspan acaba de declarar que "ha encontrado un error en la estructura funcional que hace que el mundo camine. Me equivoqué al presumir que el interés propio de las organizaciones, específicamente los bancos y otros, eran tan importantes que ellos eran los más capaces de proteger a sus accionistas, así como el valor de su patrimonio". ¡Qué tal cuajo!

Es el fin de la era de desregulación salvaje, lo que debe dar lugar a un nuevo orden económico mundial. ¿Será esto posible solo con una mayor regulación? ¿O es que la desregulación agravó la crisis pero no la causó, porque el sistema capitalista tiene fallas intrínsecas? Somos partidarios de esta última tesis, la que retomaremos en un próximo artículo.

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