mendigoPor Alejandro Sánchez-Aizcorbe

Según el conocido Instituto Brookings de los Estados Unidos (http://www.brookings.edu/research/interactives/2014/hamilton-policies-addressing-poverty), en 2012, el 15 % de los estadounidenses, 30.4 millones de adultos y 16.1 millones de niños, vivían en la pobreza.

 Consecuencia de la contumacia o persistencia en el error, la pobreza es el principal enemigo de la humanidad y una de las causantes del calentamiento global. Uno de los primeros pasos para derrotarla es derrotar a las guerras de aniquilación masiva, criminalizar las políticas de austeridad, controlar la especulación financiera y priorizar la sustentabilidad de la especie humana como factor crucial de la continuidad de la vida en el planeta.

Hay quienes dirán, como aquellos peruanos que decían que el problema del indio se solucionaba matando a los cinco millones de indios que en ese entonces había en el Perú, que la bancarrota de los Estados Unidos se resuelve matando a los 16.1 millones de niños y a los 30.4 millones de adultos en situación de pobreza. La sandez parece carecer de límites pero ahí está, acechando.

La solución no es marciana ni lunar. Existen disyunciones políticas, sociales y económicas muy terrenales que implican el suicidio en masa o la opción por la vida. Las decisiones se deben tomar sin tardanza salvo que condenemos a nuestros descendientes a la distopía terminal.

O la sociedad civil gobierna a las corporaciones, al capital financiero y sus fuerzas armadas, o la troika continúa con su injustificable proceso de destrucción. Desgraciadamente, el problema de la troika no se reconoce como problema  que merezca una iniciativa de solución entre las importantes iniciativas para combatir la pobreza que recomienda el Instituto Brookings. Sin coger el toro por las astas, lo demás vale pero sólo como paliativo.