La dictadura de los accionistas


Por Humberto Campodónico


Después de la crisis asiática de 1997-98, dos fenómenos concurrentes han caracterizado el estilo de crecimiento de los países industrializados (PI). De un lado, los accionistas han priorizado el aumento del valor de sus acciones, por encima de las necesidades productivas de la empresa. De otro, el descenso pronunciado del salario real en esos mismos países no se ha visto acompañado de la baja correspondiente en los niveles de consumo, pues los trabajadores han tenido acceso a otros medios de compra.


Estas son dos de las ideas centrales del libro Desórdenes en el capitalismo mundial, del economista francés Michel Aglietta (Ediciones Odile Jacob, París, 2007), que dice que el punto de partida de estos desórdenes tiene su raíz en el estilo de crecimiento postcrisis de las economías de los países periféricos. Si bien redoblaron su orientación exportadora, esta vez disminuyeron enormemente los precios de las exportaciones: un año después de la crisis, la baja era de 25% en Corea y Tailandia, 15% en Taiwán y 11% en Malasia. Lo mismo sucedió con China.

Esta inundación del mercado mundial de bienes a precios baratos provocó un “shock deflacionista” e inició un proceso de decisivos cambios en la producción, el comercio y las finanzas mundiales (los que tenían superávits comerciales comenzaron a tener un decisivo peso financiero y viceversa).

Precisamente por ello, en los PI los accionistas comienzan a ordenar a sus gerentes a repartir mayores dividendos. Es lo que Aglietta llama la “dictadura de los accionistas”. Dice que se debe diferenciar entre la maximización de la utilidad de la empresa (lo que tiene que ver con la capacidad productiva, la competitividad y el largo plazo) y la maximización del valor de las acciones en Bolsa.

Para lograr este segundo objetivo se utilizan otras políticas, como “el endeudamiento, la recompra de sus propias acciones, la distribución de ‘opciones de compra’ de acciones a los gerentes de la empresa (para que también tengan el mismo objetivo) y el anuncio de fusiones y adquisiciones de empresas” (p. 35).

Aglietta también nos dice que “el ataque contra los costos salariales ha sido un fenómeno general en los grandes países de la OCDE, después de la implantación de la doctrina del valor accionario de las empresas en los 90” (p. 49). Agrega que “la disminución de la participación de los salarios en el valor agregado producido por las empresas y la baja, más acentuada aún, de la participación de los salarios de los empleados y obreros con relación a los de los técnicos y los gerentes es uno de los rasgos característicos de la distribución de los ingresos” (p. 54).

¿Cómo pudo, entonces, seguir aumentando en los PI el consumo privado, lo que explica el 66% del PBI? Respuesta: aumentó por el endeudamiento continuo de los hogares y, también, por el aumento del valor de los mercados de activos, lo que incluye los bienes inmobiliarios (casas). Es aquí que la baja de la tasa de interés juega un rol funcional al aumento de la deuda de los hogares. Y para que las familias compren casas se necesita que no haya regulación para que cualquiera pueda acceder a una hipoteca.

Así, “la lógica consiste en desplazar el riesgo macroeconómico hacia los hogares. El conjunto del sistema financiero se ha adaptado al funcionamiento de una economía en la cual la deuda de los hogares es la fuente principal de la demanda” (p. 62). En países como el Perú, donde los salarios son bajos pero aumenta el consumo, ¿tendrá relevancia lo que dice Aglietta?

Resumiendo, el nuevo lugar de los países emergentes en la economía mundial y la inundación de los mercados con precios bajos reforzó en los PI la dictadura de los accionistas, lo que llevó a la disminución del salario real. Esto fue compensado con el enorme aumento de las deudas de las familias, para lo cual se bajó la tasa de interés.

También era necesario “saltarse a la garrocha” todo el sistema regulatorio (lo que llevó a los préstamos hipotecarios basura y a la burbuja inmobiliaria) pues este no hubiera permitido el crecimiento de esta modalidad de capitalismo. Lo que nos dice que la “falta de regulación” no es producto de un descuido u olvido. Era necesaria para que siguiera funcionando la “dictadura de los accionistas”. Y miren a dónde nos ha llevado.

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