Después de la aprobación del TLC
Por Humberto Campodónico
mango arbol

La aprobación del TLC por la Cámara de Representantes de EEUU, que ahora es celebrada con euforia por sus simpatizantes, no cambia, claro está, su contenido. Su problema fundamental es que va a introducir serias distorsiones en los mercados agrícolas, pues entrarán al país productos agrícolas subsidiados (lo que no tiene nada que ver con el libre comercio) artificialmente más baratos, lo que perjudicará a los campesinos pobres, sobre todo de la sierra sur.
 
 También el TLC tiene graves problemas en la relación Estado-inversionista (súper favorable al segundo), las compras gubernamentales (ya no podrán dirigirse a los industriales locales) y los servicios (no se pueden establecer requisitos de desempeño). Sin embargo, las enmiendas introducidas por los demócratas, en mayo pasado, mejoran sustancialmente los estándares laborales y ambientales. Hay que volver a resaltar que en estas enmiendas no tuvo nada que ver el gobierno peruano. Simplemente las aceptó.

Desde el punto de vista del impacto económico, casi todos los estudios académicos y consultorías realizadas coinciden en que las mayores ganancias para el Perú "ya fueron", porque nuestros productos entran sin aranceles a EEUU debido a la existencia del ATPDEA desde hace muchos años.

Ciertamente, el ATPDEA consolida esos bajos aranceles, a cambio de la entrada, también con arancel 0 de muchos productos de EEUU, incluidos los agrícolas subsidiados. Por eso, el argumento de EEUU es que antes la calle del comercio era de un solo sentido (favorable al Perú) y ahora será de doble sentido. El informe del USITC estima nuevas exportaciones anuales al Perú por más de US$ 800 millones anuales, lo que será una clara desviación de comercio, en perjuicio de otros socios comerciales.

Algunos estudios afirman que, en su conjunto, el Perú gana con el TLC. Es el caso del estudio de GRADE del 2006 (Análisis y Propuestas Nº 10, www.grade.org.pe). Pero se advierte que hay ganadores y perdedores: gana la costa, y sobre todo Lima, porque la baja de aranceles abaratará productos importados de EEUU. Pero pierde ingresos la sierra rural por la competencia de los alimentos subsidiados.

El resultado es el mismo de la última Encuesta de Hogares (ENAHO): del 2004 al 2006 bajó la pobreza del 48 al 44% en las zonas urbanas de la costa, pero esta (y la desigualdad) se agravaron en los distritos rurales de la sierra. Como el modelo económico sigue igual, continuará el "clivage" entre el sector urbano y el rural.
Desde el punto de vista político, queda claro que hay un evidente triunfo de la derecha económica, que "jaló" al APRA a su proyecto (ésta lo hizo tan, pero tan suyo, que le quiere quitar la paternidad a Toledo) y, también, a buena parte de las clases medias urbanas. Por lo mismo, aquellos que plantearon el "TLC, así no" perdieron la batalla política (me incluyo).

Qué panorama distinto al de Costa Rica, donde la oposición al TLC logró articular un poderoso movimiento social que llevó a un referéndum perdido con las justas. Aunque, ciertamente, hay un (gran) descargo: el APRA traicionó su programa de gobierno y votó por el TLC solo 2 semanas después de la segunda vuelta, entre gallos y medianoche.
Dicho esto, no hay que sobrevender el TLC. En México, 13 años después de su aplicación, no se han solucionado los problemas de empleo, pobreza y desigualdad, lo que ha aumentado la migración (hay 100 millones de mexicanos en México y 30 millones más en EEUU), por lo que EEUU construye un muro en la frontera. ¿Dónde irán nuestros campesinos excluidos? Si van a la frontera, llegarán a Aguas Verdes o a Desaguadero, no a San Diego ni a El Paso.

Ahora, hay que exigir que se lleve a cabo el llamado "TLC hacia adentro" pues, como decía de Soto, se beneficiarán con el TLC tan solo el 2% de los empresarios. En el primer punto de la agenda están las compensaciones a los agricultores perdedores, la vigencia de los derechos laborales y el respeto al medio ambiente.

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