Perú LNG: en los dos lados de la mesa
Por Humberto Campodónico


En 1988 y en 1998, Shell no llegó a acuerdo con el gobierno peruano y el gas de Camisea del Lote 88, descubierto por ellos en 1984 (8.35 billones de pies cúbicos), revirtió al Estado, sin costo alguno. La inversión de Shell fue de US$ 400 millones.

LNG Lote 88 y 56

A fines del 2000, un consorcio formado por Pluspetrol, Hunt Oil y SK, entre otros, ganó la licitación para explotar el Lote 88, que debía abastecer, de manera exclusiva, el mercado interno. Que el gas ya estuviera descubierto explica las (relativamente) altas regalías (37.2%) y los bajos precios para los usuarios eléctricos, industriales, así como domiciliario y vehicular.

En el 2001, Shell abandona el Lote 56 (al lado de Camisea) –después de haber invertido US$ 60 millones y haber encontrado 2.85 BPC– porque la cantidad de reservas no justifica un gasoducto a la costa. Al igual que el gas del Lote 88, este también es un "regalo de Dios" para el Estado peruano.

En el 2004, el Lote 56 es entregado "a dedo", al mismo consorcio del Lote 88. Para ellos, el Lote 56 sí es rentable, pues tienen plantas en el Lote 88 y ductos ya construidos a la costa. En el contrato del Lote 56, las regalías son las mismas que los del Lote 88. Pero hay una gran diferencia. El gas del Lote 56 se transformará en Gas Natural Licuado (GNL) y será exportado.

Para ello, se constituye un consorcio exportador, Perú LNG, que le comprará el gas al consorcio que explota el Lote 56 (y también el Lote 88).

Aquí comienzan los problemas, porque las reservas del Lote 56 no son suficientes para hacer rentable la exportación: se necesitan 4.2 BPC y el Lote 56 solo tiene 2.8 BPC. ¿Qué sucede entonces? Comienzan las movidas en el Ejecutivo y en el Congreso para cambiar las leyes vigentes de manera que el gas del Lote 88 también pueda exportarse. Eso lo logran en el 2005 con la Ley 28552; luego, con el DS-050-2005-EM se renegocia el contrato del Lote 88 y se permite su exportación (www.cristaldemira.com, 16/3/2006).

Lo sucedido es de Ripley: Perú LNG (que compra el gas para exportarlo) consigue obtener una ley que le permite exportar, no solo el gas del Lote 56, sino también el del Lote 88, que es nuestro pasaporte a la independencia energética del petróleo caro. El Congreso actual debiera investigar esta barbaridad.

No solo eso. El contrato con Perú LNG considera que este consorcio compra el gas del Lote 56, lo licuefacta (obtiene LNG) y luego lo sube a un buque metanero para llevarlo a su destino final. Por tanto, debiera ser un proyecto rentable en sí mismo, es decir, solo como compra de gas y venta de LNG. Esto sería correcto si Perú LNG no tuviera nada que ver con el Lote 88 y 56. Pero en Perú LNG el 90% de las acciones son de Hunt Oil, SK y Repsol quienes, a su vez, poseen el 52.8% del Lote 88 y del Lote 56.

Estos 3 socios de Perú LNG participan de las utilidades de la venta del gas y los líquidos del Lote 88 (US$ 275 millones en el 2007), y lo mismo sucederá con el Lote 56. A estos 3 socios de Perú LNG la explotación del Lote 56 les generará utilidades. O sea que están de los dos lados de la mesa.

¿Cómo es posible, entonces, que se considere que el proyecto de exportación tenga que ser rentable solo con la venta de LNG? ¿Acaso los ingresos de estas 3 empresas por la venta del gas y, sobre todo, los líquidos del Lote 56 no financian (en parte) el proyecto de exportación? Hay que considerar que, justamente por ese criterio de rentabilidad hoy vigente, el precio del gas de exportación podría ser menor que el del mercado interno. Así, pues, parece que todo lo de Camisea tiene para rato.

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