Por Alfredo Palacios Dongo

El sistema energético peruano presenta grave vulnerabilidad y fragilidad debido a que el 50% de la energía eléctrica que abastece al país es generada mediante centrales termoeléctricas alimentadas por gas natural de Camisea, cuyo trasladado por la empresa Transportadora de Gas del Perú (TGP) desde Echarate, Cusco, hasta el City Gate en Lurín, es a través de un ducto de 730 kilómetros (para líquidos hay otro de 560 kilómetros hasta Pisco) por lo que si sufriera falla operativa, avería, sabotaje o atentado terrorista, podría ocasionar racionamientos o cortes de electricidad con pérdidas de US$ 800 millones diarios y tarifas incrementadas en 40%.

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La paralización prolongada de trabajos de ampliación del ducto del gas de Camisea puede generar una emergencia energética

Los trabajos de ampliación del actual gasoducto (proyectados desde 2010 e iniciados preliminarmente el 2011, creándose además una comisión especial) se encuentran paralizados más de un año (abril 2012) debido al secuestro, por terroristas, de 36 trabajadores en Kepashiato, y por el atentado, en octubre, al aeródromo de Kiteni destruyéndose tres helicópteros utilizados para supervisar, mantener y reparar el ducto. Dichos trabajos consisten en la construcción de un ducto adicional —de respaldo— de 55 kilómetros alrededor de Kepashiato que vinculará al actual, y la instalación de una planta compresora Kp 127 en Echarte para aumentar, por etapas, el actual volumen de 610 hasta 920 millones de pies cúbicos por día (MMPCD) e incrementar la confiabilidad del trasporte del gas hacia la costa.

Según TGP los trabajos se reiniciarían en mayo de 2014, sin embargo, a pesar de que las FF. AA. y PNP han reforzado los mecanismos de seguridad e inteligencia para resguardar el gasoducto en el Vraem, el presidente de Electroperú, Jaime Hanza, ha manifestado su preocupación por la seguridad en la zona, y, para la empresa clasificadora de riesgo Equilibrium, “las FF. AA., si bien apoyan en la zona crítica, aún no logran brindar las condiciones mínimas de seguridad para retomar la ampliación del ducto”.

Bajo este panorama, dicha paralización podría ocasionar una emergencia a corto plazo en el sistema energético nacional, y además, su deficitaria producción está desnudando la falta de sostenibilidad, eficiencia, seguridad y confianza, debido a que no se ha diversificado la matriz energética pese a la previsible mayor demanda industrial, residencial y automotriz, que crece (9% anual) a tasas superiores a las de la economía, dejándose de invertir en proyectos eléctricos de largo plazo como plantas hidroeléctricas, de energía renovables (casi inexistentes), en líneas de transmisión eléctrica, construcción de termoeléctricas de ciclo dual (permiten usar combustible alternativo al gas), de plantas de regasificación, así como de polos y proyectos de industrialización petroquímicos.

Expreso, Lima 01-06-2013


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