Gasolina: El problema es la “Paridad de Importación”


Por Humberto Campodónico


El paro de los transportistas debe hacer reflexionar al gobierno sobre su equivocada política de “Precios de Paridad de Importación” (PPI), que es la madre de todas las distorsiones en el mercado de combustibles.


Los PPI determinan que el precio de un galón de gasolina 84, 90 o diesel sea igual al costo de estos productos en EE.UU., más el costo del flete. En este cálculo del PPI no intervienen aún los impuestos (que en el Perú son 4 veces más altos que en EE. UU.) ni tampoco los márgenes de comercialización de los mayoristas ni de los griferos.

La metodología del PPI tiene varios problemas, siendo el más importante que el costo del petróleo que determina los precios en EEUU es mayor que el costo del petróleo que adquieren las refinerías peruanas. Un segundo problema es que el PPI calcula el flete de transporte EE. UU.-Perú, que es más alto que el flete desde Ecuador o Colombia, de donde vienen los petróleos que se importan mayoritariamente.

Un tercer problema clave es que en EE. UU., desde hace ya algunos años, son altísimos los márgenes brutos de refinación, que son la diferencia entre el costo de adquisición del petróleo por parte de la refinería y el precio de venta de los combustibles.

Hay varias razones, entre ellas el hecho de que en EE. UU. hace tiempo que no se construyen nuevas refinerías por razones ambientales y, también, el poder de fijación de márgenes que tienen las grandes empresas petroleras, lo que ha motivado protestas de los consumidores y de los líderes políticos. Por lo que fuere, la cuestión es que el PPI le traslada a los consumidores peruanos ese enorme margen.

El Fondo de Estabilización de Precios contribuye a esta distorsión porque su punto de partida son los PPI. En efecto, el Fondo “compensa” a las refinerías para que no suban el precio hasta el PPI, garantizándoles que cubrirá la diferencia, lo que le ha costado al Fisco más de S/. 3,340 millones en los últimos años (ver Cristal de Mira, 9/1/2010).

El Fondo no solo “compensa” a los transportistas y los de a pie, sino también a los que tienen vehículos y a las empresas mineras. Dijo Alan García en el 2008: “Estoy de acuerdo en que el Fondo se debe graduar, porque los que más nos beneficiamos con el subsidio a la gasolina somos los que tenemos vehículos o, por ejemplo, las empresas mineras que usan diesel” (Cristal de Mira, 9/8/2008).

En efecto, las mineras consumen 90 millones de galones de diesel al año y el Fondo las ha subsidiado con más de S/. 200 millones. La pregunta es: ¿por qué siguen allí hasta ahora? ¿Qué le pasó a García? ¿Por qué los que claman contra los “infiltrados” en el Vaso de Leche (los niños mayores de 6 años) o contra programas universales como Juntos, no piden que las mineras salgan del Fondo? ¿Será porque solo se meten con los pobres? ¿Será porque las empresas les pagan el sueldo?

El ministro Enrique Cornejo ha dicho que en el Perú no se regulan los precios y que éstos tienen precios libres. Eso es lo que dice la Ley de Hidrocarburos 26221 de 1993, ciertamente. Pero una cosa son precios libres y otra que se “sobrecompense” a las refinerías con millones de soles debido a la PPI. Los precios libres tampoco tienen que ver con que el Fondo compense a los infiltrados mineros, que tienen enormes sobreganancias por los altos precios de los minerales. Por el contrario, éstas sí debieran pagar los altos precios del petróleo, que es lo que les sucede en otros países.

Hemos llegado hasta aquí y ya no tenemos espacio para comentar los elevadísimos impuestos a los combustibles en el Perú, que deben ser reducidos. Eso sí, siempre y cuando haya una reforma integral del sistema de precios (que se base en los costos reales de las refinerías, eliminando la PPI) y no con puros parches de último minuto para apagar incendios que pudieron ser evitados, lo que es ya una característica de este gobierno. Que se ha repetido ahora.

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