Historia, madre y maestra
La tragedia del 79
Alfonso Bouroncle, Carreón, Studium, Lima

Guerra Perú-Chile 1879. 20 Chile, rapiña y orgía

rapin saqueo chilenos
La expedición chilena desembarcó el día 9 de marzo y después de ocupar el puerto se abrieron expediciones a Islay y Mejía desatándose en cada lugar el saqueo, incendio, destrucción y muerte sin que se respetara nada ni a nadie, en medio de una orgía de sangre y alcohol de la soldadesca chilena dirigida por sus oficiales que, con gran entusiasmo apremiaban el saqueo y devastación. El capellán J. Eduardo Fabres, chileno, que desembarcó el 10 de marzo, narra en "El Estandarte Católico" de Santiago en marzo de 1880: (43).


"Serían como las doce de la noche del día 10 de marzo, cuando desembarqué en el muelle, y me dirigí inmediatamente a mi alojamiento, en donde encontré a la gente muy tranquila, pues no había habido nada de lo que se había dicho del enemigo. El incendio estaba en su mayor fuerza, la iglesia ardía completamente. Yo no me atreví a ir a ver el fuego de cerca, pues se sentían tiros a cada momento. . . Al día siguiente. . . El incendio aún no se había extinguido del todo. . . Varias familias todas ellas de pobres, se habían refugiado en la plaza, en donde lloraban y pedían misericordia, pues creían que todo el pueblo iba a ser quemado, y que a ellas las iban a matar. Trabajo inmenso me costaba sosegarlas, asegurándoles que nada les iba a suceder. En lo mejor de mi perorata, un tremendo estallido que rompió los vidrios de la casa delante de la cual estábamos, haciéndola conmoverse como un terremoto.. .

La mayor parte de las casas habían sido saqueadas por los soldados del 3° de línea y. . , varios otros soldados de los otros cuerpos. . . El jueves y viernes (11 y 12 de marzo) el incendio continuó y también la destrucción de la estación. En ésta el gobierno peruano ha perdido de cinco a seis millones de pesos, pues era una magnífica estación, muy superior a la de Santiago y Valparaíso. El viernes se permitió saquear la parte de la aduana que estaba sobre el muelle y que debía ser quemada y que contenía muchísimas mercaderías y licores".

Sobre el mismo tema el periodista e historiador chileno Vicuña Mackenna en publicación de "Los Tiempos" del 29 de enero de 1880 escribe además de los relatos similares a los del sacerdote, que: (44)

"Tal era el horrendo espectáculo que ofrecía la población, convertida en devoradora pira, a los que a esas horas se encontraban en tierra. . . mas o menos, todos los cuerpos de la expedición, se marcharon de aquella orgía, iluminadas por las llamas de una universal destrucción, porque la dinamita había hecho saltar la magnífica estación de Mollendo, y todos los edificios públicos, al paso que su material de explotación, saturado de petróleo, ardían en inextinguibles piras, atizado el fuego por soldados de Chile, conforme a órdenes superiores y a instrucciones exactas. . . por fin. . . logró reembarcarse la expedición a la vista del amedrentado enemigo, y sin mas fruto que aquella vergonzosa y tan horrible y mal aconsejada devastación. Tres o cuatro millones destruidos, funestas escenas de inmoralidad para el soldado y la carga de un camello de reclamaciones diplomáticas, he allí en conjunto el fruto de la fatal expedición de Mollendo, que no había tenido sino una compensación; la de alumbrar con la riqueza acumulada de un pueblo los densos horizontes de una noche de horror. Lindísimo espectáculo dicen que representaba en la noche del 10 al 11, un área de terreno como de 18 leguas cuadradas, iluminando los cerros y las ondas del océano del incendio que a la vez consumía a Mollendo, Mejía e Islay.

"Los extranjeros, avalúan las pérdidas sufridas por los peruanos en la destrucción de Mollendo, Islay y Mejía, muelles, estaciones, etc. en ocho millones de pesos. . . No; la historia para ser tal, para merecer su nombre y servir de enseñanza a los pueblos, tiene que ser inexorable en su exposición, como en sus fallos*. Y concebida así la expedición de Mollendo no fue sólo un grave error militar sino una vergüenza para nuestras armas. Fue un Tarapacá moral . . .".

El jefe de la expedición coronel Barbosa salió en inspección y pillaje a Mejía, continúa narrando Vicuña Mackenna: (45).

"Al llegar el coronel Barbosa a Mollendo se le presentó un espectáculo de horror; la orgía de un ejército desbandado entre las llamas de un incendio.. . A las dos y media de la tarde (del 11) comenzó el resto de la expedición, pues ya el 2° de línea había marchado a Islay, a desalojar sus cuarteles para incendiarlos, lo mismo que los demás edificios públicos del pueblo. Fuera de los edificios destrozados e incendiados se quemaron también unos cien carros del ferrocarril y se destrozó la vía férrea, y parte del sólido muelle de fierro del puerto que a causa de la premura del tiempo, y de la perfección del trabajo solo pudo ser destruido en muy pequeña parte. Durante toda la tarde y la noche del 11 se ocuparon las tropas en la obra de destrucción".

La vergüenza no sólo fue para Chile. El nuevo y joven Prefecto de Arequipa, gran amigo de Piérola y de la vida social, que recién había llegado a su sede y con pleno desconocimiento del sur del Perú y también de su responsabilidad, don Carlos Gonzales Orbegozo, en su primer actuar político y con una fuerza de 2500 hombres a sus órdenes, conoció la noticia por telégrafo del desembarco de los chilenos en Islay el día 9 a la una de la tarde, y a lo más que se atrevió, no se sabe si prudencia o terror, fue dejar 10 batallones, los mejores en Arequipa, y partir recién al día siguiente, avanzando con tal lentitud que sólo pudo contemplar la desolación que los chilenos cometieron en su retirada de Mejía. Lo increíble fue que avanzó en tren, en carros que la misma tropa debía empujar.