... pero prochilenos proclaman hermandad

La triada histórica del terror

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Patricio Lynch
Abimael Guzmán Víctor Polay
 

El día 5 de abril de 1879, fecha de la declaratoria de guerra de Chile al Perú, marca el inicio de una era de desgracias para nuestro país, atribuibles no sólo al país delincuente del sur sino también a peruanos que consciente o inconscientemente trabajaron para el enemigo. Se ha escrito mucho de los orígenes, causas y consecuencias de este fatal conflicto. Para escribir estas líneas nos impulsan dos cosas: la memoria de nuestros muertos en la Guerra del Pacífico y la continuada usurpación de nuestro territorio (hasta hoy Chile no devuelve las tierras usurpadas).

En la información sobre este episodio de nuestra historia hay muchas falsedades, por ejemplo que el Perú entró a la guerra arrastrado por Bolivia, en virtud de un tratado defensivo secreto, lo cual es sólo parcialmente cierto: sí hubo tratado y sí hubo intento de apaciguamiento por parte del Perú; pero los libros de historia y las investigaciones recientes revelan que igual, con o sin dicho tratado, Chile tenía planificado atacar al Perú para robar territorios (¡ojo!, no toda guerra es para robar territorio, puede ser para obtener un recurso natural del vecino, para castigar una ofensa, etc.). Nos limitaremos a señalar de modo resumido determinados hechos, personajes o conductas que permiten comprender mejor lo que pasó y lo que está pasando entre el Perú y Chile.


1) Defensa nacional. Una sola palabra define lo que se tiene que decir: imprevisión. Aunque es sabido que el Perú atravesaba una seria crisis económica en la década que antecedió a la guerra que nos hizo Chile, es necesario decir que tal como ocurre ahora ni el Congreso ni los ministros quisieron escuchar las voces de alerta que diversos políticos y militares lanzaban al ver cómo se iba armando Chile y qué mal armado estaba el Perú. Por supuesto que entre los que pusieron oídos sordos a estas advertencias tenemos a los políticos torpes, obtusos y brutos que desde siempre reinan en el gobierno, y también a los que interesadamente (coimeados por Chile) decían que no pasa nada, que todo está bien, que Chile nunca va a agredir al Perú y que, por tanto, no se debía comprar ni barcos de guerra ni nada de armamento. Hoy la situación es igual, Chile se arma de manera escandalosa, y su poderío militar posiblemente cuadruplica al del Perú, y acá los agentes chilenos (pero de nacionalidad peruana) siguen diciendo que no debemos armarnos. A este respecto una reflexión, que viene en un decir antiguo, el cual proclama que el cobarde muere dos veces: antes del combate y, físicamente, en el combate. Análogamente, podríamos decir que el Perú, por sus gobernantes corruptos y cobardes, puede ya haber perdido la guerra antes de empezarla, puesto que los objetivos estratégicos que Chile tiene respecto del Perú ya se han logrado: a) controla la economía del Perú por el peso de sus 5000 millones de dólares invertidos acá; b) controla abusivamente los cielos peruanos, a través de su empresa LAN; c) controla el transporte marítimo de la costa peruana; d) controla a los dirigentes políticos peruanos (en un 70% son prochilenos, especialmente en los círculos de gobierno); e) controla los aspectos educativos y de ideología, lo que demostramos con dos ejemplos: primero, los libros de enseñanza de Historia del Perú se han adulterado para ocultar las masacres y el terrorismo que cometieron los chilenos durante la guerra de 1879-1883; segundo, han logrado que militares peruanos rindan homenaje a militares chilenos que agredieron al Perú en la mencionada guerra; f) usurpa 36 776 m2 de suelo tacneño y 38 000 km2 de mar territorial (estas usurpaciones están avaladas por la sospechosa inacción del gobierno peruano); g) ha logrado la promesa de Alan García de que si se encuentra más gas se tenderá un gasoducto hacia Chile para abastecer a Codelco, la empresa estatal chilena que compra el armamento para la fuerza armada chilena. En conclusión, parecería que los chilenos no necesitan tomarse el trabajo de hacernos una nueva guerra, ya tienen todo lo que quieren del Perú; únicamente se aseguran de poner sus delegados o testaferros para que gobiernen el Perú protegiendo los intocables intereses de Chile.
 

2) Amistad con Chile. Los inocentones y papanatas (unos cuantos) y los corruptos a sueldo de Chile (centenares de periodistas, políticos y diplomáticos) proclaman que debemos llevarnos muy bien con Chile, que las inversiones chilenas en el Perú no son peligrosas para nuestra seguridad nacional y que no debemos permitir que los temas limítrofes pendientes, por muy graves que sean, empañen o alteren las buenas relaciones que deben imperar entre dos países “hermanos”1. Esta putrefacta y corrompida casta de bien pagados zombis no es nueva, no ha aparecido recién; simplemente desciende en línea recta del bando prochileno que siempre ha habido en el Perú desde aproximadamente 1830 (también, probablemente son descendientes de chileno, fruto de las violaciones que los delincuentes mapochinos cometían borrachos durante la guerra en medio de torturas, violaciones mediante las cuales impregnaron sus genes de un estigma depravado, que hoy emerge en la persona de estos despreciables felipillos). Los sirvientes de ayer hicieron borrón y cuenta nueva cuando Chile derrotó al Perú y Bolivia que se habían unido para formar la Confederación Perú-Boliviana. Tiempo después, cuando entre 1865 y 1866 España intentó recuperar sus ex colonias y atacó al Perú y Chile, la escuadra peruana —entonces mejor equipada que la chilena— fue al sur a ayudar a los chilenos a defenderse del ataque español. Después la agresión pasó al Perú y vino lo del Dos de Mayo, con los favorables resultados que conocemos. Muchos imbéciles creyeron que esa muestra de solidaridad2 peruana hacia el enemigo del sur tendría efectos favorables en la mitigación de sus ambiciones. ¡Ya sabemos lo equivocados que estaban! Quienes hablan a favor de la amistad con Chile lo hacen por el dinero que reciben de ese país (políticos, periodistas y diplomáticos peruanos) o por una especie de autocensura implantada por la educación prochilena que se imparte en el Perú (véase en www.pornuestroperu.com el artículo Infamia contra escolares al descubierto, en la sección de historia), que los lleva inconscientemente a hablar bien de Chile. Empleando una frase huachafa diríamos que lo políticamente correcto es hablar de lo buena que es la paz entre el Perú y Chile. Para estas personas corruptas o desorientadas, según el caso, la usurpación chilena de Arica y Tarapacá es legítima e inalterable, pero la recuperación peruana de dichos territorios sería un delito internacional. 

3) Límites. Mencionemos algo simplísimo: por el sur el Perú no limitaba con Chile sino con Bolivia. Viene la guerra, Chile invade el litoral boliviano y en seguida pasa a invadir al Perú. Los invasores chilenos controlan toda la costa peruana, desde Tarapacá hasta el norte. Destruida la fuerza armada peruana, se inicia la guerra de guerrillas de Cáceres. Al ver que la guerra podía prolongarse demasiado, Chile pone de Presidente del Perú a Miguel Iglesias3, traidor sirviente que con mucho gusto aceptó las condiciones impuestas al Perú por el tratado de Ancón (20-10-1883), mediante el cual Chile se apoderaba de Tarapacá, cobraba al Perú los gastos del ejército invasor y se quedaba con Tacna y Arica diez años hasta que sus habitantes decidieran en plebiscito su adhesión al Perú o a Chile. Ya sabemos que Chile nunca quiso cumplir esta parte del tratado y mediante represión y asesinato impidió que los peruanos de Tacna y Arica manifestasen libremente su voluntad. Después vino el tratado de 1929 que establece la frontera terrestre entre Chile y Perú, tratado que con complicidad y consentimiento del actual gobierno viola nuestro enemigo del sur (está robando un triángulo de 37 776 metros cuadrados de suelo tacneño4). En aras de la transparencia, ¿por qué el gobierno prochileno no oficializa el otorgamiento a Chile de dicha área del territorio nacional?, ¿por qué tiene miedo de proclamar su entreguismo territorial? 

4) Terrorismo. Aparte de las acciones militares propiamente dichas, los chilenos organizaron una campaña de destrucción, saqueo y asesinatos que tenía por finalidad robar todo lo que pudieran y amedrentar a la población. Esto empezó en Chorrillos, donde la soldadesca chilena que acababa de derrotar a los peruanos en las batallas de San Juan y Miraflores (13-01-1881) saqueó, incendió, asesinó y violó a su libre albedrío. El espíritu homicida y asesino propio del alma de los chilenos levantó sus banderas al tope, y a partir de tan espantoso estreno en Chorrillos decidieron extender su terrorismo al resto del Perú. El ejecutor principal de esto fue el tristemente célebre ladrón, terrorista y asesino chileno Patricio Lynch, capitán de navío de la armada chilena y tan nefasto como el hampón Arturo Prat, muerto en su intento de asesinar al almirante Miguel Grau. El degenerado Patricio Lynch5 y sus tropas llegaban a haciendas azucareras, minas, estaciones de ferrocarril o cualquier lugar donde hubiese alguna infraestructura valiosa e incendiaban o dinamitaban todo; entraban a ciudades de la costa o de la sierra como Tarma y daban un plazo perentorio para que la población entregara a los chilenos elevadísimas sumas de dinero. Por supuesto que Lynch y sus hombres asesinaban a cualquier peruano por quítame allá esta paja.

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1 A ese extremo llega el servilismo de los políticos, periodistas y diplomáticos que viven de la coima chilena. No hay duda de que para estos miserables, la agresión chilena fue un acto fraternal; en otras palabras, para estas ratas el que te roba territorio, asesina, saquea y destruye no es enemigo, es hermano. ¡La coima que les pagan los chilenos debe tener sabor a miel y efecto de opio, para trastocar de tal manera los valores morales de quienes la reciben! 

2 Algo parecido ocurrió con Argentina. El Perú en 1982 envió aviones modernos para reforzar a la Fuerza Aérea Argentina durante el conflicto por las islas Malvinas; y el pago que nos dieron los argentinos fue vender armas al Ecuador cuando ocurrió la guerra del Alto Cenepa. Aquí el problema no es que los argentinos sean traidores; y los peruanos, tontos. Lo que pasa es que el servicio diplomático peruano es desastroso; profesionalmente hablando los diplomáticos peruanos están peor que los maestros del Sutep. Mantenerlos bien comidos y vestidos nos cuesta un montón de plata, pero han sido incapaces de establecer relaciones políticas sólidas y duraderas con los países con los cuales tenemos intereses compartidos. ¡Ya no hablemos de lo mal que conducen los asuntos diplomáticos con países hostiles! ¡Eso ya es una película de terror!

3 Esta lacra llamada Miguel Iglesias en determinado momento luchó contra los chilenos, pero después se pasó al bando del invasor y, con armas proporcionadas por los chilenos, combatió encarnizadamente a las tropas de Cáceres. Este tipejo tránsfuga es el modelo y guía de todos los gobernantes que han llegado al Palacio de Gobierno de Lima para proteger celosamente los intereses de Chile, como sucede ahora.

4 El regalo del kilómetro cuadrado de Tiwinza que hizo Alberto Fujimori al Ecuador es grave, pero no tanto como lo del triángulo terrestre de Tacna, que sí trae cola. La explicación es conocida: robándonos el terreno de Tacna los chilenos proyectan una línea que les permite despojarnos de más mar territorial. 

5 Algunos ignorantones creen que la inspiración de Abimael Guzmán y Víctor Polay para aprender el terrorismo y realizarlo les vino de Carlos Marx y de Mao Tse Tung; no, el aliento terrorista les vino de Patricio Lynch. Por eso, los peruanos debemos entender que la triada terrorista está constituida por Patricio Lynch-Abimael Guzmán-Víctor Polay; se debe verlos como una sólida trinidad, es imposible odiarlos o admirarlos por separado. Por tanto, los peruanos que consideran héroe a Abimael Guzmán o a Víctor Polay también presentan sus respetos a Patricio Lynch; y los peruanos que rinden homenaje a Patricio Lynch o a cualquier otro sujeto de la empresa de rapiña (¡aunque parezca mentira, también los hay y en la fuerza armada!) dirigen sus pensamientos de profunda simpatía a Abimael Guzmán y a Víctor Polay. En el Perú la mencionada triada terrorista tiene adeptos que sólo se diferencian por el canal mediante el cual dirigen su devoción (¡pero todos los caminos conducen a Roma!).