La fiesta del presidente Echenique, el casco de diamantes de Elena Ortiz de Zevallos, hija de los marqueses de Torre Tagle, y los diamantes de la esposa del coronel Rivas

El equivalente de ocho millones de dólares de hoy aplicados no en inversiones productivas sino en consumo suntuario en 1853.

Escribe: César Vásquez Bazán

Algunas veces nos preguntamos, por qué motivos el Perú no se desarrolló dentro del capitalismo como lo hizo Francia o Inglaterra.

La respuesta a la interrogante tiene varios componentes. Uno de ellos es que en el Perú del siglo XIX no abundaron los miembros de la clase dirigente que tuvieran mentalidad empresarial y que asumieran el rol de capitalistas, utilizando sus fortunas en inversiones productivas que generaran utilidades, para luego reinvertirlas en la empresa (o en otros negocios).

En vez de capitalistas promotores del crecimiento y del empleo tuvimos clases parasitarias que usaron para el consumo suntuario el dinero que pudieron obtener de explotar sus propiedades agrícolas, o de negociados con el gobierno como el comercio del guano o la consolidación de la deuda interna.

La siguiente estampa, escrita por José Arnaldo Márquez en su libro de 1888, titulado La orjía financiera del Perú, nos da una idea de la conducta de una aristocracia criolla que se negó a ser capitalista:

“[El general José Rufino Echenique, presidente del Perú] había fabricado en los afueras de Lima una magnífica casa de campo a la cual dio el nombre de su esposa, y se llamaba La Quinta de la Victoria (*), donde dio a los miembros del Congreso de 1853 el mas suntuoso baile que quizás se haya visto en toda la América del Sur. Se computaba generalmente entre sesenta y ochenta mil pesos el costo de esa fiesta.

Allí acudieron todos los improvisados [millonarios], con sus familias, a hacer ostentación de su opulencia; y, como es de presumir, algunas personas de la antigua aristocracia quisieron eclipsar con su lujo a los recién venidos de la fortuna.

La señora [Elena] de Ortiz de Zevallos (hija de los marqueses de Torre Tagle) llevó la cabeza envuelta en una redecilla que en cada nudo tenía un solitario. Era un casco de diamantes que debía valer más de setenta u ochenta mil pesos.

La esposa del coronel Rivas llevaba en el pecho un águila con las alas abiertas, cuyas extremidades le tocaban los hombros: una verdadera coraza de diamantes. Además desde la cintura hasta la orla del traje, tenía líneas verticales de listones de terciopelo oscuro, en cada uno de los cuales había un broche de diamantes. Se calculaba en más de doscientos mil pesos el valor de esas joyas”.

Echenique gastó en ofrecer la fiesta ochenta mil pesos de 1853, es decir un millón ochocientos mil dólares del día de hoy. La redecilla de la Ortiz de Zevallos costó otros ochenta mil pesos, es decir otro millón ochocientos mil dólares del día de hoy. El águila y los broches de diamantes de la esposa del nuevo rico, el miliciano Rivas, costaron doscientos mil pesos, que significan cuatro millones y medio de dólares de hoy. Sólo en estos tres gastos tenemos aplicados, improductivamente, más de ocho millones de dólares.

Es interesante recordar que a la fiesta asistieron cientos de miembros de la clase dominante del Perú, que hicieron similar despliegue de “poderío” económico.

En resumen, a mediados del siglo XIX se gastaron millones de dólares en consumo suntuario, en vez de invertirlos de manera productiva. ¿Responsables? Los miembros de una casta oligárquica, de aspiraciones aristocráticas, que como Echenique, la señora Ortiz de Zevallos y la esposa del coronel Rivas, vivieron y ostentaron como ricachones europeos sin darse cuenta que con su parasitismo y su carencia de ímpetu capitalista estaban llevando el país al despeñadero.   

(*) La esposa del presidente Echenique se llamaba Victoria Tristán y era una de las mujeres más ricas del Perú. La casa de campo de Echenique (La Quinta de la Victoria) estaba ubicada dentro de la hacienda de su cónyuge, en lo que hoy es el distrito de La Victoria, en Lima.

Obra consultada: Anónimo [José Arnaldo Márquez]. 1888. La orjía financiera del Perú. Santiago de Chile: Imprenta de la Libertad Electoral.

 

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