Chile buscaría conflicto armado para burlar a La Haya

Michelle Bachelet
Sabiéndose perdedores, la visita al hito 1 y otros gestos son premeditada provocación de los chilenos, que continuarían sus avances en busca de la guerra

En abril de 2001 se produjo el episodio de la caseta de vigilancia que los chilenos pusieron en territorio peruano, la cual, luego de los reclamos peruanos y de las tratativas pertinentes, fue retirada. A primera vista aquello pareció nada más que una actitud prepotente de los chilenos, una provocación de las tantas que es capaz un país que tiene por política de estado quitar territorio a sus vecinos (Argentina, Bolivia y Perú). Lo que ha ocurrido después demuestra que todo fue un plan debidamente meditado.

 

Hasta ese momento, no era materia de discusión la vigencia del artículo segundo del tratado de límites de 1929, el cual señala con claridad el punto denominado “Concordia” a 10 Km. al norte del puente del río Lluta como el inicio de la línea de frontera entre el Perú y Chile. Lo que hay a la fecha es un acuerdo mediante el cual —por deseo y voluntad de Chile— se establece que el personal militar de ambos países debe estar a no menos de 100 metros de la ya controvertida línea de frontera. O sea que con la jugada de la mencionada caseta de vigilancia los chilenos lograron tres cosas: a) desconocer la validez de la línea fronteriza establecida en el tratado de 1929; b) impedir que los peruanos (civiles o militares) podamos desplazarnos libremente en nuestro territorio; c) negándose a reconocer la validez del punto Concordia, preparar el ambiente para sostener —como están haciendo ahora— que el lugar de la playa en que se inicia la frontera no es el punto Concordia sino otro señalado por una línea que ellos arbitrariamente trazan sobre territorio peruano1 a partir del hito 1, que está tierra adentro y no en la orilla del mar.

El gobierno peruano, en vez de oponerse de manera efectiva ante este atropello, premia la usurpación que comete el enemigo abriendo las puertas a la inversión chilena y encima ofrece vender gas peruano para que la fuerza armada de Chile pueda atacar al Perú sin que le falte combustible. Con todo lo impresionante que puede parecer lo hasta aquí expuesto, que demuestra la férrea voluntad chilena de seguir apropiándose de mar y tierra del Perú, hay un peligro mucho más grave que amenaza la seguridad del país.

Reacción chilena ante demanda peruana en la Corte de La Haya

Sabemos que para Chile fue muy desagradable que el sumiso gobierno aprista del Perú —que ha convertido al Perú en una continuación del territorio chileno, permitiendo que sigan los grandes inversionistas chilenos, que Lan se adueñe de nuestros cielos, que domine el transporte marítimo y que además hace lo imposible por vender gas a Codelco— se atreviese a presentar ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya una demanda para impedir la usurpación de nuestro mar territorial, a partir del rechazo chileno al mencionado artículo segundo del tratado de 1929. Es necesario decir que el actual gobierno aprista tomó la decisión de presentar el caso a la CIJ sólo por la fuerte presión de diversos sectores ciudadanos2. Los chilenos, para guardar las apariencias, diciendo que, finalmente, ésa era la manera civilizada de resolver controversias entre estados, se resignaron a tener que acudir a la CIJ para fundamentar sus designios de usurpación del mar peruano.

Presentada la demanda peruana ante la CIJ ha habido entre nosotros una actitud de optimismo, porque evidentemente el tratado de límites de 1929, refrendado por los Congresos de ambos estados, da la razón al Perú y porque —como meses atrás hizo notar el embajador Oswaldo de Rivero— los documentos suscritos conjuntamente por Chile, Perú y Ecuador sobre el mar territorial tienen por objeto asegurar que los tres países firmantes posean 200 millas de mar territorial, y no menos de las 200 (que es lo que hoy ocurre3). Consecuentes con tal percepción optimista, acá interpretamos las declaraciones y las provocaciones chilenas (como la reciente visita de parlamentarios a la frontera) como señales de la preocupación que sienten ante una sentencia de la CIJ que dé la razón al Perú.

Pues bien, el doctor Juan Vicente Ugarte del Pino, que integra la comisión de especialistas encargada de defender la posición peruana ante la CIJ, acaba de hacer ayer sábado 14 al diario limeño La Razón unas declaraciones que ponen los puntos sobre las íes. Manifiesta el doctor Ugarte, jurista reconocido por su ponderación, que la visita de los parlamentarios chilenos a la frontera, su provocador paseo en una nave de guerra en mar peruano y otras actitudes revelan que hay una estrecha coordinación entre los políticos y los jefes militares de Chile. Pero dice algo muchísimo más grave, que echa sombras a nuestro optimismo por la demanda ante la CIJ y que, en resumidas cuentas, nos hace poner los pies sobre la tierra.

El Dr. Ugarte señala con toda claridad que la CIJ es competente para la solución de controversias en tiempo de paz; no interviene, o deja de intervenir, cuando hay conflicto armado. Consecuentemente, está claro que cuando para Chile sea ya más evidente que no va a ganar en La Haya, intensificará sus provocaciones hasta que se produzca un enfrentamiento militar (para el cual se está preparando día y noche); a partir de ese momento, iniciado el ataque armado de Chile contra el Perú, el conflicto pasa a ser materia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y entonces nuestra demanda ante la CIJ queda congelada, prácticamente anulada. En otras palabras, en este contexto la agresión chilena tendrá el efecto jurídico de poner fuera de juego a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

Chile busca el conflicto para consolidar su latrocinio

¿Qué haría la ONU si se desata un conflicto, por menor que sea, que haga que la CIJ de La Haya se declare incompetente en la demanda interpuesta por el Perú contra Chile? La ONU, como ya ha sucedido en casos previos, ordenaría que las partes se retiren a las posiciones que ocupaban antes del conflicto, lo cual significaría un triunfo para Chile, puesto que las cosas regresarían al estado actual de usurpación chilena.

Vista desde este ángulo, la usurpación de las tres hectáreas de tierra y el hecho de capturar nuestras embarcaciones y surcar el mar robado al Perú, sería motivo para que Chile alegue que de hecho ocupaban esas posiciones, para así consolidar su latrocinio, por lo cual es aberrante la postura liderada por el Canciller peruano, quien cometió la barbaridad de decir que no hay que hacer “mucha alharaca” por la provocación chilena.

En esa línea tenemos al ex Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuellar, quien lejos de señalar con precisión que Chile debería abstenerse de ingresar al mar en disputa y reconocer el punto Concordia, que es “la madre del Cordero”, se limita a pedir “serenidad”, cuando su negligencia y su firma de las notas reversales contribuyeron a complicar la situación peruana, hecho aprovechado por los chilenos, por el cual el Perú se ve obligado a realizar una defensa legal más complicada —pero ganadora— de su causa. Por lo menos, tratando de revertir el daño causado, en estas circunstancias —viendo que decide hablar—, debería ser más preciso, pues Pérez de Cuellar es responsable, no sólo por su firma, sino por su inacción y silencio posterior de la complicación de la situación limítrofe peruana.

Considerando que la intervención de la ONU —si la corte de La Haya se declara incompetente tras un conflicto provocado por Chile— sería desfavorable para el Perú, una vez desatado el conflicto, sólo nos quedaría combatir hasta las últimas consecuencias y no acatar ningún llamado al cese de hostilidades, por lo menos hasta que se respete plenamente lo establecido en el tratado de límites de 1929.

Por lo expuesto, cuanto más sólida sea nuestra argumentación jurídica en la controversia con el mal vecino del sur, mayor será la posibilidad de que Chile, anticipándose a un fallo adverso, desencadene una vez más la guerra contra el Perú. Ya sabemos lo que se viene. Muchos comentan que no hay mayor problema y minimizan la bravata chilena, pero hay que estar preparados y con los ojos bien abiertos.
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1 Con el trazado de esa línea, Chile gana control de cerca de 37 000 metros cuadrados de suelo tacneño y además, proyectándola hacia el océano, usurpa 37 900 Km. cuadrados de nuestro mar.

2 Si dependiese de ellos, los apristas se negarían a contrariar los intereses de Chile, país que décadas atrás dio asilo a muchos apristas perseguidos y que ahora pasa la factura al pueblo peruano (no al Apra).

3 Como sabemos, por imposición chilena servilmente acatada por los gobiernos peruanos, nuestro mar tiene 200 millas sólo hasta Marcona, y de allí al sur se va angostando, hasta el punto de que frente a Tacna apenas tenemos diez millas de mar.