mapa punto concordia hito 1Por Ernesto Yepes*

El fallo de la Corte de La Haya constituye para Tacna su segundo revés frente a un árbitro internacional que decide sobre su destino.

En el primero, el del pre­sidente de los Estados Unidos, se le impuso un plebiscito 40 años después de la fecha en que debió ejecutarse, luego de un suplicio inenarrable. Sólo el coraje de los tacneños y la honestidad de dos norteamericanos impi­dieron que se consumara el despojo.

El segundo es el de la Corte de La Haya que acaba de conocerse. La conclusión es la­pidaria: Lima entregó a Santiago el mar de Tacna. Por ignorancia, por negligencia, por lo que sea, pero Lima aceptó la guillotina del paralelo, la refrendó con dispositivos y leyes y durante medio siglo mantuvo un silencio cómplice.

Hoy celebramos que nuestro vecino no haya cargado con todo lo que obtuvo tan fácilmente gracias al cálculo y destreza con que emplea contra nosotros su arma más letal: nuestros errores, aprovechar nuestros erro­res. Pero la incuria de Lima no sólo ha privado a Tacna de su mar. Le ha quitado su corazón, la ha convertido en apéndice de Arica.

Lima sabe desde hace tiempo de los in­tentos de Santiago de neutralizar Tacna, de quitarle sus garras para que acepte sin protestas el despojo de su mar. Como en Tarapacá, con las riquezas del salitre peruano, Chile financió las campañas contra el Perú. En Tacna, con la riqueza del mar cautivo, Santiago financió la conversión de Tacna en un apéndice de Arica.

Los resultados saltan a la vista. Miles de recién llegados de todo el Perú contro­lan gran parte del mercado persa en que se ha convertido la ciudad, especialmente los negociados más turbios. Otro contingente ha devenido en bodeguero de los productos que se importan de Iquique. Tampoco esca­pan los tacneños de vieja estirpe: Santiago les ofrece beneficios económicos si se hacen ciudadanos chilenos. Toda una tentación para los que no pueden resistir los precios en alza, el blanqueo de dinero, drogas, violencia y otros males.

Hoy Tacna está fragmentada. Socialmente dividida. Carece de liderazgo y el espíritu comunitario tacneño es más un recuerdo que una realidad. La verdad es que no sólo le hemos amputado su mar sino también su capacidad de mirar el futuro. El corto plazo se ha impuesto en la ciudad bajo la mirada y aplausos de Lima.

No es casual entonces que a la Tacna ac­tual le cueste trabajo pensar en su futuro sin mirar al sur. Y que los que han resistido el embate sigan pensando en el desarrollo como hace varias décadas: una carretera por aquí, una represa por allá. Y un hospital en el cen­tro de la ciudad. Eso puede ser necesario, pero no es suficiente.

Tacna necesita un plan de largo plazo sustentado en lo que hoy es el motor del desarrollo de los pueblos: la creatividad, el talento. Una mirada a lo que hace el principal beneficiario del mar tacneño en poder de Chile, el Grupo Angelini, nos da una pista de ese futuro.

El dinero de los ariqueños que van a Tac­na no proviene sólo de la anchoveta que co­rre cerca de sus costas. Proviene sobre todo de la inteligencia que han sabido añadirle a ese recurso. En Arica funciona una planta de altísima tecnología destinada a obtener del aceite de pescado omega 3 de calidad espe­cial, un producto para la salud dirigido a los mercados más selectos del mundo.

Por allí va el futuro, sobre todo para Tacna, un territorio sin grandes recursos naturales, ahora disminuidos aún más, salvo el que ha sido siempre su sustento, el talento de sus hijos. Pero para que el diseño y la ejecución de ese plan se pongan realmente en marcha se necesita cubrir dos precondiciones.

La primera, la prioritaria, es que se haga realidad en nuestro país la vigencia de un estado-nación, y no como hasta ahora un Estado para Lima.

En segundo lugar, que ese estado-nación asuma su naturaleza y no se contente con preguntar a las víctimas de cien años de cautiverio territorial y marítimo por lo que necesitan. Lo que urge es que convoque a lo mejor de la inteligencia del país y la dote de recursos suficientes a fin de que, trabajando conjuntamente con la población sureña, se concretice el anhelo de Basadre, su hijo más preclaro: que en Tacna finalmente se haga realidad la promesa de la vida peruana.

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* Historiador tacneño.

Hildebrandt en sus trece, Lima 07-02-2014


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