El mapa francés y la nada diplomática


En lo concerniente a las relaciones entre el Perú y Chile, esta tercera semana de octubre de 2009 estuvo “movida” por un mapa de América del Sur que publicó el Instituto Geográfico Nacional (IGN) de Francia. Ese mapa presenta la costa occidental de esta parte del continente con una línea equidistante que partiendo del punto inicial de la frontera Perú-Chile (punto Concordia) se proyecta hacia el mar oblicuamente en dirección sureste.


Para países limítrofes con costas de perfil irregular, dicha línea equidistante oblicua (no horizontal como pretende Chile) es la que establece la práctica internacional, refrendada por jurisprudencia reciente, como los casos de Ucrania-Rumania, Honduras-Nicaragua.

Dolce far niente

La expresión italiana dolce far niente significa ‘dulce hacer nada’ y se aplica a situaciones en que las personas dejan pasar el tiempo sin actuar, en que complacidas de la vida creen que nada se debe hacer, creen que todo está bien. Algo de eso pasa con la diplomacia peruana en relación con Chile. Por presión popular el gobierno se vio obligado a presentar la demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, y a partir de allí lo único que se ve hacer a nuestros diplomáticos es declarar en forma solemne y mesurada que la argumentación peruana tiene sólidos fundamentos, que nos asisten la Historia, la ciencia de la Geografía y la razón del Derecho. Punto.

Una reciente y clara demostración de la punible inacción de la diplomacia peruana ha sido el hecho de que Chile lograra que Brasil, Argentina y los EE. UU. aceptasen la invitación a maniobras militares denominadas “Salitre 2009” en las que las fuerzas militares participantes actuarían contra un país al norte de Chile llamado “Tarapacá”. Esto, por un lado, es una grosera provocación de los rateros chilenos porque con todo cinismo aluden a la guerra de 1879, mediante la cual Chile robó los territorios salitreros de Bolivia y del Perú; y obviamente el país “Tarapacá” que no cumple tratados internacionales alude al Perú, pese a que Chile es quien viola de la manera más grave posible el Derecho Internacional al usurpar territorios de Bolivia y del Perú. Por otro lado, que Argentina, Brasil y los EE. UU. hayan aceptado en principio tomar parte en dichas maniobras no debe verse como un desaire o desconsideración hacia el Perú, sino como resultado de la grave negligencia de nuestros diplomáticos, que en vez de preocuparse tanto por su vestimenta o acartonada labia deben informar constantemente a todos los países del mundo, utilizando, para empezar, mapas de enero de 1879 y de 1884, para que todos los países entiendan con claridad el carácter criminal del ratero estado chileno.

Mientras tanto, los diplomáticos chilenos, sin arredrarse por el hecho de representar los intereses de su país delincuente, exponen en diversas cancillerías su punto de vista, la forma de presentar el caso que tienen ellos, poniendo cuidado en ocultar que está usurpando territorios de Bolivia y del Perú (Antofagasta, Tarapacá, Arica, y ahora Tacna).

Consecuente con su misión de centinela diplomática del latrocinio territorial cometido por Chile contra Bolivia y el Perú, la cancillería chilena, sobreestimando su verdadera condición, ha chillado como rata exigiendo al gobierno de Francia que rectifique el mapa publicado por el IGN, pretensión que no ha merecido ni la menor atención de los franceses, porque la publicación del IGN en que aparece el mapa es de carácter técnico, es ajena al diferendo peruano chileno, y si se trazó la línea equidistante fue para que el mapa guardase coherencia con los husos horarios, de manera que quienes usen el mapa conozcan las diferencias horarias entre país y país.

Qué hacer
Nuestros diplomáticos, cultores del dolce far niente, han recibido un inesperado refrendo de la posición del Perú que llega en la forma del mapa del IGN, producto del quehacer científico con que los franceses sustentan sus publicaciones oficiales. Y precisamente la base científica y neutral de dicho mapa permite a propios y extraños (principalmente a estos últimos) formarse una idea de cómo son las cosas y, llegado el momento, una base para interpretar los dictámenes de la CIJ. Hasta aquí lo bueno, esto es, que sin que nuestros diplomáticos muevan un dedo ni abran la boca se consolida la demanda peruana presentada ante la CIJ.

La parte mala es que nuestra diplomacia no es solo pasiva —o, en el mejor de los casos, reactiva— sino concesiva y retrogradante, pues tal es la situación resultante de la nefasta y traidora política del gobierno aprista de “cuerdas separadas” (llevar adelante la disputa político-diplomática con Chile y al mismo tiempo dar a este país enemigo del Perú todas las facilidades para que aumente su hegemonía económica, incluyendo aspectos estratégicos como darles puertos, venderles gas, dejarles que controlen el sector energético, concederles cielos abiertos, etc., etc.).

Los políticos y periodistas peruanos corruptos, vendidos a Chile en cuerpo y alma, apoyan la mencionada política de cuerdas separadas, sosteniendo con todo cinismo que el diferendo que tenemos con Chile no debe impedir que ese país, enemigo jurado del Perú, convierta nuestra patria en una entidad subordinada a los intereses del estado delincuente del Sur. Dejar que los chilenos o sus testaferros tomen en concesión puertos peruanos les permite regular a su antojo la actividad portuaria del Perú. En el caso de Paita, por ejemplo, lo primero que han hecho es aumentar las tarifas, señal de lo que se viene: al controlar puertos y agencias aduaneras en el Perú, Chile se asegurará —subiendo tarifas o retardando la modernización— de que no sean competencia para sus puertos (Valparaíso, Mejillones, etc.). Esto sin contar con el contingente de grupos de inteligencia y espionaje que Chile coloca en el Perú aprovechando toda presencia en territorio peruano (puertos, aeropuertos, tierras de cultivo compradas por ciudadanos chilenos con dinero del estado chileno, que tiene un punto de partida para alegar derechos de propiedad territorial en el Perú).

Frente a esto, los políticos no vendidos a Chile deben reflexionar y considerar lo siguiente:

1) No a las “cuerdas separadas”. Liberado de esta corrupta política del gobierno aprista, el Perú hará entender a Chile que ni las inversiones ni los intercambios ni el TLC tienen validez en tanto mantenga su actitud usurpadora*. Finalmente, nada ganamos con que Chile nos considere “buena gente”; de una vez que entiendan que no nos importa tener buenas relaciones con un país que nos ha robado territorio y que hace apología de su terrorismo y robo territorial. Justamente estamos como estamos por el afán de nuestros gobernantes de hacer méritos ante los ojos de Chile.

2) Diplomacia activa. La cancillería peruana debe actuar afirmativamente y hacer conocer en el extranjero la posición peruana en la disputa con Chile, pero no se trata de hacerla conocer fuera de su contexto histórico y antecedentes históricos. Hoy en día, por la pasividad de nuestra diplomacia, la exposición de nuestros argumentos se basa sólo en razones técnicas y jurídicas, olvidando que dichas razones no son nada si no se presenta a Chile como lo que es: país delincuente y violador contumaz de tratados internacionales, que ha robado territorios a Bolivia y al Perú.

3) Caso de Bolivia. Sabemos que actualmente chilenos y bolivianos están en tratos muy cordiales, y nos contentamos con saber que diremos un “No” rotundo cuando Chile haga claro que desea dar a Bolivia salida al mar por Arica (esto porque la responsabilidad del robo del litoral boliviano recae en Chile: si Chile robó Antofagasta, que dé salida por ahí, que no meta al Perú en esa comedia). Dejando la pasividad que le conocemos, la diplomacia peruana, sin esperar lo que digan o hagan chilenos y bolivianos, debe declarar que no tiene ninguna obligación de resarcir nada a Bolivia, porque el robo de Antofagasta lo ejecutó Chile. Esto contribuirá a que los bolivianos entiendan que sólo podrán conseguir salida al mar por su territorio usurpado (Antofagasta) y cada vez que Bolivia lleve ante la OEA o ante la ONU su pedido de salir al mar por Antofagasta, debemos dar voto favorable.

Por supuesto que una toma de posición de ese tipo va a causar desagrado a los chilenos, pero eso no debe importarnos; por tener en cuenta los intereses chilenos y dejarlos entrar al Perú nos va tan mal como estamos. Salgamos de eso. Utilicemos nuestra posición geográfica para hacer sentir a Chile que ellos dependen de nosotros. La expulsión de las empresas chilenas en el Perú (empezando por la aerolínea LAN) debe cumplir el objetivo de servir de elemento de negociación y de poner en cuarentena a esa lacra ubicada allende la línea fronteriza del sur.

Entender y entenderlos

Ante Chile no se debe caer en ingenuidades; ese país tuvo la intención de usurpar nuestros territorios desde los tiempos de Diego Portales, profeta de la ratería, que décadas antes de 1879 declaraba las intenciones hostiles de su país hacia el Perú que se concretaron en la guerra iniciada en 1879, a resultas de la cual hasta hoy Chile usurpa nuestros territorios de Tarapacá y Arica. Chile premedita siempre el mal y el fracaso del Perú, es nuestro enemigo declarado. Por eso debemos darnos cuenta de que en sus tratos internacionales Chile no da puntada sin hilo, y nada hay más fatal para nosotros que acceder ante sus pretensiones y sugerencias. Para muestra dos perlas.

a)Punto Concordia e Hito 1. Tras el tratado de Ancón Chile se negó permanentemente a cumplirlo (devolución de Tacna, plebiscito, etc.) pese a que le era ventajoso; indudablemente, quería más. Cuando finalmente en 1929 se firma el tratado de límites, los rateros chilenos insistieron en que el Hito 1 no estuviese en la orilla del mar sino tierra adentro, y que el hito de la orilla del mar se llamaría “Punto Concordia”, a lo cual accedió el presidente traidor Augusto Bernardino Leguía Salcedo, quien aceptó la risible argumentación chilena de que por el oleaje no se podía poner un hito a orillas del mar, ¡cuando sabemos que hace más de 2000 años los griegos y romanos construían espigones y erigían faros en lugares de violentas mareas! Hasta ahora sufrimos las consecuencias de aquello que parecía un detalle secundario.

b) Chile tiene el candado y el Perú la llave. También a pedido expreso de los ladrones chilenos se incluyó una cláusula que parecía inocua: que si el Perú o Chile decidiese ceder territorio peruano usurpado a un tercer país (Bolivia), quien pretendiera ceder debía consultar a la otra parte. Allí (aparentemente) empieza la permanente historia de promesas incumplidas de Chile hacia Bolivia. El propósito de dicha cláusula era y es evitar que Bolivia reclame salida al mar por su usurpado litoral (Antofagasta), dicha cláusula ha permitido a los rateros chilenos jugar con los bolivianos al gran bonetón, diciéndoles que están dispuestos a darles salida al mar por Arica sabiendo que el Perú no aceptará por no ser responsable del despojo sufrido por Bolivia. También debemos ver que la inclusión de esta cláusula que permite a los chilenos decir que ellos tienen el candado de la salida al mar y el Perú la llave no fue algo surgido en ese momento. En vísperas de la guerra de 1879, durante ella y hasta 1904 Chile invitaba a Bolivia a cambiar de bando y luchar contra el Perú, lo que sería premiado dando Tacna y Arica a Bolivia (el mensaje chileno a Bolivia era “Ya te robé Antofagasta y no te la devolveré, pero te compensaré con Tacna y Arica si luchas contra el Perú”).

Ya sabemos, mantener distancias con Chile, expulsar a las empresas chilenas y cerrar completamente la frontera con Chile. Si prosperan y se vuelven ricos o se pudren no es nada que nos incumba.


* Triángulo de 36 000 m2 de Tacna y 35 000 km2 de mar territorial.