En el diario español El Mundo del 20 de julio de 2018, con el título “El clamoroso adiós de Padilla y el sitio privilegiado de Roca Rey”, se lee en el artículo de María Vallejo.


…Barrió el lomo del toro que vino a salvar la corrida de Jandilla en la obertura. Que se arrancó de largo en la primera tanda diestra. Un estatuario de quietud supina alumbró el camino zurdo. Despatarrado y dando el pecho en el embroque. Arriñonado y hundido en los talones, en el trazo largo y dominador. Tan sometido el carbón del toro, que descolgó con profundidad y fijeza. Bramaba la plaza cuando un nuevo estatuario enhiesto, el cambiado por la espalda y un pase de pecho, hondo desde el pitón hasta el rabo, precedieron a la última serie de naturales. El muletazo final, poderoso, altivo y mirando al tendido, fue una coda soberbia. Por manoletinas abrochó Roca Rey la obra en medio del incendio colectivo antes de que la espada encontrase hueso. Y todo quedara en una oreja. Que cayó con el peso de la ley.

 

Comentario

1) La autora ha empleado el adjetivo supina erróneamente. Por comenzar con “sup”, algunos creen que supino es superior, supremo. Supino se emplea para describir una cualidad negativa en alto grado: idiotez supina, sinvergüencería supina, imbecilidad supina.

2) El sustantivo estatutario no figura en el Diccionario de la Real Academia, sino el adjetivo, que se refiere a los estatutos. Pero en tauromaquia se usa para un tipo de pase con el torero de perfil, quieto y con los pies juntos, levantando la muleta con los dos brazos extenidos para dejar pasar al toro.

Podríamos decir por ejemplo:


…Barrió el lomo del toro que vino a salvar la corrida de Jandilla en la obertura. Que se arrancó de largo en la primera tanda diestra. Un estatuario de quietud máxima alumbró el camino zurdo. Despatarrado y dando el pecho en el embroque. Arriñonado y hundido en los talones, en el trazo largo y dominador. Tan sometido el carbón del toro, que descolgó con profundidad y fijeza. Bramaba la plaza cuando un nuevo estatuario enhiesto, el cambiado por la espalda y un pase de pecho, hondo desde el pitón hasta el rabo, precedieron a la última serie de naturales. El muletazo final, poderoso, altivo y mirando al tendido, fue una coda soberbia. Por manoletinas abrochó Roca Rey la obra en medio del incendio colectivo antes de que la espada encontrase hueso. Y todo quedara en una oreja. Que cayó con el peso de la ley.