Increíbles revelaciones

 

Torres Gemelas y 11 de setiembre: Nueva y clara explicación

Hasta el día de hoy son imborrables en la memoria de millones de personas las escenas que el 11 de setiembre de 2001 mostraban las Torres Gemelas de Nueva York ardiendo y su posterior derrumbamiento. De los acontecimientos de ese nefasto día, aunque estuvo claro que intervinieron terroristas que secuestraron aviones y los lanzaron contra las Torres Gemelas, quedaron dudas e interrogantes como las siguientes:

1) ¿Cómo así, por qué, las torres se derrumbaron en caída libre, tal como ocurre en las voladuras controladas de edificios, que muestran cómo en pocos segundos la edificación cae, se hunde, sin que sean afectados los edificios aledaños?


2) ¿Por qué se derrumbó la torre 7, que no había recibido el impacto de ningún avión?

3) ¿Por qué en el caso del ataque al Pentágono no quedó ningún rastro del avión atacante, y además se vio en videos que escritorios, pantallas de computadora y hasta libros estaban intactos, pese a los miles de litros de combustible que lleva un avión y que hubieran incendiado todo al estrellarse?

En torno a estos acontecimientos se han tejido muchas teorías, porque las explicaciones oficiales no son satisfactorias. Respecto del punto 1), el derrumbe en caída libre, no se puede explicar con una explosión controlada normal, porque eso se puede hacer con edificios que tienen bastante concreto, pero no en las torres del World Trade Center, que tenían no menos de 80% de su peso en acero, no en concreto.

Hace poco ha aparecido una explicación razonable y fundamentada de lo que pasó, y prácticamente todo queda aclarado. Quien aporta ese esclarecimiento es Dimitri Khalezov, ex integrante del servicio de Inteligencia ruso y especialista en demoliciones con material nuclear. En una extensa entrevista que aparece en YouTube en 26 partes, en un inglés imperfecto pero entendible, Khalezov explica qué pasó, en los mencionados videos y en su libro The Third Truth (‘La tercera verdad’).

Desde la construcción
Unos no resistieron y se lanzaron desde las torres.

Durante la llamada Guerra Fría, antes de la caída de los gobiernos comunistas europeos, el gobierno de los EE. UU. y el de la extinta Unión Soviética intercambiaban información sobre todos los temas concernientes al uso de la energía atómica: bombas atómicas y de hidrógeno, reactores nucleares, explosiones nucleares de prueba, uso de explosivos nucleares con fines pacíficos (para excavar el interior de montañas, para hacer túneles o depósitos subterráneos de gas, etc.). En este contexto, explica Khalezov, los rusos sabían que, por los reglamentos de las municipalidades, en determinadas ciudades estadounidenses como Nueva York y Chicago, los constructores de rascacielos debían incluir junto con sus planos y estudios la metodología y medios para la demolición del edificio.

En el caso de las Torres Gemelas, cuyos cimientos se iniciaban a 27 metros por debajo del nivel del suelo, para cumplir con los requerimientos municipales, se enterró 50 metros debajo de los cimientos (esto es, 77 metros debajo del nivel del suelo) una carga nuclear de potencia limitada, pero con la suficiente fuerza para diluir la roca circundante y formar una cavidad en la que tendría que caer el edificio pulverizado.

Cuando nos hablan de explosión nuclear nos viene a la mente el hongo luminoso que se forma por la detonación. A este respecto, Khalezov hace una clara diferencia entre lo que son las explosiones atómicas en el aire y lo que son las explosiones atómicas subterráneas; explica cómo se desata la energía, como se transmiten las radiaciones, cómo es la onda de choque (que sólo ocurre en las explosiones en el aire), cómo se forma una cavidad en las explosiones subterráneas y la forma que ésta puede tener según la cercanía del artefacto explosivo a la superficie del suelo. Ya para la década de 1970, los estadounidenses y los rusos dominaban ampliamente la tecnología nuclear de tal manera, que podían fabricar explosivos nucleares de uso civil e inclusive bombas atómicas portátiles1.

El día de los hechos y por qué ocurrió la demolición
Producido el impacto de los aviones en los edificios, se desató una grandísima alarma en los altos niveles del gobierno de los EE. UU. Sabían que la estructura de los edificios y el grosor de las vigas (de sección cuadrangular o rectangular), de 6,35 cm, eran garantía de que las torres no se derrumbarían; tampoco la temperatura de combustión del querosene de aviación era suficiente para fundir las vigas de acero. Pero había otro temor. No sólo les preocupaba el hecho de que se hubiese iniciado el incendio en los pisos superiores de las torres, sino que al tratarse evidentemente de un atentado terrorista, les vino el temor de que, además de atacar con los aviones, hubiesen colocado bombas atómicas portátiles, que no sólo terminarían de destruir los edificios sino gran parte de toda la ciudad de Nueva York. Ante esa posibilidad, las autoridades decidieron activar el previsto mecanismo de demolición (con el explosivo nuclear enterrado a 77 metros de profundidad), para que si hubiese alguna minibomba, todo reventase bajo la superficie.

En las Torres Gemelas la fuerza destructiva pulverizadora de la detonación llegó hasta los pisos que estaban en llamas; por eso todo ese tramo se desintegró completamente bajo el peso de los escombros de los pisos que estaban encima de los niveles incendiados. Esto es lo referente a las torres embestidas por los aviones. En cuanto a la torre 7, contra la cual no se estrelló ningún avión, todo el mundo vio que, de todas maneras, igual se desintegró. Este derrumbamiento fue originado también por el temor de que allí hubiesen colocado minibombas nucleares, por lo que decidieron activar la carga nuclear; aquí la fuerza destructiva del explosivo nuclear hizo literalmente polvo el edificio, no hubo escombros como en el caso de las Torres Gemelas.

Testimonios que confirman

Hay múltiples videos y fotografías de agencias de noticias y de personas particulares que dan testimonio de que allí hubo explosiones fortísimas, no sólo el impacto de los aviones. Buscando en YouTube se encuentran declaraciones —del mismo día de los hechos o de fecha posterior— de varias personas que declaran haber sentido una explosión precedida de un temblor como si un tren pasara debajo de la tierra. Además, muchos de los policías y bomberos que acudieron al rescate sufrieron extraños males y cáncer; numerosos han muerto, porque sin saber se expusieron a la radiación nuclear que aunque de poca intensidad resultó dañina, dado que muchos estuvieron varias horas trabajando entre los escombros. También es notable que semanas después del atentado, entre los escombros seguían apareciendo vigas al rojo vivo, algo que no tiene explicación si se hubiese utilizado explosivos no nucleares; sólo una fuente de energía nuclear pudo mantener tanto tiempo el metal a tan elevadas temperaturas.

El caso del Pentágono
El mismo día 11 de setiembre el Pentágono, el centro coordinador de todo el sistema defensivo de los EE. UU., fue atacado y todos vimos cómo la televisión mostraba parte de sus instalaciones destruidas. La versión oficial es que aquí también impactó un avión de pasajeros secuestrado por terroristas. Desde un primer momento hubo dudas, porque el Pentágono es una edificación relativamente baja —digamos, de un promedio de cinco pisos de altura— en la que es muy difícil que un avión grande impacte horizontalmente; lo más que podría haber hecho un piloto suicida es estrellar el avión en la azotea o en la parte superior y central. Por este motivo y porque las imágenes mostraban un boquerón en el primer piso, hubo especialistas, entre ellos franceses, que sostenían que esos daños no los había producido ningún avión2 sino un poderoso cohete. A esto se suma el testimonio de personas que escucharon el zumbido propio de un cohete (que estos testigos describen con la palabra inglesa whoosh), no el rugido de las turbinas de un avión.

En este caso Dimitri Khalezov también da una explicación satisfactoria. No hubo ningún avión de gran tamaño que pudiese haber volado tan bajo; incluso si tal cosa hubiese ocurrido, quedarían restos como las alas, cola, etc.; pero no hay nada de eso. Khalezov sostiene que en el Pentágono el ataque se realizó con un cohete ruso Granit (o Shipwreck, como lo llaman en Occidente). Es en la actualidad el cohete antibuque más potente y veloz del mundo3. Pero ¿de dónde salió ese cohete?, ¿quién lo disparó?

Khalezov esboza una respuesta. Meses antes del atentado de las Torres Gemelas, el 12 de agosto de 2000, mientras participaba en maniobras de entrenamiento con otras naves, se hundió por una extraña explosión el submarino nuclear ruso Kursk. Los informes oficiales de la armada rusa son poco claros (que el Kursk chocó con otro submarino, que un torpedo estalló accidentalmente, etc.). La explicación del hombre de inteligencia ruso es que en el Kursk faltaban, se habían “esfumado”, varios cohetes Granit (que esa falta de tales armas haya sido resultado de corrupción, de conspiración, etc., no está claro). Lo cierto es que las armas no estaban y que ese faltante se iba a descubrir en una inspección, por lo cual los implicados en este asunto optaron por dar un primer paso: provocar el hundimiento del Kursk.

El segundo paso fue que una unidad especializada de buzos de la marina rusa entró en el submarino hundido y selló con material especial los tubos o silos vacíos, para dar la apariencia de que dentro estaban los cohetes. Un tercer paso fue cortar los silos para separarlos de la estructura de la nave, llevarlos a un lugar alejado y seguro, enterrarlos y desaparecerlos con explosiones de minibombas nucleares. A este respecto, Khalezov muestra publicaciones de la prensa rusa de esos días que advertían sobre peligro de radiación en determinados lugares (cercanías de donde habían sido destruidos los silos).

Queda sí un misterio. Los cohetes —uno de los cuales impactó en el Pentágono— fueron sustraídos y dejaron de estar en manos del gobierno ruso. Otras gentes4, no el gobierno ruso, utilizaron malignamente ese material.
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1 Con el caos que siguió a la desintegración del bloque comunista europeo y de la Unión Soviética en particular, se temió que muchos ingenieros, científicos y militares rusos, agobiados por la crisis que originaron las privatizaciones y otros cambios, vendieran a quien sea tecnología, uranio y plutonio e incluso algunas bombas atómicas portátiles. No es claro si se perdieron algunas de estas minibombas.

2 Por otro lado, según la versión oficial, no se encontró la menor huella de restos del avión atacante; si a esto añadimos imágenes que entre las ruinas muestran escritorios, pantallas de computadoras y libros que no ardieron, la duda aumenta.

3 El Granit, de vuelo rasante, puede llevar explosivos comunes o carga nuclear. Tiene una velocidad de Mach 2,5, frente a Mach 0,85 del estadounidense Harpoon... ¡no hay punto de comparación!

4 Si los rusos hubiesen disparado el cohete, los estadounidenses lo hubiesen sabido, y muy pronto hubiera estallado la Tercera Guerra Mundial.