Obama: el fin de la generación “baby boom”
Barack Obama
Por Humberto Campodónico


La candidatura de Obama tiene que ver con el fin de una guerra, pero no de la guerra en Irak, que puede prolongar la ocupación hasta la próxima década. Se trata de la guerra dentro de EEUU, que se viene luchando desde la época de Vietnam y que, peligrosamente, se sigue agravando. Se trata de una guerra civil no violenta que ha lisiado a EEUU, justo cuando el mundo más lo necesita. Se trata de una guerra sobre la guerra, y también sobre cultura, sobre religión y sobre la cuestión racial. Y en esa guerra, Obama y solamente Obama ofrece la posibilidad de una tregua.

 

Este párrafo proviene de un artículo del conocido comentarista político y ensayista Andrew Sullivan, publicado en la revista The Atlantic en diciembre pasado. Para Sullivan, un inglés que reside en EEUU hace muchos años, el problema de fondo de EEUU tiene que ver con la generación "baby boom", que nacieron inmediatamente después del fin de la II Guerra Mundial.

El partido que se está jugando en estas elecciones, dice Sullivan, no es tanto sobre seguridad social, el Medicare o el costo de las medicinas. Tampoco sobre el aborto, la liberación sexual o los matrimonios gay. En todos esos temas, más o menos, se ha ido avanzando hacia un consenso en las políticas a adoptar.

El problema son los "baby boomers" y la guerra de Vietnam: "la división es, todavía, y esto es sorprendente, entre los que pelearon en Vietnam y los que no lo hicieron; entre los que pelearon pero se opusieron a la guerra; y entre los que pelearon pero no disintieron. Definidos así los límites de la generación "boomer" se aprecia que la guerra dura ya varias décadas. Y con el tiempo ha adquirido una intensidad muy extraña".

Por eso, ninguno de los candidatos presidenciales actuales, salvo Obama, que nació en 1961 y no pertenece a la "baby boom", puede ayudar a EEUU a superar este trauma pues, justamente, aflora más en las elecciones, como en el 2004 cuando las acusaciones a John Kerry (los botes en Vietnam) y al propio George W. Bush (eludió ir a Vietnam). En el 2000, "el enfrentamiento entre Gore y Bush casi estuvo diseñado para reflejar más el trauma de los "boomers" y la división del país".

Lo peor fue que, después los atentados del 11 de setiembre, la respuesta de Bush no fue tratar de forjar algún tipo de alianza de centro derecha, sino la de darle más fuerza y consistencia a su base evangélica: "en lugar de apreciar la división de los post años 60 como una herida que debía curarse, Bush y Rove le echaron ácido".

Dice Sullivan que Obama da en el clavo cuando se sitúa por encima de las divisiones "partidistas" entre demócratas y republicanos, cuando apela a las mejores tradiciones norteamericanas, a los ideales de libertad y esperanza proclamados por los "padres fundadores", a que "juntos", siempre han logrado grandes cosas.

Añade Sullivan que en otros temas importantes, Obama tiene ventaja. Por ejemplo, en la cuestión racial, en la lucha contra el terrorismo, en su oposición a la guerra en Irak ("no me opongo a todas las guerras, sino a las guerras estúpidas") y, también, en su forma de integrar lo laico y lo religioso. "Su lucha para entrar a la modernidad sin abandonar la fe encaja perfectamente en las placas tectónicas del mundo moderno; es necesaria para contener las fronteras sangrientas del Islam y el creciente sectarismo de la política norteamericana". En una palabra, Obama es el norteamericano del siglo XXI.

Si nos vamos al tema económico, que Sullivan casi no plantea en su ensayo, tenemos que varios economistas afines al partido demócrata (sobre todo Paul Krugman en su columna del New York Times) lo critican duramente por sus políticas "conservadoras" en materia tributaria y de seguridad social. Añaden que incluso sus "tímidas" reformas no podrán realizarse sin enfrentar a los grandes grupos económicos que defienden el status quo (no los enfrenta porque su discurso apela, justamente, a la "unidad de todos los norteamericanos").

Hay elementos importantes y novedosos en el enfoque de Sullivan pero, claro, también hay mucho para la polémica por el excesivo acento en lo generacional. Lo cierto es que la candidatura de Obama ha despertado grandes expectativas e ilusiones en la juventud, que estaba notoriamente descontenta con la "política tradicional" y, también, en los afroamericanos. En pocos meses sabremos cómo acabará esta historia.

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