Tanto tiempo esperado, por fin el príncipe Alberto II de Mónaco puso fin a su soltería al contraer matrimonio con la sudafricana Charlène Wittstock, en ceremonia civil en una breve ceremonia en la Sala del Trono del medieval Palacio de Mónaco.


La dinastía del principado, de 700 años, despeja así los temores de una sucesión, que tras la larga resistencia de Alberto al matrimonio hacía pensar en los hijos de su hermana Carolina como probables sucesores.

La novia de 33 años, veinte menos que Alberto, lució  un traje celeste que hacía juego con el color de sus ojos, el cual fue diseñado por ella misma. Tras el enlace Charléne  recibió el título de Alteza Serenísima princesa de Mónaco.  

Después de formular las preguntas sobre su voluntad para contraer matrimonio, que fueron respondidas con un simple “sí” por cada contrayente, "los declaro marido y mujer", pronunció a la pareja Philippe Narmino, presidente del Consejo de Estado, quien ofició la ceremonia. "Se casa usted con un príncipe, pero también con un país", le dijo Narmino a Wittstock.

Al acto concurrieron las hermanas de Alberto, Carolina y Estefanía, quien no pudo contener unas  lágrimas. También estuvieron presentes los hijos de ambas princesas y los padres de Wittstock.

Charlene vive desde hace cinco años en el principado pero aún no habla francés. Así se puso punto final a rumores que fueron rechazados por la casa real monegasca, que en la prensa decían que Wittstock  suspendería los preparativos de la boda y retornaría a Sudáfrica, a raíz de "revelaciones" sobre Alberto.

Tras ser casados, marido y mujer salieron al balcón del Palacio, a saludar a los miles de monegascos que habían sido invitados a ser testigos del enlace civil y que vieron la ceremonia en grandes pantallas instaladas en la plaza del Palacio.

Los súbditos agitaban banderas con los colores blanco y rojo del principado. Después Alberto y la princesa de Grimaldi se unieron con sus súbditos en la plaza del Palacio, para degustar una comida al aire libre, donde se ofrecieron platos sudafricanos, en honor al país de la novia, y también delicias mediterráneas.

La nueva princesa se mostró algo tímida conlos monegascos que la venían a felicitar, a los cuales sonrió y cargó a muchos niños en sus brazos, con Alberto a su lado.

Esta noche, para festejar la boda civil, el músico Jean Michel Jarre ofrecerá un concierto al que se prevé asistirán más de 100 mil espectadores.

Los monegascos ofrecieron a los príncipes dos obras de arte, una aguada de Kandkinsky y una escultura de Bourdelle, "L'Enfant endormi" (El Niño dormido).

La ceremonia religiosa tendrá lugar el sábado a las cinco de la tarde, no en la catedral donde se casaron los padres de Alberto, Raniero y Grace Kelly, sino al aire libre, en el patio de honor del palacio.

Tras la boda religiosa, la medianoche del sábado, un espectáculo de fuegos artificiales dará término a los tres días de festejos mientras Mónaco tiene repletos sus hoteles que comprenden 2 mil 700 habitaciones.

Mónaco esperó 55 años para volver a ver el matrimonio de un príncipe reinante tras la boda del príncipe Rainiero y Grace Kelly, en 1956.

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