Urgencias colapsadas

paciente en emergencia
Por Raúl Granado (*)

Más de 25 millones de personas acuden cada año a los servicios de urgencias en España. Hospitales públicos, privados, grandes o pequeños, da igual, la situación es la misma.


Pacientes que esperan más de cinco horas para ser atendidos y médicos con cientos de pacientes que atender, una suma que no puede dar buen resultado. Según el vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), la razón básica para el colapso de las urgencias es que, “es un servicio de calidad, gratis y disponible las veinticuatro horas del día 365 días al año”.

Pero el aumento del número de visitas a urgencias se ha producido por varios motivos. Por un lado, el aumento de la población: a mayor número de habitantes, mayor número de pacientes. En los últimos años, la población ha crecido un 10%. Además, con el aumento de la esperanza de vida de pacientes con enfermedades como el cáncer, el paciente se convierte en un enfermo crónico que acudirá a urgencias cada poco tiempo.

Hay otro motivo para el colapso de las urgencias: el concepto de la inmediatez. Nuestra sociedad es rápida y dinámica en muchos aspectos de la vida, y la prisa también ha llegado a la salud. Los pacientes quieren tener su diagnóstico y un tratamiento para solucionarlo en el menor tiempo posible. Un paciente enfermo puede hacer dos cosas, visitar a su médico de cabecera en el centro de salud más cercano a su casa o ir directamente al servicio de urgencias de cualquier hospital. Si elige lo primero, pasará al menos un mes hasta que le hagan las primeras pruebas y casi otro hasta que tenga el diagnóstico. Si elige lo segundo y decide ir a urgencias deberá esperar cuatro o cinco horas sentado en una silla pero saldrá de allí con un diagnóstico y un tratamiento bajo el brazo.

La cultura de lo inmediato ha llegado a la sanidad. En palabras del vicepresidente de la Semes, “la gente ya no quiere esperar. Se siente mal y quiere una solución rápida a sus problemas”. La industria farmacéutica gasta millones de euros al año en desarrollar tratamientos que sólo ellos conocen para curar las enfermedades que dan a conocer. Siempre con la excusa de la prevención, crean en el paciente la necesidad de urgencia de un diagnóstico que asegure que goza de buena salud.

Sin embargo, hay una parte del problema que le corresponde a la Administración. A medida que aumenta el nivel de pacientes en urgencias, disminuye la inversión en la atención primaria. La solución más importante pasa por el aumento de la inversión en los centros de salud de atención primaria, más herramientas para el diagnóstico y unos servicios de urgencias solventes para atender a los pacientes que no necesitan ser hospitalizados. Y por encima de todas ellas hay una que debe realizarse de manera inmediata para que todo esto pueda ponerse en marcha: la ampliación de la plantilla sanitaria. Hoy en día hay médicos de urgencias que trabajan en guardias de veinticuatro horas en las que deben dar el cien por cien de sus capacidades, además de enfermeros y auxiliares.

Según el Ministerio de Sanidad, el tiempo promedio de espera para ver a un médico especialista por una primera consulta es de 53 días y de 70 días para recibir una operación. Las urgencias son incómodas y hay que esperar muchas horas pero, en comparación con esos plazos de espera, al paciente le compensa.

Y a todo esto hay que añadirle que el 40% de los pacientes que acuden a urgencias no deberían hacerlo, ya que podrían solucionar su problema con la atención primaria de los centros de salud.

España cuenta con uno de los mejores sistemas sanitarios de Europa; es gratuito y de alta calidad, pero puede mejorar en algunos aspectos. La situación para el Ministerio es complicada, ya que las competencias sanitarias se encuentran transferidas a las Comunidades Autónomas, pero la actuación para la mejora no puede esperar mucho más. Las urgencias sufren las consecuencias de una sociedad cada vez más enferma de cuerpo y mente. Esperamos la solución para nuestras urgencias colapsadas.

(*) Periodista
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.