Una marina que sí defiende a su gente

En el círculo polar ártico está el archipiélago de Svalbard (o Spitsbergen), que pertenece en su mayor parte a Noruega, y en menor proporción a la Federación Rusa, según un tratado de 1920. En lo concerniente a la coexistencia en tierra, todo está en armonía; incluso hay polacos por ahí. El origen de la disputa es la zona pesquera adyacente, respecto de la cual no hay acuerdos claros, no se tiene una delimitación que sea unánimemente reconocida por noruegos y rusos.


Como consecuencia, son frecuentes los incidentes entre la marina de guerra noruega y las naves pesqueras rusas que, a veces a sabiendas, han entrado a faenar en aguas noruegas y han sido desalojadas por la marina de guerra noruega. Ha habido algunos incidentes serios, por ejemplo cuando en octubre del año 2005 un barco pesquero ruso fue interceptado en aguas de soberanía noruega, y dos inspectores noruegos abordaron la nave rusa para efectuar las diligencias correspondientes. Los pescadores rusos, en vez de acatar la autoridad de los noruegos, emprendieron veloz fuga hacia aguas de soberanía rusa, llevándose a los dos inspectores noruegos, y fueron perseguidos por naves de guerra noruegas incluso en aguas rusas.

La tripulación del pesquero infractor pidió ayuda a la marina de guerra rusa, pero ésta no intervino, porque sabía cómo se había iniciado el incidente. Días después los inspectores noruegos secuestrados por los pescadores rusos fueron devueltos indemnes a su país. De los numerosos incidentes entre pescadores rusos y marinos noruegos, no todos son tan claros como el que reseñamos. Al no estar completamente definida la delimitación marítima en la zona, se impuso un modus vivendi que permitía que en la zona cuya soberanía no está determinada trabajaran en armonía pescadores noruegos y rusos.

Esta armonía, sin embargo, se ha visto afectada cuando Noruega declaró unilateralmente su soberanía en las aguas en disputa, lo que viene a enconar la situación de roces entre noruegos y rusos. Frente a esto, la Federación Rusa, cuyos marinos no tienen vocación de ser sirvientes de nadie1, decidió tomar medidas. Ha enviado a la zona una nave de guerra, el Severmorsk (de la clase Udaloy), y muy pronto enviará otra, el Marshall Ustinov (de la clase Slava). Situándose en aguas internacionales, ambas, acompañadas de omnipresentes y ocultos submarinos, vigilarán de cerca la situación y brindarán protección a los barcos pesqueros rusos. La presencia de la marina de guerra rusa expresa la decisión de un estado que desea proteger los intereses de sus connacionales, cuando considera que éstos sufren abusos.

El Severmorsk, por estar destinado a misiones antisubmarinas, tiene morteros o lanzadores antisubmarinos; además lleva cohetes antibuque (los supersónicos SS-N-12, de 500 km de alcance y 1000 kg de explosivos) y tiene también suficientes defensas antiaéreas y de defensa cercana (CIWS2 en inglés) contra cohetes, torpedos o aviones enemigos que estén cerca, para lo cual posee el sistema Kashtán, que consta de cañones multitubo de tiro rápido (10 000 proyectiles por minuto) y cohetes para corta distancia. El Marshall Ustinov ya pertenece a otra categoría más poderosa de nave, denominada “matador de portaaviones” en Occidente, porque ha sido diseñado precisamente para enfrentar a portaaviones y sus barcos acompañantes. Además de cohetes antiaéreos y morteros antisubmarinos, tiene 16 tubos de lanzamiento de los mencionados SS-N-12 antibuques, que son supersónicos (Mach 2,5), enormemente superiores a los obsoletos Exocet, Otomat o Harpoon, que no llegan a Mach 1. Para defenderse de cohetes, torpedos o aviones que lleguen cerca, cuenta con seis cañones tipo Gatling AK-630 multitubo de tiro rápido (4 000 a 8000 proyectiles por minuto, según el modelo).

Una primera impresión podría ser que los rusos son abusivos con los noruegos, al destinar a esa zona barcos de guerra de estas características, frente a un pequeño país como Noruega. Pero ésta es una impresión falsa, porque Noruega tiene una buena marina de guerra y además es miembro de la Otán, que reúne fuerzas militares de Europa y los EE. UU., de manera que el envío de las naves rusas es una acción que entraña sus riesgos, considerando que la Otán tiene muchos más barcos que Rusia, incluyendo portaaviones. La cosa no llega —y esperemos no llegue— a mayores porque los involucrados (Noruega y Rusia) diferencian muy bien lo que son aguas en disputa de lo que son aguas internacionales; además, incluso la Otán, pese a contar con muchas más naves de guerra, sabe que debe actuar con prudencia ante un país que respalda su marina de guerra —que, como vemos, tiene unidades de buena capacidad ofensiva y defensiva— con numerosísimos aviones de ataque de diversas clases (sin contar, por supuesto, que según la doctrina militar rusa, un ataque con armas convencionales que implique cierto grado de peligro debe responderse con armas nucleares).
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1 En ninguna escuela naval rusa han erigido monumento (como sucede acá con el que se ha puesto al hampón chileno Arturo Prat) a delincuentes que hayan participado en alguna invasión de Rusia. Allá hay dignidad y patriotismo.

2 Siglas de “Close-in weapon system”.