Recuperar la justicia social

Xavier Caño Tamayo (*)

Numerosos analistas proclaman que el resultado de las elecciones presidenciales francesas afectará al eje franco-alemán y también a la política (suicida) de austeridad impuesta por Merkel y Sarkozy. Puede ser que ocurra, porque François Hollande realmente podría ser el nuevo Presidente de Francia.

 

Algunos medios dicen que la victoria de Hollande se celebraría más en Madrid, Roma, Atenas y Lisboa que en París, porque supondría un cambio en la actuación del eje franco-alemán y, por tanto, de la vigente política de austeridad. Cambio que se ha adelantado -dicen-, porque Alemania ya acepta medidas para fomentar el crecimiento. Bastante ingenuo. Porque Angela Merkel también ha declarado que “el crecimiento no debe costar necesariamente dinero”. Ya nos dirá cómo.

La Unión Europea sufre su segunda recesión en cinco años; en España, el paro es del 25% de la población (como en Estados Unidos durante la Depresión de 1930); Italia tardará quince años en recuperar el PIB anterior a la crisis; Grecia sufre su cuarto año de recesión; algo similar, sin tanta gravedad, ocurre en Irlanda, Portugal... Y, al otro lado del charco, la deuda total de Estados Unidos ya es el 358 % de su producto interior bruto, mientras la burbuja inmobiliaria de China (el otro país “motor” de la recuperación), es casi el triple de la que tenía Estados Unidos al estallar el escándalo de las hipotecas basura.

¿Se superará la crisis solo estimulando el crecimiento, sin tocar nada más, dejando el sistema tal cual? Eso debería rumiar François Hollande.

Es así como cabe ver hasta si los resultados electorales de Francia pueden repercutir para bien en la crisis europea. Sin olvidar que, por mucho que Hollande haya dicho en campaña electoral que “la banca es el enemigo”, él es un político del “sistema”. Como Blair, Gordon Brown o Zapatero, que nunca dudaron del sistema más allá de las frases de mitin. Y, como político del sistema, Hollande es corresponsable de lo que ocurre.

Es cierto que ha dicho que la Unión Europea ha de dedicar más energía a la creación de empleo y que hay que cambiar el estatuto del Banco Central Europeo. Pero en campaña electoral. No es dudar de la sinceridad de Hollande, sino de su determinación real para aplicar lo que proclama.

¿Hay salida? Por supuesto que sí; la Historia demuestra que es posible superar el desastre. Cuando Franklin Roosevelt llegó al poder, Estados Unidos tenía muchos millones de parados, la pobreza había aumentado velozmente, miles de empresas habían cerrado y la producción industrial disminuido casi una mitad. Roosevelt gobernó con determinación y rapidez. Pero no para tranquilizar a los mercados financieros, sino para controlarlos, domarlos. Y no eligió la austeridad como vía (falsa) de salida, sino que procuró reconstruir la justicia social en el país.

El camino a seguir es el de Roosevelt. Esa es la propuesta argumentada de un colectivo francés con el nombre del presidente estadounidense constituido recientemente en Francia por algunos de los intelectuales más prestigiosos. Y en esa línea, habría que decir a Hollande que, si es elegido presidente de la República, nada resolverá con medias tintas. Hoy hay que elegir con quien se está. Si quiere estar a buenas con los llamados mercados (1% de la población), en línea con la perversa afirmación de Merkel de que Alemania es una democracia que ha de “actuar acorde con los mercados”, será más de lo mismo. Más crisis y todo lo que conlleva. Pero si de verdad quiere beneficiar a la ciudadanía, deberá enfrentarse al poder financiero y al dislate neoliberal.

O se está con la perversa política neoliberal de austeridad (como hizo Sarkozy) o se defienden los derechos de la mayoría de los ciudadanos. No cabe término medio.

¿Y qué es apostar por los derechos de la inmensa mayoría? Como hizo Roosevelt, es domar el poder financiero y reconstruir la justicia social. No hay otra. Porque llegados a este punto de la crisis, la justicia social no es algo a lo que renunciar en aras de una perversa e inútil austeridad. Realmente es el único modo de salir de la crisis.

Ya no se trata solo de crear estímulos de crecimiento; como insisten los integrantes del Colectivo Roosevelt, hay que alumbrar una nueva sociedad. Y empezar a hacerlo antes de que la crisis se convierta en barbarie. Hollande hará bien en tenerlo muy presente.

(*) Periodista y escritor

Centro de Colaboraciones Solidarias