Por Vicky Peláez

La independencia era una simple cuestión de ganar la guerra. Los grandes sacrificios vendrán después, para hacer de estos pueblos una sola patria (Simón Bolívar, 1783-1830).

Los procesos históricos tienen una larga etapa de maduración para iniciar sus primeros pasos. A la unidad latinoamericana le tomó unos 200 años para cruzar por primera vez los Andes. Este último 31 de julio fue el día cuando Venezuela fue admitida en el Mercado Común del Sur (Mercosur) creado en 1991 por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.

Seguro que con un día así habría estado soñando Simón Bolívar cuando pronunció su famosa frase “La unidad no tiene precio”, según el libro de Gabriel García Márquez, El General en su Laberinto. En estos largos 200 años los poderosos del mundo hicieron todo lo posible para mantener “las venas abiertas de América Latina” y los espíritus de sus pueblos en permanente desunión y rivalidad para impedir la formación de una gran nación única basada en la comunidad económica.

Ahora con la entrada de Venezuela, el Mercosur se ha convertido en uno de los más grandes bloques comerciales en el mundo. Con su Producto Interno Bruto (PIB) nominal de 3.3 millones de millones de dólares está disputando el tercer lugar con el bloque asiático ASEAN (formado por 11 países cuyo PIB combinado oscila entre 3,2 a 3,3 millones de millones de dólares), entre las uniones comerciales más importantes del planeta, colocándose detrás del Nafta (Estados Unidos, Canadá y México con el PIB estimado en 18,6 millones de millones de dólares) y Unión Europea compuesta por 27 países con el PIB total de 17,7 millones de millones de dólares.

Han tenido que pasar largos cinco años para que Venezuela sea admitida en el Mercosur. A las corporaciones multinacionales y a los “iluminados” globalizadores no les convenía la presencia bolivariana en el bloque sureño, y no tanto en términos políticos como en los económicos. Para eso movieron, primero al senado brasileño que no aprobaba durante largo tiempo el ingreso de Venezuela; y después activaron sus hilos en el congreso paraguayo para que vetara su incorporación con los argumentos elaborados en el Departamento de Estado norteamericano. Inclusive el golpe de Estado en Paraguay fue orientado a frenar el proceso de integración en América Latina, negando a la República Bolivariana su ingreso en el Mercosur.


Sin embargo, no calcularon la correlación de las fuerzas en el Continente y su crecida madurez y unión tras el golpe de Estado en Honduras en 2009. Apostaron a la rivalidad entre los miembros del bloque e ignoraron una crecida independencia de sus presidentes de los intereses y deseos de Washington. La destitución de Fernando Lugo fue considerada dilatoria de la causa democrática del Mercosur y el Paraguay fue suspendido hasta que se realicen nuevas elecciones, las que deberán llevarse a cabo el 21 de abril de 2013. La ausencia de Paraguay en realidad abrió las puertas a Venezuela para su integración en el bloque comercial porque desaparecieron los impedimentos creados por intereses ajenos.

La base de cada bloque comercial es la seguridad energética y Venezuela en este aspecto representa una joya invalorable. Las reservas probadas de petróleo de la República Bolivariana tras alcanzar 297 miles de millones de barriles, superaron los 265 miles de millones de barriles de Arabia Saudita, convirtiéndose Venezuela en el país más rico en crudo en el mundo. Con su incorporación las reservas combinadas de oro negro del Mercosur subieron a 323 miles de millones de barriles, lo que constituye el 32 por ciento de las reservas mundiales que son alrededor de un millón de millones de barriles. También el bloque cuenta con un cuatro por ciento de las reservas mundiales de gas natural. Con esta capacidad energética Mercosur tiene una ventaja fabulosa en comparación con otras uniones económicas.

Y eso no es todo. Aparte del gigantesco potencial petrolero y gasífero, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay tienen un enorme reservorio acuífero que se extiende en 1 200 000 kilómetros cuadrados aproximadamente, conteniendo alrededor de 50 000 kilómetros cúbicos de agua dulce, es decir el 27 por ciento de las reservas mundiales que son alrededor de 185 000 kilómetros cúbicos. “Con esta agua se podrá abastecer a unos siete miles de millones de habitantes del planeta durante unos 200 años con 100 litros por persona al día”, según Peter Koenig, que fue especialista en el manejo de recursos de agua del Banco Mundial y el autor de Implosión, la novela que trata sobre guerras, destrucción del medio ambiente y la avaricia corporativa.

Otra ventaja que le aporta al Mercosur la incorporación de Venezuela es la integración de América Latina y el Caribe, expandiéndose las fronteras del bloque del Atlántico a los Andes y desde la Tierra de Fuego a las Antillas. Al mismo tiempo hace disminuir el grado de competitividad económica entre los miembros del bloque porque convierte sus relaciones comerciales en más complementarias y recíprocas, lo que facilita la solidificación de la unión. Según la presidenta de Argentina Cristina Fernández, “No hay proceso de integración regional si no nos complementamos”. Venezuela ofrece esta posibilidad porque posee grandes reservas de hidrocarburos y también se especializa en la extracción de hierro, cobre, plomo y diamantes. “Ahora”, como dijo la presidenta de Argentina, “la incorporación de Venezuela cierra definitivamente la ecuación de lo que va a ser este siglo XXI: energía, minerales, alimentos, ciencia y tecnología”.


Sin embargo, Venezuela tiene un enorme déficit en el sector agroalimentario que le obliga a importar un 80 por ciento de alimentos que consume gastando unos 30 mil millones de dólares al año, correspondiendo al Mercosur solamente 5000 millones por el abastecimiento de estos productos. Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay tienen todas las condiciones para proveer a la República Bolivariana de cereales, grasas, aceites vegetales y animales, productos lácteos, bebidas, carne etc. A la vez Brasil y Argentina pueden suministrar aeronaves, vehículos, productos químicos y farmacéuticos, manufacturas, calzado etc., etc.

Y todo esto se podría realizar sin necesidad de recurrir al dólar o al euro, haciendo el intercambio comercial usando las monedas nacionales o al pasar en el futuro a la moneda única que podría ser la del ALBA, el sucre (Sistema Unitario de Compensación Regional), adoptado en 2008 por los países miembros del grupo. El Banco del ALBA acordó el valor inicial del signo monetario en US$ 1,25. La unión monetaria del Mercosur dependerá de la voluntad de los gobiernos de los países miembros y de la capacidad del Banco del Sur de superar la modorra institucional e intelectual en la que se encuentra desde su creación en setiembre de 2009.

No hay tiempo que perder ahora cuando se formó por primera vez en la historia de América Latina una comunidad con el potencial económico solamente superado por los Estados Unidos, la Unión Europea, China, India y el Japón. También se fortaleció la unión política, y Venezuela está actualmente menos aislada en términos geopolíticos. Pero tampoco hay que olvidar que la alianza geoestratégica entre Norteamérica y la OTAN está en crecimiento y ya no es la primera vez que la OTAN está mostrando el interés en América Latina. Actualmente existen 61 bases militares en el continente y de ellas 11 pertenecen a la OTAN: Aruba 1, Belice 1, Guadalupe 2, Guyana 3, Martinica 2, Curazao 1, y las Islas Malvinas.

A la vez en dos países del Mercosur, Argentina y Paraguay, hay en cada uno una base militar norteamericana precisamente en la zona de la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y el Brasil donde está ubicado el reservorio acuífero Guaraní. También el gobierno de Uruguay está mostrando últimamente un curioso interés en la presencia de los comandos SEAL de la Armada estadounidense en su territorio. Todos estos factores no son favorables a la integración latinoamericana y en algún momento podrían ser utilizados para quebrar y dividir el Mercosur.

Se supone que Cristina Fernández, Dilma Rousseff, José Mujica y Hugo Chávez son conscientes de que está en sus manos la única oportunidad en los últimos 200 años de formar una sólida unión latinoamericana con sus propias políticas socioeconómicas de desarrollo e intereses capaz de desafiar los intentos de las transnacionales y los bancos para imponer su hegemonía y su cultura basada en la ideología del individualismo y la explotación cínica y despiadada del hombre por el hombre.

Ya llegó la hora de aclarar a los globalizadores “iluminados” por el poder del dinero lo que dijo Simón Bolívar al pensador, político y escritor de origen suizo-francés Henri-Benjamín Constant (1767-1830), de acuerdo al libro de Gabriel García Márquez El General en su Laberinto (p. 133): “Así que no nos hagan más el favor de decirnos lo que debemos hacer. No traten de enseñarnos cómo debemos ser, no traten que seamos iguales a ustedes, no pretendan que hagamos bien en 20 años lo que ustedes han hecho tan mal en más de dos mil”.

RIA Novosti en Español, 17-08-2012


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