Rompiendo tópicos

Por Ana Muñoz (*)

Más de cinco millones de personas inmigrantes viven en España. De ellos, tan sólo un millón están en situación irregular. Los otros cuatro millones son ciudadanos de pleno de derecho: trabajan, estudian y realizan actividades de la vida cotidiana. Un estudio realizado por David Reher, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, rompe con este y otros tópicos sobre inmigración.


“España está siendo invadida, nuestras calles, nuestros barrios”. Esta es la sensación que muchos tienen de lo que está ocurriendo. Las imágenes que recogen los medios de comunicación de la llegada de cientos de personas en pateras o cayucos ayudan a crear esta sensación de alarma. Sin embargo, tan sólo el 1% de los inmigrantes que llegan a España lo hacen en estas embarcaciones. La mayoría lo hace en avión o por carretera.

“Los inmigrantes son unos desarrapados que quitan el trabajo a los españoles”. La realidad es bien distinta. Así, lo explican desde el Colectivo Ioé (científicos sociales que estudian la sociedad española). Los inmigrantes viven de su trabajo y en nada se diferencian del resto de la población. Casi el 60% de los inmigrantes han acabado estudios secundarios y un 20% tiene titulaciones superiores. El profesor Reher explica que incluso entre el grupo con más bajas cualificaciones, como el de los africanos, tiene completada la primaria en al menos el 75% de los casos.

La mayoría de lo inmigrantes realiza trabajos por debajo de su cualificación. Más del 40% de los inmigrantes consigue su primer empleo como trabajadores no manuales en el sector de servicios, como camareros, mensajeros…, y más del 20% comienza en trabajos para los que no se requiere ninguna formación. Después, el 37% se mantiene en trabajos poco cualificados, casi el 30% consiguen tener gente a su cargo y un 11% llega a tener su propia empresa o negocio.

Además, gracias a esta nueva mano de obra joven, España y los países industrializados pueden mantener su sistema de productividad. Naciones Unidas señala que España, por ejemplo, necesitará siete millones de inmigrantes en los próximos siete años para poder mantener su estado de Bienestar.

Y hay que tener en cuenta que el 75% de las personas que emigraron tenían un trabajo en sus países de origen.

“La regularización de inmigrantes y las leyes permisivas de España son un efecto llamada”. El auténtico efecto llamada, explica el Reher, es la existencia de familiares o amigos instalados en el país. Lo que anima a una persona emigrar no son las imágenes de un “mundo ideal” que ve en la televisión o la desesperada que sea su situación, sino el contacto con alguien que ha emigrado y que cuenta que le va bien, que tiene un trabajo, una casa, que ha conseguido que sus hijos estudien… Más del 80% de las personas que participaron en el estudio, tiene previsto traer a su familia y la reagrupación familiar es una prioridad.

Además, la mayoría de los inmigrantes que llegan a España no están de paso. Ocho de cada diez sólo han vivido en su país de origen y en España. Emigran para buscar un futuro mejor y no se plantean regresar.

“Los inmigrantes son unos delincuentes y vienen a robar”. Las personas que emigran vienen a trabajar, a buscar un futuro mejor para ellos y sus familias. Asociamos delincuencia e inmigración de manera errónea.

El sentimiento de miedo y de rechazo al diferente pierde sentido en un mundo mestizo. La sociedad civil comprometida tiene que esforzarse para no caer en tópicos y estereotipos que dificultan la convivencia. La integración de distintas culturas no es sólo una riqueza, sino el motor de desarrollo y de avance desde hace siglos. Las culturas primitivas que no se “mezclaron”, que intentaron mantenerse “puras”, tuvieron un mismo destino: la desaparición. Sin embargo, los pueblos que supieron acoger e integrar son motivo de ejemplo por su riqueza humana.

(*) Periodista
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.