Los otros piratas


Por Carlos A. Miguélez Monroy*

Están de moda los ‘piratas’ que secuestran grandes pesqueros Occidentales. Sin hacer apología de la ilegalidad y la violencia, los ‘otros’ piratas han multiplicado por cinco el consumo de pescado desde 1950 y amenazan la vida misma de nuestro planeta.

No pasaría nada si viéramos en un paisaje campestre a unos tipos disparando sus metralletas contra toda ave, mamífero o especie animal (salvo la humana) que se le cruzara.


Semejante afirmación no es fruto de la locura, sino de extrapolar a la tierra lo que sucede en el mar para satisfacer la demanda humana de pescado, multiplicada por cinco desde 1950. Este aumento del consumo no ha mejorado la dieta ni ha restado dependencia de proteínas vacunas que depredan bosques y aceleran el efecto invernadero.

De hecho, la industria pesquera global representa la principal actividad cazadora-recolectora del hombre en la actualidad. Los animales no pueden competir con redes de pesca que abarcan varias millas y que se guían por satélites que les indican dónde están los grandes bancos de peces. Esto ha desembocado en la sobreexplotación o agotamiento de dos tercios de los principales caladeros del mundo, según denuncia la Comisión de Geociencia, Medioambiente y Recursos.

El 90% del deterioro de los ecosistemas marinos se debe a la sobrepesca, afirmaba hace unas semanas el biólogo norteamericano Daniel Pauly, especialista en el declive de las reservas pesqueras en manos del hombre.

Los mercados de los países desarrollados demandan grandes depredadores como el bacalao o el atún, que desaparecerá como especie con el ritmo actual de pesca. Así lo afirmaba Pauly, uno de los 50 científicos más influyentes del mundo según la revista Scientific American. El biólogo critica los subsidios pesqueros, que “justifican” una pesca que utiliza muchos recursos para una captura pobre.

Se erigen como alternativas la pesca artesanal, el consumo de especies más pequeñas y abundantes y la creación de reservas marítimas, pues menos del 1% de los mares está protegido, frente al de por sí insuficiente 10% de los bosques. Quizá la crisis global en el sector ofrezca una oportunidad inmejorable para repensar la pesca en todo el mundo y para crear los mecanismos legales que eviten la depredación.

Después de agotar sus recursos piscícolas, algunos países industrializados han trasladado su capacidad pesquera a los países del Sur, que tienen Gobiernos débiles a la hora de proteger con la Ley sus ecosistemas marinos y las economías de los pescadores artesanales, que han abandonado su profesión en muchos países para no sucumbir a la pobreza. Mientras los grandes buques europeos, japoneses, chinos y norteamericanos esquilman los mares de México, del África Noroccidental y Oriental, miles de pescadores han emigrado para cambiar de trabajo y poder vivir.

Si los organismos supraestatales se coordinaran para diseñar y aplicar mecanismos legales que protegieran las especies marinas a nivel local, los medios de comunicación no nos repetirían hasta el hartazgo las imágenes de atuneros Occidentales secuestrados por ‘piratas’ en “aguas internacionales”.

Con nombres distintos, se repite la misma historia y la misma información: la inseguridad y las dificultades de las ONG a la hora de repartir ayuda humanitaria, de la que depende el 25% de la población en Somalia, la pobreza absoluta, el fanatismo, la mutilación genital y otras manifestaciones preocupantes de la desesperación de un país que cuenta con un Gobierno inoperante y luchas tribales de las que se aprovechan los países ricos.

¿Perderían audiencia los medios si se hicieran más preguntas en lugar de atizar fervores nacionalistas? En un caso de secuestro de un atunero español, mucha gente “exigía” a las Fuerzas Armadas una respuesta contundente (entiéndase un cañonazo). Pero al final, los atuneros Occidentales encuentran otros caladeros o se distancian más de la costa en mar abierto, pero nadie dice nada porque “nuestros” pescadores no corren peligro. Pero el planeta no es sólo patrimonio de españoles, norteamericanos, franceses, o Europeos y de nada servirá que manden a la OTAN para vigilar las costas. Como telón de fondo está la pobreza que, según afirman los medios de comunicación, es lo único que hay en Somalia.

Sin embargo, olvidan las reservas de petróleo que controla Estados Unidos con el ejército etiope. Ha llegado la crisis y quizá sea momento de cambiar un consumismo sostenido por la explotación de la naturaleza y de los pueblos por otro modelo más justo y más humano.

 * Periodista, Centro de Colaboraciones Solidarias