Portazo en Davos
.........Recep Tayyip Erdogan


Por Alberto Piris*


La irritación en Davos del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, es compartida por muchas personas que poco tienen que ver con Turquía, ni con las divagaciones financieras y económicas que se discutieron en el Foro Económico Mundial. Comparten el rechazo por la represión del ejército israelí contra los palestinos en Gaza.


Erdogan abandonó la sala de conferencias y prometió no volver a pisar el foro en cuestión a causa de su encontronazo personal con el presidente de Israel, Simon Peres.

El fondo de la cuestión quedó de relieve en las palabras que ambos se cruzaron, en un debate en el que el presidente israelí se esforzó por alabar la reciente invasión de Gaza, mientras el primer ministro turco se empeñaba en recordar los sufrimientos del pueblo palestino.

“Peres, usted es más viejo que yo. Habla en un tono muy alto. Y ese tono de su voz tiene que ver con una conciencia culpable”, dijo Erdogan. Y añadió: “Cuando se trata de matar, ustedes saben muy bien cómo hacerlo”. Peres le respondió diciendo que Turquía habría reaccionado del mismo modo si hubieran estado cayendo cohetes sobre Estambul. Comparación, conviene matizar, algo exagerada, puesto que los cohetes palestinos no han caído sobre Tel-Aviv ni Jerusalén, únicas ciudades israelíes comparables con Estambul.

Una oleada de pseudopatriotismo recorrió Turquía y se manifestó en la acogida que Erdogan recibió a su regreso de la cumbre, lo que no va a beneficiar mucho a la sensatez política de su Gobierno, tan acorralado por los extremismos populares de signo diverso. Este incidente tiene especial interés porque Turquía es uno de los pocos países con población de mayoría musulmana que mantiene relaciones con Israel y ha actuado como intermediario con otros países, como Siria y Líbano.

La cuestión, sin embargo, va más allá de un simple rifirrafe entre dirigentes políticos porque afecta a conceptos esenciales. Obama ha afirmado recientemente: “Voy a ser claro: Estados Unidos está comprometido con la seguridad de Israel. Y apoyaremos siempre el derecho de Israel a defenderse contra las amenazas legítimas”.

Nada dijo sobre el derecho de los palestinos a defenderse de otras amenazas que les hostigan y hacen muy penosa su vida cotidiana en Gaza y demás territorios ocupados, con el apoyo de Estados Unidos. Bloqueos, muros de aislamiento en Cisjordania, puestos de control en todas partes, humillaciones sistemáticas, agresiones sin límite, asesinatos selectivos, detenciones secretas e injustificadas... ¿Explicará Obama a los palestinos cómo conviene que se defiendan de esa agresión permanente que tantos años dura ya?

Para que un país se sienta legitimado para recurrir a la fuerza desproporcionada en legítima defensa, como Israel ha hecho en Gaza, tendría que demostrar primero que se han agotado todas las vías pacíficas.

Los intentos de alcanzar un acuerdo para la creación de dos Estados independientes han sido sistemáticamente torpedeados por Israel, aunque se ha acostumbrado a culpabilizar de ello a las autoridades palestinas, con el apoyo ilimitado de Estados Unidos y el silencio culpable de una Unión Europea, siempre ineficaz y timorata.

Esto no significa excluir del fracaso de las negociaciones a los palestinos, que han cometido errores imperdonables. Pero los hechos observados desde los acuerdos de Oslo en 1993 no engañan. La disgregación y el fraccionamiento paulatinos de los territorios ocupados a causa del incremento de los asentamientos ilegales y la construcción del muro de aislamiento muestran con claridad cuál de ambos bandos lleva la iniciativa obstructora de la paz.

Esta obstrucción alcanzó límites extremos cuando Hamas se alzó con el poder en Gaza, como resultado del ejercicio de esa democracia que Estados Unidos e Israel dicen defender. A partir de ahí, la sangre se sigue derramando, los odios se intensifican y se extienden, y la paz se ve cada vez más lejana. Será preciso que el portazo de Davos resuene también en la Casa Blanca y Obama reflexione, advirtiendo que el camino hasta ahora seguido por su país sólo conduce al fracaso y a nuevas guerras. Washington no puede seguir atendiendo sólo al “derecho de Israel a defenderse” y cerrando los ojos a todo lo demás, porque de ese modo el conflicto será permanente y sus consecuencias, a la larga, las sufriremos todos.

* General de Artillería en la Reserva, Centro de Colaboraciones Solidarias