Por Milcíades Ruiz

No es lo mismo recibir “ayuda humanitaria” de un amigo que de un enemigo. Del primero es solidaridad, del segundo una trampa. Solamente los que no tienen dignidad, pueden comportarse como “perros, que no dan problemas” al amo, como el adulón Kuczynski dijo a Trump, antes de promoverse el “Grupo de Lima” como muestra de ello. El asunto es que la “ayuda humanitaria” es un clamor africano, pero insólitamente, en vez de acudir en su auxilio se lo quieren imponer a un país que lo rechaza..

¿Por qué no pedir entonces esa ayuda humanitaria para el Perú? Según el INEI, actualmente el 43,6% de niños menores de 6 a 35 meses padece de anemia, siendo Puno (75,9%), Loreto (61,5%), Ucayali (59,1%), Pasco (58%) y Madre de Dios (57,3%) los más urgidos. Más aún, cuando la desnutrición crónica en el área rural alcanza el 25,3%. Siendo así, ¿Cómo entender a nuestro gobierno, que se empeña en adular al amo, promoviendo el hambre ajeno con el sabotaje alimentario, para luego fingir hipócritamente, que apoya la “ayuda humanitaria” a quienes previamente se les quitó el pan de la boca?

Si en el Perú se lucha contra el crimen organizado, ¿Por qué nuestro país se ve involucrado en uno de carácter internacional? Si el presidente paralelo de Venezuela es ilegal y la usurpación es un delito, ¿reconocerlo concertadamente con los otros miembros del “Grupo de Lima”, no configura una asociación ilícita para delinquir? Si la democracia consiste en reconocer la soberanía del mandato del pueblo, ¿Por qué la representación parlamentaria de izquierda no lidera con categoría la lucha por ella? O es más importante legislar sobre los apellidos natales.

El dicho popular es, “No hagas a otro, lo que no quieres que hagan contigo”. ¿No se han puesto a pensar que, lo mismo que hoy se hace con Venezuela, lo pueden hacer contra un gobierno popular que la izquierda postula en el Perú? No se trata de defender personas, sino de ser consecuentes con los principios que enarbolamos. La no injerencia en los asuntos internos de otro país, la autodeterminación de los pueblos, son derechos que nos corresponde defender sin concesiones, si es que aspiramos a liberar a nuestra patria.

No es la primera vez que EE UU utiliza los alimentos como arma de conspiración política. Si tuviéramos una prensa alternativa distinta a la que nos abruma, se evitaría que nuestro pueblo sea engañado tontamente. Muchos quizá no entiendan estas maniobras del imperialismo, ni se percatan que la prensa les ha sembrado en el cerebro un reflejo condicionado para que se sumen al ataque, criticando a las víctimas y se parcialicen con el victimario.

Se ignora que nuestro país sufre los efectos de la “ayuda” norteamericana en alimentos, que nos cambió los hábitos de consumo en perjuicio de lo nuestro. Ahora somos altamente dependientes del arroz que no es alimento nativo, no podemos vivir sin el trigo americano que comemos todos los días de nuestra existencia, ni podemos liberarnos del maíz americano, vacunas, hormonas y antibióticos estadounidenses que son insumos de la carne industrial de aves, porcinos, vacunos, etc.

Es que la supuesta “ayuda” es una trampa de dominación política, económica y de desarrollo subordinado. Todo empezó tras la segunda guerra mundial en que se formó el bloque socialista. Para detener el avance de este, EE UU puso en marcha el Plan Marshall que consistía en socorrer a los guerreristas derrotados antes de que sus pueblos sean ganados por el bloque socialista. Financiaron la recuperación de Japón, Alemania, Italia y de otros países europeos.

En esta línea estratégica EE UU promulgó la Ley Pública N° 480, mediante el cual se fingía la ayuda en alimentos a otros países para deshacerse de sus excedentes, ganando dividendos políticos. Con este engaño se protegía a los agricultores estadounidenses liberándolos de la caída de precios, se generaba demanda interna reactivando su economía y se hacía un gran negocio con la exportación porque la supuesta “ayuda” no era gratuita, sino con costos financieros.

Con el triunfo de la Revolución Cubana, América Latina entró en efervescencia revolucionaria. EE UU entonces, puso en marcha la estrategia de la “Alianza para el Progreso” y como los viejos recordarán, llegaban hasta la serranía, cargamentos de leche en polvo, harina de trigo, aceite de girasol y otros alimentos, que no eran de necesidad, pero como llegaban gratuitos, nadie se daba cuenta que el subsidio político no lo asumía el país imperialista sino, nuestro país.

Así se gobierna el Perú y todos sabemos de la crueldad de la “ayuda” que llegaba como política de Estado, a los hogares más humildes como disfraz de la esterilización. ¿No es acaso, la “ayuda” de la empresa ODEBRECH, la que inundó de corrupción a nuestro país, llegando hasta nuestras filas y cuyo costo lo asumimos con nuestro bolsillo?

Así, se gobierna el mundo. Tras la incursión militar de EE UU llevando la guerra a tierras ajenas, lo que ocasiona es desgracia humana, despojos, hambre, miseria, llantos, muerte, desolación, etc. Según el informe 2018 de la ONU sobre el “estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo” los países a los que EE UU llevó la guerra, son ahora los países más necesitados de alimentos. ¿No es irónico que el causante de esta situación, lleve “ayuda humanitaria” a otro lugar?

Disculpen la intolerancia. Solo sueño con una izquierda consecuente.

Febrero 2019
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