A raíz de la crisis que vive el servicio público de electricidad en Venezuela, debido en buena parte a la ineficiencia, muchos han terminado por convencerse de que los servicios prestados por el Estado de forma subsidiada no tienen ni tendrán jamás la calidad de aquellos a cargo de empresas privadas. En este sentido se advierte que la distribución de la electricidad, del agua potable y del gas licuado, por ejemplo, se debería manejar en todos partes como otro negocio capitalista. Ahora bien, ¿la corrupción y la ineficiencia son delitos-vicios-deficiencias necesariamente inherentes a las instituciones públicas, tal como asumen fervientemente los defensores de que prácticamente todo en la vida pertenezca al ámbito privado-capitalista? La respuesta es un contundente no, pues aunque en un organismo estatal-público  no se manejen abundantes recursos, no significa per se que no haya la voluntad,  la capacidad, la ética,  la disciplina, la motivación y el deseo para que todo funcione bien, y mucho menos significa que haya corrupción, dilapidándose el escaso dinero disponible.

Un ejemplo de lo anterior sucede en el criadero de perros Mucuchíes en Mérida (perro típico de Venezuela por decreto oficial en 1964), adscrito a la Fundación Misión Nevado, institución estatal dedicada al cuidado y bienestar de animales en situación de riesgo. En dicho criadero tanto las dos veterinarias (una de ellas es la coordinadora) como el analista, colaborador en la parte administrativa y en otros ámbitos, han hecho un trabajo notable, a pesar del insuficiente apoyo logístico y financiero por parte de la sede principal en Caracas. Destáquese por un lado que la coordinadora y su compañera de profesión han tenido que recurrir a la autogestión (vendiendo sacos vacíos de alimento, por ejemplo), e incluso aportar recursos de su propio bolsillo para solventar algunas carencias en el criadero en cuestión, asegurando que esto último lo hacen fundamentalmente por el amor que tienen a los peludos que hacen vida allí. Mientras que por otro lado el analista se ha destacado por su probidad, cuidando celosamente el alimento, las medicinas y otros insumos necesarios para el bienestar de los ejemplares caninos. Más aún, éste ha rechazado dinero y otras cosas ofrecidos a cambio de perrarina, arroz y medicinas.

Entonces, ¿puede una institución pública ser eficiente y libre de corrupción? La respuesta es un rotundo sí, y los servicios públicos estatales en Venezuela serían de mejor calidad si contaran con una gran mayoría de funcionarios eficientes, honestos y dispuestos a ser útiles, por encima de intereses personales, económicos y politiqueros.

 

Rubén Alexis Hernández