Por David Auris Villegas*

¿Cómo es posible que un gobierno socialista por un espacio de dos décadas en el poder, haya basado su economía en el petróleo cerrando la mirada a los avances tecnológicos?, ¿Acaso el pueblo venezolano está en cuidados intensivos y aletargado por el petróleo aguarda algún milagro mesiánico?, ¿Se habrán dormido los visionarios expertos gerentes llaneros envuelto en sus erarios naturales?, ¿Qué hay de los profesionales competentes?, ¿Escuchamos las voces del pueblo repudiando la anacrónica política extractivita?.

Ante estas incógnitas, Venezuela bate tristemente el record mundial camino a la desdicha, pues según el FMI coincidiendo con el Índice de  Bloomberg 2018, es la economía que menos crece en el planeta y ostenta insólitamente una hiperinflación descomunal e histórica, configurándose que este despojado país ha caído en manos de una pandilla de ineptos burócratas con  Maduro a la cabeza y ocultos bajo un ropaje del discurso paternalista, prostituyen el socialismo, culpando su desgracia burdamente a capitalistas como EEUU, lejos de reconocer su mediocridad sobre una piedra picuda.

Elevaron su gasto público para soportar una masiva burocratización de empleados innecesarios, así como las Misiones bolivarianas para la educación, alimentación y salud que, suenan muy interesantes para el progreso, siempre y cuando esa inversión retorne y desarrolle al país, sin embargo, fueron gastos a manos llenas para engatusar al pueblo como coinciden los expertos, haciendo esta situación insostenible a largo plazo que fatalmente ya lo están pagando con creces.

Echaron abajo la institucionalidad y la democracia, ensañándose con aquellos quienes no piensan como ellos, en confabulación con la milicia y un poder judicial corrupto como en todas partes, apresaron líderes opositores, entre ellos Leopoldo López, Antonio Ledesma entre otros, acusándolo de conspiración contra Maduro y abusando de su poder, niegan convocar elecciones generales ante un agrandado Guaydó que no da su brazo a torcer.

Para vergüenza del siglo XXI, expropiaron los bienes privados en nombre de una trasnochada revolución, sin planes tangibles a futuro, haciéndose dueño de muchas empresas, convirtiéndolo bajo el gobierno del estado, naturalmente con una extrema incapacidad gerencial, secundada por una fuerza armada arrodillada y corrupta como sostiene Uriel Ortiz Soto.

El éxodo masivo, según el reconocido periodista de El Nuevo Herald, Oppenheimer comparte al escuchar el vaticinio del secretario de la OEA, Almagro, de continuar esta crisis “Pueden llegar a haber hasta diez millones de venezolanos que tengan que abandonar el país en los próximos cuatro años”, pasándonos una enorme factura continental que como sudamericanos haremos frente los próximos años, cobijándolos bajo nuestra morada.Cegados ante el futuro, sus relaciones con las instituciones internacionales son cada vez más desastrosas, como su problema con la OEA, la ONU, el BM, el FMI y la UE entre otras organizaciones, debilitando su presencia a nivel planetario y limitando el avance de los ciudadanos que, lejos de insertarse en el desarrollo global, son expectorados por el sistema.

Hicieron de Venezuela uno de los países más endeudados del mundo, con un elevado desempleo y humillaron al libertador Bolívar con una cósmica devaluación de la moneda que lleva su apellido, en medio de un desabastecimiento de alimentos, medicinas, control de divisas, inseguridad nacional, instituyendo una crisis social, política, económica y moral, encabezado por un mediocre dictador que, invita desencadenar una guerra interna como corolario de este espurio régimen de la universal ignorancia.

Temiendo lo execrable, insinúo una condenan social y mundial, alegando que los tiranos gobiernan en contra de los ciudadanos como en los tiempos de la colonia, poniendo en sobresalto la elevada  y espantosa mediocridad gerencial de Maduro, como sostienen los expertos, quién jamás debió gobernar, rodeado de esbirros, ladrones, eunucos militares y políticos corruptos; que en nombre de un trasnochado e incomprendido socialismo, han hipotecado el futuro de sus ciudadanos, llevando a la bancarrota al país “más rico” de Sudamérica. Situación esgrimida como referente y lección para aprender de este infortunio y evitar sátrapas, dogmas o recetas en los países en desarrollo como el nuestro.

 

*Escritor y pedagogo
https://orcid.org/0000-0002-8478-6738