Ramiro Barreiro
 
Montevideo, 1 mar (Sputnik).- Policías, militares, bomberos, personal de la educación y trabajadores del Instituto del Niño y el Adolescente (INAU) menores de 60 años comenzaron a vacunarse este lunes en Uruguay, entre dudas y un esperado desahogo, para prevenir el contagio del covid-19 a poco menos de un año de declarada la pandemia a nivel mundial.
 
 

vacuna brazo 4

 

 
"Los pacientes vienen con mucho temor, por eso les hablo antes, vienen con nervios y con dudas, les explico que yo tuve covid-19, me preguntan si esto servirá y les digo que nosotros (los médicos y enfermeros) estamos igual que ellos, que esperamos que sirva", comentó a Sputnik Graciela Arambillete, una vacunadora del centro CASMU de Montevideo que debe esperar seis meses para inocularse por haber padecido la enfermedad.
 
Este lunes es la primera jornada de vacunación dispuesta por el Gobierno uruguayo tras la llegada de 192.000 dosis de la vacuna china Sinovac que arribaron el pasado 25 de febrero.
 
Sin embargo, y según manifestó el propio ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, a media mañana, sólo hay 47.118 personas agendadas para vacunarse en los primeros días, por lo que podrían sumarse grupos de riesgo a la campaña para aprovechar las dosis.
 
"Hay vacunas, hay vacunas para todos y es muy importante la conciencia colectiva, la misma conciencia colectiva que nos diferenció en el mundo como para no hacer un lockdown (cuarentena obligatoria), la misma conciencia colectiva que nos permitió dominar el crecimiento exponencial que se insinuaba en diciembre y enero", agregó el ministro.
 
El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, anunció que el 15 de marzo arribarán otras 1.558.000 dosis de la vacuna china y agregó que, hasta el 26 de abril, llegarán a Uruguay unas 460.000 dosis del laboratorio estadounidense Pfizer, que luego completarán un total de dos millones de dosis.
 
La exhortación a vacunarse también corrió por cuenta de la Academia Nacional de Medicina.
 
"Nos unimos a la convocatoria de vacunación con la certeza de que, al recibir la protección individual, contribuiremos al bien general y al cuidado de los más indefensos", dice el comunicado.
 
Virginia Sotelo, nurse del sector de vacunación, mantiene un estricto orden para los que llegan con turno asignado, a quienes les entrega un presente, al tiempo que vigila que las vacunas se movilicen por el lugar con un termómetro digital por caja, para controlar en todo momento la cadena de frío.
 
Una vez que son llamados, los pacientes tienen una pequeña entrevista administrativa para sacarse las dudas, luego son inoculados y pasan a una sala en la que quedan unos 15 minutos en observación, en un trámite que se completa en aproximadamente media hora.
 
La mujer que está al frente de las cinco personas que trabajan casi 12 horas por día en CASMU le indica a su equipo que esto hay que vivirlo con alegría, por lo menos hasta que se terminen las vacunas y dependiendo de que Uruguay cierre nuevos acuerdos para seguir inoculando.
 
De hecho, el presidente de ese prestador social, Raúl Rodríguez, dijo a esta agencia en enero que estaba negociando con Rusia para traer la vacuna Sputnik V a Uruguay.
 
"Lo que más me preguntan (los pacientes) es cuando tienen que volver, si puede dar fiebre, si puede doler o molesta, pero yo me vacuné el sábado con la Sinovac y no tuve ningún síntoma de nada", dice Sotelo a esta agencia, y asegura que seguirá "tratando de incentivar a la población a que se vacune y no tenga miedo, porque está bueno y es conciencia".
 
VOLVER A DAR UN ABRAZO
 
Lucas Vidal es personal de educación, pero no es uno cualquiera.
 
El joven de 22 años enseña idioma inglés en todos los niveles y en un instituto privado, una materia en la que la lectura de labios se vuelve fundamental tanto para maestros como para alumnos.
 
El tapabocas es para él un obstáculo, además de una necesidad.
 
"Vacunarme es poder volver a abrazar gente y a estar arriba de mis amigos, volver a tener contacto, ¡al fin!", dice emocionado, "y a la hora de dar clase que me puedan ver la boca cuando hablo en inglés".
 
Cuando fue notificado que iba a ser inoculado sintió alivio.
 
"Al fin llegó, voy a poder estar un poco más suelto, y menos preocupado", afirmó.
 
Acerca de las dudas que pueda tener sobre la Sinovac, respondió que "si uno se pone a analizar todos los efectos adversos que pueda tener cualquier medicamento no se da nada ni toma nada, así que no me estresa".
 
"Así la vacuna durara una semana me la daría igual, porque es una semana en paz", sentenció.
 
Probablemente, Lucas celebre su segunda dosis juntándose a comer con amigos, Virginia ni siquiera piensa en celebrar ante tanto trabajo y Graciela siga tachando los días para poder inocularse, quizás, a ella misma.
 
Lo concreto es que Uruguay, aquel país que parecía haber domado al virus, ya tiene vacunas en su poder y su pueblo ha vuelto a soñar, un efecto secundario (y positivo) que los científicos no supieron calcular. (Sputnik)