Marine Le Pen 7Luis Rivas
 
París, 1 mar (Sputnik).- Francia camina hacia una repetición del enfrentamiento electoral entre el centrista-liberal, Emmanuel Macron, y la líder del nacionalpopulista Marine Le Pen. Con la izquierda dividida en grupos y personalidades irreconciliables y una derecha sin líder ni ideas, los dos favoritos engrasan ya sus armas para la pelea que se librará en 2022.
 
Aunque el 70 por ciento de los franceses consultados preferirían otra alternativa a la pareja, ninguna muestra de opinión concede una oportunidad a sus posibles rivales. Macron y Le Pen se sienten muy cómodos en esta tesitura porque los sondeos les demuestran que a ninguno de los dos los derrotaría en una segunda vuelta una eventual opción de izquierda o centroderecha.
 
El presidente francés confía en que, de repetirse su cara a cara con Le Pen, volverá a derrotarla como ya hizo, con facilidad en 2107. Marine Le Pen, por su parte, se ha dedicado casi con exclusividad durante los últimos cuatro años, a preparar con esmero el debate final con su rival ahora en el Elíseo. 
 
Que el presidente confirme ante los franceses a Marine Le Pen como su única rival de peso tiene también sus riesgos, según algunos miembros del partido de Macron (La Republique En Marche). Para estos, especialmente los provenientes de la izquierda, ello confiere a Le Pen una “credibilidad republicana”. Este sector prefiere hablar de Frente Nacional y no de Reagrupación Nacional (RN) cuando se refiere al partido de Le Pen, para evocar así la época radical del padre de la candidata.
 
Cierto es que la estrategia de "desdemonización" iniciada por Marine Le Pen hace ahora diez años ha dado sus frutos. Hoy, las ideas defendidas por su partido ya no generan temor entre una mayoría de electores de la centroderecha. Tras la "desdemonización" llega ahora la etapa de "normalización", que se traduce en un discurso moderado en el fondo y las formas y un acercamiento a posiciones consideradas de izquierda en el terreno social y económico.
 
MACRON ROBA EL PROGRAMA A SU RIVAL
 
En estos últimos cuatro años múltiples factores se ha unido para, si no cambiar a los candidatos, sí, al menos, para que el presidente francés haya debido adaptar su política y su programa al desafío de lo que sus huestes consideran extrema derecha.
 
Las consecuencias económicas y sociales que provoca la crisis sanitaria han convertido al liberal y globalista Macron en poco menos que un soberanista, defensor del retorno de la gloria industrial pasada y de "made in France" por encima de todo. Su gobierno no ha puesto límites al endeudamiento del Estado para ayudar a los sectores afectados por la covid-19, poniendo fin a los tabúes del pasado rigor defendido por Berlín.
 
Marine Le Pen interpreta la nueva política macroniana como una confirmación de lo que ella ya defendía desde hace años: proteccionismo, nacionalismo económico e industrial y libertad ante los cinturones de castidad presupuestaria defendidos –en el pasado precovid– por la canciller alemana, Angela Merkel.
 
La pandemia ha obligado –o, mejor, permitido– al jefe del Estado francés a cerrar fronteras y restringir el libre paso de personas desde los límites exteriores de la Unión Europea. Ese apartado ha sido siempre una de las medidas estrella del programa de Le Pen, que ve como su rival le va devorando argumentos a medida que se acerca su cita final.
 
UN MINISTRO DE DERECHAS MÁS DURO QUE LE PEN
 
Circunstancias trágicas de otro tipo, como los atentados, decapitaciones y degüellos a manos de islamistas han dado pie al equipo del presidente, para lanzar su proyecto contra el separatismo islamista, en una ley que incluso Marine Le Pen no rechaza en su totalidad. El silencio sobre el fenómeno de la inmigración incontrolada denunciado por Le Pen es la única de las pocas críticas que la jefa del RN puede hacer al plan gubernamental.
 
La inseguridad ciudadana y la violencia callejera es otro de los argumentos preferidos del 'lepenismo' que Macron ha querido también robar a su principal enemigo político. Para ello, nombró a un conocido representante de la derecha 'sarkozysta' como ministro del Interior. Gerald Darmanin, se ha convertido también en el "sparring" que Macron envía a hacer boxeo dialéctico con Le Pen en programas de debate televisivo. Y en uno de ellos cometió el error, según los macronistas de izquierda, de reprochar a Le Pen su blandenguería.
 
LE PEN, PRESIDENTA GRACIAS A LA IZQUIERDA
 
Un reciente sondeo otorgaba a Le Pen un 48 por ciento de votos en la segunda vuelta para las presidenciales del 2022, a solo cuatro puntos de Macron. Aunque solo se trate de una muestra a 14 meses de la cita con las urnas, el revuelo en la escena política francesa se dispara. La victoria, la llegada de Marine Le Pen al Elíseo, sería esta vez posible si se dieran circunstancias impensables en el pasado.
 
 La izquierda, y especialmente, la extrema izquierda, no votarían a Macron para evitar a Le Pen. Buena parte de la centroderecha no tendría inconveniente esta vez en apoyar a Le Pen. El llamado "frente republicano", o lo que otros prefieren denominar "cordón sanitario anti Le Pen", se diluye. Esos dos factores unidos a una elevada abstención, podría llevar a Marine Le Pen a romper su techo de cristal.
 
Para Emmanuel Macron ese hipotético riesgo es, de todos modos, mucho menor que la nominación de un candidato que represente a todas las izquierdas y a los ecologistas. Por eso, su plan es seguir presentando a Marine Le Pen como su único rival. (Sputnik)