Moscú, 16 mar (Sputnik).- Muchos países se enfrentan a presiones externas sin precedentes para obligarlos a renunciar a la compra de la vacuna rusa contra el coronavirus, declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
 
 

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"En muchos países la escala de presiones no tiene parangón, son durísimas y sin medias tintas diplomáticas. Esto realmente está ocurriendo", dijo Peskov a la prensa.
 
El portavoz, que rehusó dar ejemplos concretos, manifestó su rechazo a las presiones de este tipo y a la competencia entre las vacunas.
 
"Creemos que debemos aunar esfuerzos entre todos para inmunizar a la mayor cantidad de personas posible. Todo el mundo está interesado en ello, mientras que esos intentos egoístas de forzar a algunos países a que renuncien a ciertas vacunas, no tienen perspectivas y dañan los intereses de la gente. Es nuestra posición de principio", señaló Peskov.
 
Según se desprende de un informe del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU (HHS) citado por los creadores de la vacuna Sputnik V, las autoridades estadounidenses intentaron disuadir a Brasil de la compra del fármaco ruso.
 
De acuerdo a ese documento, distintos organismos del Gobierno de EE. UU. brindaron asistencia a países de las Américas para disuadirlos de aceptar ayuda de "países con malas intenciones".
 
Al ser preguntado de si Moscú reaccionará ante esa situación, Peskov indicó que Rusia trabaja "para satisfacer la demanda".
 
"Todo país que necesite una vacuna, debería hacer frente a las presiones externas y tomar decisiones por su cuenta. Se trata de elegir entre presiones externas o la vida de sus ciudadanos", agregó.
 
La vacuna Sputnik V fue registrada por el Ministerio de Salud ruso en agosto de 2020 y tiene una eficacia del 91,6 por ciento, de acuerdo con los resultados de los estudios clínicos.
 
Hasta la fecha, la vacuna rusa fue autorizada para su uso en más de 50 países, entre ellos Argentina, Bolivia, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, San Vicente y las Granadinas y Venezuela, así como dos países de la UE, Hungría y Eslovaquia, que decidieron no esperar la autorización del regulador comunitario. (Sputnik)