Jon Cordero
 
En las últimas 48 horas, el rey emérito Juan Carlos I, el que fuera jefe del Estado español entre los años 1975 y 2014, ha visto cómo la prensa española publicaba la existencia de una cuenta suiza (otra más) vinculada con él y una denuncia de su examante. Además, varios partidos de izquierdas pidieron por segunda vez que el Congreso investigue su posible relación con la venta de armas a países no democráticos.
 
 

Juan Carlos abdica

 

 
Esta sucesión de informaciones habría sido imposible de asimilar para cualquier otro jefe de Estado o para el mismísimo Juan Carlos, en su época al frente de la Jefatura del Estado español.
 
Sin embargo, la estrella del que se considera uno de los máximos artífices de la transición española a la democracia, considerada modélica en ámbitos políticos internacionales, comenzó a apagarse en 2012.
 
COMIENZAN LOS PROBLEMAS
 
En la primavera de aquel año, con el país sufriendo aún los estragos de una profunda crisis económica, trascendió a la opinión pública española que Juan Carlos I tenía que operarse la cadera tras sufrir una caída en el transcurso de un safari de caza en Botsuana.
 
La noticia y la publicación por la empresa organizadora del safari de una foto del monarca junto a un elefante abatido supuso tal impacto en la sociedad española que Juan Carlos se vio obligado a pedir perdón en un inusual mensaje grabado en los pasillos del hospital, tras superar la operación.
 
Pero esta petición de perdón no fue suficiente para taponar la hemorragia de la imagen de Juan Carlos. Poco a poco se fueron conociendo detalles de aquel viaje y se supo que le acompañaba una hasta entonces desconocida mujer alemana, que ya había aparecido cerca de él en público: Corinna zu Sayn-Wittgenstein, conocida como Corinna Larsen.
 
Hasta entonces, los medios españoles se habían autocensurado sobre la vida privada del monarca, pese a que era vox populi que no hacía vida de pareja con la madre de sus hijos, la reina Sofía.
 
El caso Corinna rompió todos los tabúes y durante dos años, hasta su abdicación en junio de 2014, las informaciones sobre su vida privada constituyeron uno de los aspectos más incómodos de gestionar en torno a su figura, aún de jefe de Estado.
 
LOS FRENTES JUDICIALES
 
Pero ni acabaron los males de Juan Carlos con su abdicación, ni sus infidelidades fueron el escándalo que más indignó a los españoles.
 
En 2018 los diarios digitales españoles Ok Diario y El Español publicaron unas conversaciones de Corinna Larsen con el excomisario de policía José Manuel Villarejo, conocido por tener grabaciones de numerosas personalidades del establishment español.
 
En esos audios, Corinna le confesaba al expolicía el cobro de una comisión por don Juan Carlos por negociar para la monarquía saudí una rebaja en la oferta de las empresas españolas para hacer la obra del tren de alta velocidad española.
 
Estos audios dieron lugar a una investigación, abierta por un fiscal suizo que llegó posteriormente a España donde no prosperó ya que cuando ocurrieron los hechos, antes de la abdicación, Juan Carlos era el jefe del Estado y por lo tanto inviolable; como expresa la  Constitución española en su artículo 56.
 
UN EXILIO DE FACTO
 
Sin embargo, la presión de este primer caso fue suficiente para que en agosto de 2020 pusiera rumbo a Abu Dhabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos, para retirarse del foco mediático, entonces temporalmente.
 
Un lugar en el que, sin embargo, aún permanece y del que, según trascendió las pasadas navidades, habría intentado regresar para pasar las fiestas en familia, algo para lo que no obtuvo el acuerdo de su hijo, el actual rey Felipe VI.
 
A lo largo de 2020, no obstante hubo más investigaciones judiciales, como la de las donaciones del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause para sus gastos personales que ocultó a Hacienda, ya después de 2014, cuando solo era aforado, lo que significa que solo un Tribunal Superior lo podría juzgar.
 
Casualmente en este caso, pagó voluntariamente 678.393,72 euros antes de recibir una comunicación de Hacienda, o una querella de la Fiscalía o saberlo por las pesquisas judiciales, que son los tres supuestos que hacen válida una regularización voluntaria.
 
Tras este pago de diciembre hizo otro en febrero por más de cuatro millones de euros por los pagos de una fundación que gestiona su primo Álvaro de Orleans a una empresa de jets privados entre 2009 y 2018.
 
Álvaro de Orleans aparece como titular de la fundación Zagatka, la sociedad en el punto de mira de los investigadores, que Juan Carlos habría usado para mover sus fondos de origen ilícito a espaldas del fisco.
 
Estas regularizaciones provocaron que incluso desde el Ejecutivo se rechazaran oficialmente las “conductas incívicas”, como las calificó el propio presidente Sánchez, de Juan Carlos; una inusual toma de posición pública desde Moncloa de los asuntos que atañen a la Monarquía.
 
CUENTAS EN PARAÍSOS FISCALES
 
Además de la investigación por la comisión del tren de alta velocidad a La Meca y de las donaciones del empresario mexicano, la tercera investigación, la de las cuentas y sociedades en paraísos fiscales es la que más recorrido está teniendo y la última en generar un titular este mismo martes.
 
En esta ocasión se trata de una cuenta en Ginebra, pero también aparecieron anteriormente en el paraíso fiscal de la isla de Jersey.
 
Fueron por tanto una sucesión de escándalos los sufridos por la figura de Juan Carlos en los últimos años que hicieron que sea visto como un personaje desacreditado a ojos de la sociedad española, de ahí que su hijo, el actual monarca, trate de desvincularse de su figura.
 
De hecho renunció oficialmente a su herencia en la primavera de 2020, cuando las investigaciones sobre su padre comenzaban a ser asfixiantes.
 
Un triste epílogo para el hombre que durante décadas fue considerado oficialmente el salvador de la democracia española por su actuación durante el Golpe de Estado de 1981 ordenando a los militares regresar a sus cuarteles y gozó además de una gran popularidad por su carácter simpático y abierto. 
 
 
Con información de Sputnik