Por Eloy Marchán

Leonella tiene 16 años y padece una tubercu­losis multidrogorresistente. La cepa más virulenta y enconada del bacilo de Koch le ha dañado el 70% de los pulmones. A la adoles­cente la contagió su madre, quien falleció hace unas semanas por la misma enfermedad. Leonella lleva 5 meses internada en el Hospital del Niño y, según los médicos que la tra­tan, pasará 2018 en el hospital. En algunos casos la extirpación de la zona afectada del pulmón ayuda a la mejoría del paciente. En el caso de Leonella esta opción no es viable.

Dos camas a la derecha de Leo­nella se encuentra Kevin, un ado­lescente de 14 años que lleva 2 años hospitalizado. También padece de tuberculosis extremadamente re­sistente, cuya tasa de mortalidad en nuestro país asciende al 50%. Según los médicos, Kevin sí puede ser sometido a cirugía pero está en lista de espera. Delante tiene a 132 pacientes que están en su misma situación.

“En el Departamento de Neumología ya no hay camas. El número de niños que en los últimos años se han contagiado de la enfermedad ha aumentado considerablemente. No hay presupuesto para atender­los y, por el momento, se han tenido que suspender las operaciones. La situación es caótica”, señala el doctor Hernán del Castillo, jefe del departa­mento de Neumología del Hospital del Niño y uno de los especialistas más prestigiosos del país.

Del Castillo retrata una situación mucho más preocupante: “La mayor alarma que tenemos los médicos es que el tipo de tuberculosis extrema­damente resistente, cuya mortalidad es altísima, es la que más ha aumen­tado en los últimos años. Hace me­nos de 5 años no había más de 300 personas con esta cepa. Hoy hay más de 1,500 infectados”. Leonella y Kevin son dos de ellos.

La preocupación por el avance descontrolado de la tuberculosis pro­vocó que la Contraloría General de la Republica tomara cartas en el asunto ordenando un minucioso estudio de la situación. Hace seis semanas la institución emitió un documento que concluye que los mecanismos del Ministerio de Salud para con­trolar la enfermedad “no han sido eficientes”. Una copia del informe de la Contraloría, de 72 páginas, fue entregada el 4 de enero al entonces ministro de Salud, Femando D’Alessio, quien la guardó bajo siete llaves. Y allí la dejó su sucesor.

Hildebrandt en sus trece tuvo acceso al documento que alerta que estamos perdiendo la batalla contra el bacilo de Koch. El informe que lleva el nombre de “Auditoría de desempeño a los servicios de diag­nóstico, tratamiento y prevención secundaria de tuberculosis prestados por el Ministerio de Salud” se hizo en Lima Metropolitana a lo largo de todo 2016 y lleva la firma del contralor.

Las cinco conclusiones

Desde la Contraloría se subraya que una de las políticas más impor­tantes que tenía el Ministerio de Sa­lud desde inicios del nuevo milenio era reducir en 6 puntos anuales el número de infectados con tuber­culosis. Esto suponía librar de esta enfermedad a 1,500 personas cada doce meses. La meta fracasó rotun­damente porque no sólo no se cum­plió con el objetivo sino que, además, el número de enfermos ha aumen­tado anualmente en 500 personas.

En el estudio se menciona que en el país hay alrededor de 37 mil personas que padecen tuberculosis, la segunda tasa de incidencia (nuevos casos) más alta en América. Solo Haití, el país más pobre del continente, está por encima de nosotros. De los 268 mil casos de tuberculosis que hay en el continente, Perú tiene al 14%.

Actualmente el control de la en­fermedad está a cargo de la División de Control y Prevención de la Tuber­culosis, dependiente del Ministerio de Salud. La responsable del área es la doctora Julia María Ríos Vidal y el presupuesto de este año asciende a 34 millones de soles.

El tratamiento para un paciente con una cepa multidrogorresistente bordea los 200,000 soles. Sólo la operación para extirpar el pulmón afectado asciende a 225,000 soles.

El informe de la Contraloría tam­bién enumera las principales razo­nes del fracaso de la lucha contra la tuberculosis. Subraya, por ejemplo, la ineficacia de los centros de salud para identificar a los enfermos, la demora en la detección del virus y las deficiencias en el proceso de los controles y seguimientos de perso­nas contaminadas. Advierten desde la Contraloría que el 91% de los pa­cientes diagnosticados con el bacilo no asiste a los controles médicos.

“El país no tiene ni un albergue para personas con tuberculosis. Los que están infectados con cepas de mediana o baja resistencia suelen estar como si nada en sus casas. Esta indicación es contraproducente porque, al estar en contacto con sus familiares, terminan contagiándolos. Esta situación se ve muy seguido”, comenta Del Castillo.

El especialista agrega: “Las ca­pacitaciones y los cuidados para el personal que atiende a personas con tuberculosis también son deficientes. Este mes dos colegas médicos han contraído la enfermedad debido a que los hospitales donde trabajaban no contaban con los instrumentos necesarios. El problema de la lucha contra la tuberculosis es que las po­líticas las siguen dando las mismas personas que han fracasado en los últimos 20 años”.

 

Triste cosecha

La imposibilidad de usufructuar de manera plena nuestros recursos como el mar con su riqueza pesquera, el gas y la tierra agrícola trae varios efectos nocivos que llevan al empobrecimiento de los peruanos, en vista de que las ganancias correspondientes pasan a manos extranjeras.

Aunque parezca mentira, los corruptos falsean cifras y juegan con la idea de que el Perú tercermundista figure en el OCDE, cuando tenemos realidades espantosas en desnutrición, anemia y tuberculosis, agravadas por el saqueo chileno de nuestra economía.

[Nota de Con nuestro Perú]

 

Hildebrandt en sus trece, Lima 16-02-2018

 

 

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