Por Martha Meier M. Q.

Editora de Fin de semana

No era una mentira de la congresista Verónika Mendoza Frisch. Es verdad lo que ella dijo: el agua de Espinar, Cusco, está contaminada por arsénico y mercurio. Y parte de esos venenos se encuentra en las áreas de influencia de la minera Xstrata Tintaya. Es decir, en Huano Huano, Huisa y Huisa Ccollana. Lo más grave del caso es que el ministro de Salud, Alberto Tejada, lo sabía y ocultó con alevosía información vital que permitiría a esa y otras empresas tomar las medidas correctivas para revertir la contaminación y evitar que se expanda. Fue justamente un documento evacuado por su despacho y con su firma el que reveló inclusive que el agua de una pileta —en un centro educativo— presentaba niveles de metales pesados por encima de lo permitido. Así estamos: a la autoridad que le toca velar por la salud de los peruanos, especialmente de los más vulnerables, le interesa muy poco el asunto.

Tejada es un médico con especialidad en vías urinarias, funge de árbitro de fútbol y es cuestionado por su gestión como alcalde de San Borja. Es, también, un alucinado protocandidato presidencial para 2016, hasta ahora sin base partidaria. Este diario lo ha denunciado por la forma ineficiente y poco transparente en que maneja el ministerio: coloca a dedo a gente de su cuestionado entorno municipal sanborjino y cuenta con asesores que son proveedores de implementos médicos para el estado. Algo huele muy mal en sus predios.

“¿Quién lo protege?”, se preguntaba ayer viernes el periodista Beto Ortiz en su programa televisivo. Ortiz recordó a los televidentes que Tejada carga sobre su conciencia la muerte de decenas de internos en incendios ocurridos en centros de rehabilitación de drogadictos, por cuya seguridad debía velar su despacho. A esto hay que sumar su silencio ante la epidemia de neumonía en Loreto que ha cobrado ya la vida de multitud de niños y niñas; las muertes por el friaje; la inexistencia de una política nacional de salud y la entrega cada dos meses (debe ser mensual) de retrovirales a los pacientes de escasos recursos infectados con VIH, entre otros. Está, también, lo denunciado por el semanario Hildebrandt en sus trece; el inexplicable retraso del Minsa en la compra de vacunas infantiles contra la neumonía. Estamos hablando de asuntos de vida o muerte. Pero eso parece no importarle al doctor Tejada, como no le importó [no] informar a la población de Espinar que estaba en contacto con agua envenenada. La congresista Verónika Mendoza, representante de Cusco, ha demostrado que el ministro estaba al tanto. Lo que no está claro es cuál es la pregunta: ¿Qué espera el gobierno para mandarlo a su casa e investigarlo? O, más bien, ¿quién y por qué lo protege?

El Comercio, Lima 09-06-2012

 

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