Hasta chilenos están parasitando el dinero del Estado peruano para sus producciones

Como reiteradamente habíamos previsto desde la creación de la Ley del Cine, la financiación de producciones audiovisuales causa indigación, molestia o disgusto a parte de la ciudadanía, debido a los contenidos que se respalda. Es necesario analizar las normas de estímulo al cine y audiovisuales debido a que el ministerio de Cultura anuncia una modificación.

 

Sala Armando Robles Godoy

Desde su inicio esta ayuda fue cuestionable por el conflicto de intereses cuando era ministro de Cultura Salvador del Solar, promotor inicial de la ley, actor (que ayudó con esta ley a sus colegas), a quien no le interesó el abandono de muchos sitios arqueológicos e impuso este gasto adicional al sector Cultura.

Esta financiación no tiene los filtros necesarios para ayudar a producciones audiovisuales o cinematográficas que sean de interés para la mayoría de los peruanos y por ello se ha financiado películas con contenido político que defienden a ciertas ideologías. Actualmente se acusa al ministerio de Cultura de financiar una producción que llama “conflicto armado” a la etapa de terrorismo que vivió el Perú.

Aunque tenga defensores el término “conflicto armado”, es evidente que su empleo, en lugar de terrorismo, maquilla la realidad en favor de los criminales. Conflicto puede ser muchas cosas, desde situaciones inmateriales (preferencias, intereses, animadversiones, etc.) hasta una lucha física, por ello se diluye la contundencia del término “terrorismo”, que es mucho más preciso y descriptivo de lo que sucedió en el Perú, lo cual incluye al terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA y al terrorismo de Estado, que demostradamente sucedió en casos como los de La Cantuta. Además, la segunda palabra “armado”, de “conflicto armado”, tampoco es precisa. Uno puede armarse dentro de la ley y por buenas causas, como para combatir a la delincuencia, defender a nuestra persona y a nuestro país. En cambio, el terrorismo siempre es malo, violento y cobarde.

Hay otras producciones financiadas que muestran a la homosexualidad como algo natural. Falta que financien producciones que muestren como bueno el aborto y una serie de antivalores.

Debe controlarse los contenidos

Aunque en el cine hay personas muy respetables, es innegable que en todo el mundo en esta actividad encontramos a muchos degenerados, desde drogadictos a violadores en serie, esto muchísimo más que en cualquier otra ocupación. Esto nos obliga a un examen minucioso de todos los contenidos que buscan financiamiento. Que quienes promueven antivalores gasten de su dinero para sus producciones o aberraciones.

Debe primar el interés del Perú

Se está gastando el dinero de todos los peruanos en contenido que no sirve para nada. Debe darse prioridad a usar ese dinero para combatir las falencias culturales que impiden un buen desarrollo del país. Entonces sólo deben financiarse documentales con estos contenidos:

  • La riqueza biológica del Perú y su conservación
  • La Historia (mínimo de 100 años de antigüedad), incluyendo historia del arte, de la ciencia, del deporte, de la industria, de la ingeniería, biografías, etc.
  • La geografía peruana
  • Estudios científicos sobre salud, ciencias naturales y ciencias exactas

Todo otro contenido puede prestarse a manipulación ideológica a la promoción de antivalores ¿Quién dirá cuál es el límite de lo erótico sano, lo vulgar o lo pornográfico? Todo es relativo y dependería de los caprichos de los burócratas y argollas de turno.

Chilenos parasitan este financiamiento, que debe ser exclusivo para producciones 100% peruanas

Ante lo mal que ha sido elaborada la Ley del Cine y las argollas que hay en el Estado, hasta los chilenos han entrado a parasitar el dinero del Estado en la modalidad de coproducciones peruano-chilenas, tres de las cuales lograron financiamiento del ministerio de Cultura. Es necesario poner fin a este aprovechamiento indebido. Que Chile y los demás países ayuden a sus actores y el Perú a los suyos.

Libro y música

El ministerio de Cultura también plantea la ayuda a la producción de libros y música. Para ello debería usarse los mismos criterios en cuanto a los libros y en cuanto a la música con letra, ayudar sólo a la que promueva valores.