Los partidos políticos en Perú parecen haber perdido el sentido real del Parlamento Nacional
 

hemiciclo_14_oct_2010.jpgEl hartazgo parece encontrar un camino indeseable por recorrer en el campo político. No de otra manera se puede entender el claro desprecio por la soberanía del talento nacional al no tener la posibilidad real por verse representado en el  Congreso de la República. En contraste; la naturaleza constitutiva del parlamento nacional (fiscalizar y legislar) está herida de muerte antes de nacer. Sus sepulteros denominados partidos políticos democráticos de viejo cuño así lo  determinan. El riesgo de un Congreso de jugadoras de vóley, cómicos, “artistas”, cantante, etc. no hace sino simbolizar la frivolidad y la poca seriedad como asumen sus responsabilidades los dirigentes políticos de la nación para con una institución tan útil y necesaria.

Saludamos a todo potencial candidato inteligente; censuramos su instrumentalización por aquellos políticos angurrientos por el poder. Es hora de dar una lección a todos aquellos que entienden el poder como una forma cómoda de vivir y hacerse ricos. Descubrieron que los mejores negocios se hacen a través de la política. Allí está la expresión de la miseria de los partidos políticos; por eso subastan potenciales candidaturas al Congreso y a la Presidencia de la República. El que tiene plata es congresista, lo pobres sólo sirven para que voten y punto. Entonces convierten al Congreso en un potencial mercado: donde todo se vende y todo se compra. Por eso el actual parlamento nacional agoniza. Lo está, por consiguiente el sistema parlamentario del cual podría suponerse que el pueblo como unidad orgánica estaría representado. Entonces, queda en cuestionamiento su utilidad práctica como expresión de la voluntad popular.
 
 ¿A quiénes deberían representar los parlamentarios? La respuesta teórica es a la nación, a la comunidad, a un todo orgánico social. Sin embargo, todo indica que representaran los intereses y conveniencias de los partidos políticos interlocutores del poder económico por eso pelean por aumentar o por preservar sus cuotas de poder; permitiéndose de esa manera proteger sus respectivos intereses que, velar por el bienestar del todo orgánico. Los partidos se relacionan entre sí como poderosos grupos de poder social y económico, calculando los mutuos intereses y sus posibilidades de alcanzar el poder y llevando a cabo desde esta base fáctica compromisos y coaliciones. (Véase la actual composición del Congreso de la República mayoritariamente empresarial).
 
En el parlamento nacional no hay discusión, sí negociación y ajuste de intereses entre los partidos que tienen representación parlamentaria. Por tal motivo, sostener o afirmar que los mal denominados “Padres de la Patria” alientan una genuina discusión pública sería faltar a la verdad. La brecha entre el ideal y la realidad es ostensible; en efecto, las relaciones entre los parlamentarios distan mucho del modelo de discusión pública que exige el pueblo. La práctica, evidencia componendas políticas de intereses económicos a favor de grandes corporaciones y el capital multinacional (los mejores negocios se hacen a través de la política). No hay discusión razonada ni debate público, sino negociaciones, además, de antesala en que los partidos tienen por principal preocupación la defensa de sus intereses sectoriales y el cálculo estratégico de sus oportunidades para incrementar o conservar sus cuotas de poder.
 
Entonces, el debate público resulta ser una quimera. En efecto, en vez de prosperar una discusión en la que prevalece la argumentación racional, irrumpe la propaganda que tiene por objetivo seducir la emotividad del electorado. Así, la discusión pública primero es sustituida por la excitación de la sensibilidad e inmediatamente después por la movilización de las pasiones, lo cual se logra a través de poderosos medios de comunicación afines que tienen por finalidad sugestionar a las masas.
 
Surge una eventual oportunidad para que todos los asuntos públicos no se conviertan en objeto de botines y compromisos entre los partidos y sus seguidores y la política innoble de sus componentes. Es la hora de fortalecer a partidos de raigambre popular por la salud de la nación peruana.